Sólo llevamos dos días

No llevamos ni 48 horas en este impasse en el que nos ha metido Pedro Sánchez y ya está resultando absolutamente insoportable el ambiente político. Y lo que nos queda. Hasta el lunes no sabremos, en teoría, nada y durante estos dos días y medio de impasse, de ese tiempo que ha pedido el presidente del Gobierno para reflexionar, vamos a seguir escuchando de todo.

El país está absolutamente dividido entre quienes creen que hay que respetar los tiempos que ha pedido Sánchez y quienes le acusan de victimismo, de estratega.

Y tome la decisión que tome, esto seguirá igual. Todo va a seguir igual, mal que nos pese, e incluso, me temo, irá a peor. Porque la presión para convocar elecciones será máxima por parte de la oposición. Vivimos en una permanente tensión electoral. Ayer, el ministro Cuerpo decía que, en los cuatro meses que lleva en el cargo, en el Congreso, no se ha hablado todavía de economía. Es inaudito. Todo lo que se dice y se hace está medido en cálculos electoralistas. El radar está puesto en lo que viene ahora, las elecciones catalanas, en lo que ha pasado hace 5 días, (¡5 días!), las elecciones vascas, y unas hipotéticas generales si finalmente Sánchez decide activar el botón rojo, hacer saltar por los aires la legislatura.

Y en apenas 48 horas ya hemos escuchado términos tan gruesos como traición, chantaje, resistencia, supervivencia, victimismo, se ha pedido salir a las calles… Y de lo que estamos hablando es de nuestro país, de nuestras instituciones, de nuestra forma de movernos y de decidir. De cómo queremos respetar un resultado electoral, unos pactos. De cómo queremos respetarnos entre nosotros, entre quienes piensan como yo y quienes discrepan. De ser coherentes siempre, cuando somos nosotros los señalados y cuando señalamos.

En apenas 48 horas ya hemos escuchado términos tan gruesos como traición, chantaje, resistencia, supervivencia, victimismo, se ha pedido salir a las calles… Y de lo que estamos hablando es de nuestro país, de nuestras instituciones, de nuestra forma de movernos y de decidir

Pero eso da igual, ha dado igual hace ya mucho tiempo. Todo se ha enfangado tanto que poco importa que al día siguiente quien ha presentado la denuncia admita que, quizás, lo ha hecho basándose en noticias falsas. Da igual. Nadie se rasga las vestiduras. La responsabilidad es de todos, y diría que, especialmente, de nosotros, de quienes tenemos que contar todo esto. Leía hace unos días la entrevista a una de las responsables de la agencia AP, de cómo iban a abordar las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos y de cómo iban a cubrir la información de Trump. Decía que ellos no tienen que opinar, ¡no tiene que opinar!, que ellos presentan lo que ha dicho tal o cual político y luego describen los hechos. Para que sea el espectador o el lector el que tome sus propias decisiones. Eso es el periodismo. O al menos, yo lo entiendo así.

Y mientras, seguimos subiendo la temperatura de una política que no nos merecemos. Somos mucho mejores que todo esto que estamos viendo estos días. Lo sabemos.

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