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Humorismo vintage y un señor embetunado

Se ha muerto Arévalo, qué lástima. Con el cadáver calentito, los vocingleros más bravos han salido a cobrarse la pieza como si la hubiesen cazado ellos. «Nadie echará de menos sus chistes de maricas, gangosos y de personas con discapacidad», escribía uno. Arriesgadísima afirmación: Alfonso Guerra disiente. «A mí me dan mucha pena los humoristas, ya no pueden hablar de nada». «¡De nada!», replicaba, cariacontecido, Pablo Motos, el hombre más silenciado de la televisión. «Antes había chistes de homosexuales, de enanos…», rememoraba el prócer con ojos vidriosos. No se le veía tan afectado desde que enchironaron a Amedo y Domínguez.

Entre gripes y resacas, en estas fechas tan entrañables me he entregado a los podcasts. Gente listísima, oiga; entrevistas súper atinadas. ¿Documentación? Disculpe, aquí no es. «Me gusta empezar siempre pidiendo al invitado que se presente». Ponle voluntad, carajo. ¿La fauna? Empresarios wanabi, andorranos de adopción y anarcocapitalistas de papá bailan el corro de la patata. Las entrevistas, por quintuplicado. Si quieren ahorrárselo, adjunto resumen: las feministas, los del género fluido y el impuesto sobre la renta de las personas físicas han jodido el mundo, que hasta hace nada iba de rechupete. Entre tanta lumbrera sensata y neocón aflora, de tanto en tanto, un cabeza rapada que tiene un partidito de izquierda izquierdosa. Mencheviques, temblad. Ya es mala suerte que los fachas se pirren por darle la razón. El pobre está siempre enfadadísimo porque el parlamento está lleno de fantasmas (háganle caso, que los conoció en la facultad y preferían fumar canutos en vez de leer a Lenin). Cuando se relaja, repite incasablemente que hay que cerrar las fronteras porque nos comen los moros. ¿Nos comen? Nos comen. «Esto no se puede decir, porque te hacen la vida imposible», repite por decimosexta vez en su vigésima entrevista de esa mañana. Marlaska, desde su butacón, mira la pantalla extrañado.

En negritas, la gran exclusiva: «he decidido no volver a ser padre». Anda, ¡se escoge! Los defensores de la familia tradicional llevan un as guardado en la manga, así cualquiera

El que no se ha muerto es Bertín, aunque ya no es provida. Tras seguir las sabias enseñanzas del sensei Ortega Cano (declarado promuerte), su senil semillita ha fastidiado a una muchacha. «Tienes dos opciones», le dijo el señorito, tautológico. En negritas, la gran exclusiva: «he decidido no volver a ser padre». Anda, ¡se escoge! Los defensores de la familia tradicional llevan un as guardado en la manga, así cualquiera. Total, que como ya no se puede decir nada, el buen señor ha tenido que sincerarse en Radio Pirenaica, subsección Hola. Vive la resistance!

En un gesto de extraordinario heroísmo, el requeté de Chamartín ha embetunado a un propio para grabar un remake del morito Juan. «Le ninio intehligentih huëgan al’ ahedreh». Graciosísimo, un descojone, ¡purita vanguardia! (esto se ha mandado por whatsapp a la chavalería, que jura no haber sido adoctrinada). El gremio de tiznadores aplaude la medida; las masas, enfervorecidas, ríen desquiciadas. Telemadrid, siempre atenta a los deseos del pueblo soberano, prepara una maratón de Kunta Kinte. Voy a ir preparando las palomitas y las carcajadas, no sea que me tomen por un partisano del wokismo liberticida.

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