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La política no es esto, no te pierdas

No. No voy a hablar de la investidura, de los pactos, de la amenaza de repetición de elecciones. No voy a hablar de decepciones. Simplemente voy a recordar para qué están los políticos, para qué les votamos, y lo voy a hacer hablándoles de la vida, de lo que hacen o deberían hacer quienes ejercen la política, de quienes se presentan a dirigir un país, una comunidad, una ciudad o un pueblo, da igual el tamaño. En teoría dan el paso porque tienen un programa, un plan, conocen el distrito, municipio, barrio, comunidad a la que quieren representar y llevan debajo del brazo una serie de soluciones para esos problemas que ellos saben que preocupan a quienes piden su confianza, su voto, para poder representarlos.

El alcalde de Grisaleña, un pequeño pueblo de 8 habitantes que llega a 35 ahora en verano, participó el año pasado en la búsqueda de una mujer que se había perdido en el pueblo de al lado, en Briviesca. Es guarda rural y de caza y sabía cómo tenía que buscar. La mujer llevaba 3 días desaparecida. Los perros llegaban hasta un punto y a partir de ahí se le perdía el rastro. Él se sumó a esa búsqueda el segundo día y, según cuenta, estuvieron dando vueltas a pie, en una zona muy concreta, sin dar con ella. Hasta que el helicóptero la localizó muy cerquita, agazapada, con problemas de deshidratación, desorientada y en un estado crítico. A Aitor Goicoetxea aquello le hizo pensar que, si hubieran llegado antes, su situación sería otra. Los primeros minutos, horas, de una desaparición, son claves para dar con esa persona. Lo saben bien los equipos de búsqueda y rescate. Así que barruntó una idea con la que poder ayudar a sus vecinos, su prioridad. Siento envidia cuando escribo esto, pero es así como él cuenta cómo creó el primer banco de olores de un pueblo. “Soy alcalde de un pueblo pequeño, si le hubiera pasado esto a un vecino de los míos, ¿cómo podría haber ayudado?”.

Estos días no para de hablar de su idea, del primer banco de olores creado en el mundo. Ha recogido muestras del olor de cada uno de los vecinos de su pueblo, de los 35 que están en verano, de los pequeños y de los más mayores, porque perderse, se puede perder cualquiera. La iniciativa precisamente se llama así: “No te pierdas”. Con esa muestra personal de cada uno sabe que los vecinos pueden estar tranquilos, los mayores y los pequeños. Pueden ir a dar un paseo por el monte, la única distracción para muchos cuando se acaba el verano y el pueblo se vacía. Esas caminatas son reparadoras, pero a cierta edad, si van solos, pueden suponer una amenaza. Y quedarse en casa, “no vaya a ser que pase algo”, es una tentación. Y como un círculo vicioso, quedarse en casa es dejar de moverse, dejar de ver a gente, encerrarse en uno mismo, apagarse…

Los vecinos están encantados, y Aitor, su alcalde, más. Tiene guardado en el Ayuntamiento la caja con las muestras de todos, muestras perfectamente precintadas. Sabe que, si pasara algo, la unidad canina de rescate daría con ellos en cuestión de minutos. Explica que nuestras moléculas van dejando un rastro según nos vamos moviendo, son como las migas de pan que iba tirando Pulgarcito para no perderse, pero, en este caso, son los señuelos que los perros rastreadores van detectando hasta dar con la persona que se ha perdido.

Aitor ofrece su idea, insisto, pionera en el mundo, a otros pueblos, a otros organismos: centros de día de personas mayores, de cuidados de niños, de personas con discapacidad. Tener un banco de olor de cada uno cuesta bien poco, es restregarse una gasa esterilizada que luego se guarda en un envase precintado. Su olor se queda ahí y la muestra es válida durante unos dos años. Luego hay que repetirla: nuestro cuerpo cambia, nuestra dieta, nuestro entorno y por tanto, nuestro olor también.

Pero de una forma tan sencilla, Aitor, el alcalde de un pequeño pueblo de Burgos, ha puesto solución a un problema que se repite en muchos puntos: personas mayores, que viven solas y que se mueven solas. Así de sencillo ha dado todo un ejemplo de para qué sirve la política, para esto: para dar soluciones a los problemas. No para generarlos. Lástima que algunos todavía no hayan entendido de qué va esto de ser servidor público. Lástima.

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