Todo un sinsentido

Ahora que estamos en plenos exámenes de acceso a la universidad, ahora que les estamos diciendo a nuestros hijos que demuestren, en 3 días, en 6 exámenes de algo más de hora y media, cuánto saben y a qué pueden acceder, llega un estudio que nos dice que tooooodo ese conocimiento y exigencias no existen en los puestos de mando de las administraciones públicas. Me explico.

El informe lo han llamado "el dedómetro y da muchas pistas de lo que han encontrado. Han analizado 43 entidades públicas de dos comunidades autónomas, una gobernada por el PP y otra por el PSOE. Pues bien, en 6 de cada 10 puestos había una persona que no tenía ni la cualificación, ni la preparación ni los conocimientos para ocupar el puesto que tenía. Y no son trabajos florero, estamos hablando de la persona que tiene que dirigir la gestión del agua, el transporte… Han evaluado de 1 a 10 su mérito y su capacidad para ocupar ese puesto, cuál era su formación, su currículum, su experiencia profesional general y específica para ese puesto... El 60% no llegaba al 5, suspendían. Entonces, ¿por qué estaban ahí? Pues sencillo: por enchufe. O eran amigos de, o alguien les debía un favor o por la razón que fuera, pero, desde luego, no por ser los más idóneos para ese puesto.

La directora que ha hecho esta investigación, Elisa de la Nuez, de la fundación Hay derecho, lo dice muy claramente: todos ellos, si se hubiesen presentado a un proceso de selección exactamente igual que en la empresa privada, no habrían superado el corte, nadie los hubiera contratado. Pero estamos hablando de la administración pública y ahí es donde radica todo el problema. Si asumimos como normal que los organismos más fundamentales de gestión de nuestro día a día no están dirigidos por auténticos profesionales sino por personas elegidas por su ideología o parentesco, todo va mal y nada funciona. No son los mejores para estar ahí y, por tanto, podrán cometer errores y, seguramente, los cometerán.

Si asumimos como normal que los organismos más fundamentales de gestión de nuestro día a día no están dirigidos por auténticos profesionales sino por personas elegidas por su ideología o parentesco, todo va mal y nada funciona

Pero es que además hay otro elemento terrible que señala este mismo estudio de Hay derecho: la rotación en esos puestos. Cada vez que hay un cambio de gobierno, cambian las personas que están al frente. Se coloca de nuevo a esa persona de mi confianza, de mi ámbito para dirigir ese organismo. Y toca volver a empezar, es decir, que si yo quiero establecer un plan de movilidad para mi ciudad coordinando los transportes públicos, todo lo que haga se irá al carajo cuando llegue el siguiente, eso contando con que lo he hecho bien porque, acuérdense, no estoy capacitado para esto, es decir, estoy como un pulpo en un garaje. No hay estrategia posible, no hay un plan a largo plazo y, si me apuran, ni siquiera a medio tal y como vamos con las convocatorias electorales.

Así que el panorama que nos dibuja este estudio nos da muchas pistas de dónde están la mayoría de los problemas de gestión de muchas comunidades. Aquí han analizado dos, cada una de un color político y, ojo, no lo han tenido fácil porque no han sido todo lo transparentes que tenían que ser —y que la ley les obliga a ser— en estos asuntos.

Así que volviendo a todos esos chicos y chicas que estos días malviven y duermen a trompicones por culpa de la EVAU o EBAU (según en qué comunidad vivan), el mensaje es un tanto desolador. A ellos sí que les pedimos y exigimos que se preparen, pero a quienes tienen que tomar las decisiones que marcan nuestro día a día, no. Todo un sin sentido que deberíamos revisar.

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