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Era drogadicto, ¿no?

Hace un tiempo, se me acercó una persona que no conocía a contarme que un compañero mío del instituto, al que nombraba en un libro, había muerto hace un par de años. Siempre había tenido problemas físicos bastante graves porque nació prematuro (en mi generación esto era una condena; ahora, gracias a la ciencia, no necesariamente) y falleció con apenas 40 años. Me dejó helado. Es de esas cosas que no se te van de la cabeza en un tiempo, aunque hubiéramos perdido el contacto.

Le conté a mi madre, de 82 años, la historia. Solo le di el titular: "El otro día me contaron que un compañero mío del instituto se ha muerto". No me dio tiempo a decir mucho más antes de que hiciera, con total normalidad, la pregunta que le pareció más lógica, casi una afirmación disfrazada de cuestión: "Era drogadicto, ¿no?"

Es una realidad que durante gran parte de la vida de mi madre, si algún amigo de mi hermana o el hijo de alguna conocida suya moría, era por la heroína casi seguro

Mi madre, supongo que le pasa a muchas, sigue pensando que soy un crío. A pesar de mis 43 años, de alguna cana y del detallito de que tengo dos hijos, ella piensa que soy un chaval. A pesar de mi demostrada pericia para mantener con vida a dos infantes e incluso darles ciertas comodidades y una educación, ella sigue pensando que no sé hacerme la cama y que no puedo sobrevivir en el mundo solo. Cuando lo piensa un segundo se le pasa, pero de natural le sale eso.

El caso es que, como lo más normal, le salió preguntarme si mi compañero de instituto era drogadicto, y me di cuenta de lo terrible que es que mi madre tenga en la cabeza que cuando un joven palma, es porque era yonqui. Es una realidad que durante gran parte de la vida de mi madre, si algún amigo de mi hermana o el hijo de alguna conocida suya moría, era por la heroína casi seguro. Era algo tan natural que se quedó ahí, en su cabeza, y el otro día saltó como un resorte.

Me obsesiona ese mundo en el que crecí, el de los yonquis. El que cuando un joven dejaba de aparecer por el barrio, o estaba en la cárcel, o estaba muerto o estaba en el Proyecto Hombre. Un mundo en el que era rutina que la heroína se llevaba a los chavales. Y, de vez en cuando, me pasan cosas como esto de mi madre que me recuerdan que la historia con la que crecí era una mierda. Y que nunca debemos consentir que se repita.

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