El vídeo de la semana

Buscando el futuro donde no está

Así es como este año están celebrando los canarios el Día de su Comunidad: devolviéndole al gobierno su “regalo” de autorizar los sondeos petrolíferos de Repsol.

Resulta llamativo que una de las primeras medidas que se anuncie en el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente al poco de llegar Doña Isabel García Tejerina sea precisamente ésta. De entrada, porque ignora el clamor de toda una Comunidad Autónoma con su gobierno y cabildos al frente; pero además, por la forma en que se ha afinado en el calendario para anunciarlo públicamente después de las elecciones europeas y antes de la inminente decisión sobre el particular del Tribunal Supremo. Astucia política no muestra demasiada, ciertamente.

Pero la cuestión de fondo es mucho más preocupante.

Quienes apoyan los sondeos sostienen que se van a hacer con suficientes garantías de seguridad para el hábitat marino y el terrestre, y el propio gobierno recuerda que lo único que se autorizan son prospecciones desde un barco, en ningún caso explotación. Además, hay quien recuerda que en caso de éxito en los sondeos España en general y Repsol en particular contarían con una fuente de ingresos y un consiguiente ahorro en costes energéticos que terminaría beneficiándonos a todos.

En el otro lado, quienes, sobre todo en Canarias, temen que esto dañe al turismo y ponga en grave riesgo sus recursos marinos y pesqueros. Por no acudir a la cercanía de las zonas de prospección con territorio que en breve será declarado como parte de la Red Natura 2000, la red de espacios naturales europeos protegidos.

Evidentemente, ahí puede haber negocio de extracción, si no Repsol no invertiría los más de 100 millones que al parecer vale cada sondeo. Y ante una situación así, el riesgo de deterioro ambiental y frenazo turístico es ciertamente notable.

Pero este debate no debe oscurecer la profundidad de otro de más recorrido y bastante desalentador: la destrucción por parte del gobierno de la capacidad de España de producir energías limpias para consumo y exportación.

A principios de año, el ministro de Industria José Manuel Soria, justificaba en Davos el recorte a las ayudas a las energías renovables y el brutal ajuste fiscal que sufrieron, porque España no podía seguir aportando un tercio del total de subvenciones europeas a estas energías. Se había cortado por lo sano algunas semanas antes, el día de los inocentes del año pasado, con una nueva ley de Sector Eléctrico que acabó con las ayudas e impuso una fiscalidad que hace imposible la opción del consumo individual limpio. Ahora mismo, cualquier ciudadano que quiera optar por este tipo de energía para su casa o su empresa, tiene que pagar como mínimo un 27% más que si obtuviera esa energía de la red convencional.

La mayor parte de la energía primaria que se utiliza en España proviene de combustibles fósiles y nucleares, casi un 88%. El otro 12 son las renovables. Los cambios legislativos han conseguido frenar claramente el avance de estas últimas, sobre todo la fotovoltaica a pesar de las enormes posibilidades tecnológicas, de orografía y clima que España tiene para el desarrollo, consumo y exportación de esas energías.

Toda la política energética y medioambiental del gobierno no está consiguiendo sino destruir esas posibilidades. De una forma consciente y decidida. Y sin poner en duda las explicaciones de Soria para esa mutilación, cabe preguntarse a quién beneficia este estado de cosas.

La respuesta que usted tiene en mente, es la misma que tengo yo: probablemente los lobbies eléctricos, las grandes compañías que operan en el continente y presionan quejándose de los altos costes de producción, no sean ajenas a esa realidad que coloca plomo en las alas de una interesantísima posibilidad de desarrollo económico general pero demasiado libre.

El futuro no está en el petróleo que mancha y contamina, el avance no es seguir apostando por combustibles que están cambiando el clima y dejarán sin Tierra a las próximas generaciones. Pero siguen primando más rentabilidades inmediatas que posibilidades de futuro.

La torpeza del Gobierno va más allá de arriesgar los fondos marinos y el turismo de Canarias, que lo hace. Lo inaceptable es que siga también en esto de la energía mirando al pasado, que no se atreva al futuro y que una vez más muestre debilidad y dependencia ante el potente sector eléctrico. No consigo entender cómo el señor Soria sigue hablando de acabar con la dependencia energética y mantiene este rumbo destructor.

Eso es lo preocupante, esto se me antoja que es el fondo de la cuestión. Estamos perdiendo una magnífica oportunidad de desarrollo y de futuro. Volvemos a ver cómo quien tiene la responsabilidad de gestionar la cosa pública se pliega ante los poderosos ya sean corporaciones, países o electorados radicales.

Más sobre este tema
stats