El congreso post mortem de Feijóo

El líder del PP busca resucitar de entre los muertos. Siempre que Aznar, Ayuso y las demás fuerzas vivas se lo permitan. Entre los suyos pocos confían en él, son más los que consideran que tiene poco que hacer en unas hipotéticas elecciones anticipadas ante Pedro Sánchez, que quienes le ven un buen candidato. Simplemente no hay otro, al menos por ahora. Porque los congresos, a veces, dan sorpresas por muy atados que parezcan estar. Y no hay nada peor que el fuego amigo, sobre todo si es por la espalda y no lo ves venir. Ni tan siquiera él mismo tiene fe en poder gobernar. Sus ilusiones se quebraron la noche en que los números no le alcanzaron para la Moncloa. 

El ‘cónclave’, como lo bautizó Feijóo ante la plana mayor del partido, se convoca para elegir a un nuevo papa al fallecer el que había. Se da por muerto a sí mismo y pide una oportunidad para renacer. Para lograrlo tiene que tratar de revertir la sensación de decepción que recorre a la formación, un reflejo de lo que opinan sus propios votantes en cuanto se les interroga por su liderazgo o su papel como jefe de la Oposición. Que si el equipo que se trajo de Galicia es muy flojo, que si tenía que haberse cargado a Mazón en lugar de cerrar filas con él, que si le falta discurso, que si tiene que ser un liberal a la española como apunta Ayuso o un candidato ilusionante como le ha pedido Aznar ayer mismo.

Se ha empeñado en centrar todas las críticas en la figura de Pedro Sánchez, lo que le sitúa en competencia directa con él en unas elecciones, con la desventaja de que la credibilidad del presidente es mayor. Tampoco han sacado partido a la mayoría sólida que tiene el PP en el Senado. Y en asuntos como el genocidio de Israel en Gaza se ha mantenido mudo hasta ayer a pesar del rechazo que causan también en su electorado las matanzas indiscriminadas. Aunque su gran error ha sido no intentar romper la mayoría parlamentaria alrededor de Sánchez, variopinta y precaria, a la que si une algo son las posiciones extremistas impropias de un partido de Gobierno.

El ‘cónclave’, como lo bautizó Feijóo ante la plana mayor del partido, se convoca para elegir a un nuevo papa al fallecer el que había. Se da por muerto a sí mismo y pide una oportunidad para renacer

Feijóo lleva siendo cuestionado internamente desde julio de 2023. Tampoco es que sea muy creativo a la hora de sacar ideas frescas y modernas de la chistera. Su lenguaje es anticuado y no ha logrado entender aún que en la capital los medios afines no están a su servicio, como en Galicia cuando era presidente. Son el ayuntamiento y la comunidad quienes invierten en colocar lo que les interesa. Por eso le cuesta tanto figurar, tiene como competencia a Ayuso y a Almeida, que disponen de más fondos para repartir. 

El clan de los gallegos, su guardia pretoriana, no ha mostrado en estos dos años sus virtudes para desenvolverse con éxito en la política nacional. Mediocres, es la palabra más repetida por otros dirigentes populares para referirse a ellos. El tono chusco de Miguel Tellado sería más adecuado para vociferar desde los escaños superiores, como hace Rafael Hernando, que al lado de su jefe. Sobre todo porque carece de contenido más allá de citar a la mujer y al hermano de Sánchez en cada intervención, y se asemeja más a Vox, al que pretenden equipararse para recuperar a los votantes que les ha quitado. Marta Varela, Mar Sánchez o Álvaro Pérez le han protegido creando una burbuja a su alrededor pero no han sabido venderle como una alternativa con posibilidades. 

Normal que Aznar haya perdido la paciencia y diga que no es válido “ganar porque el rechazo hacia el adversario es mayor que el entusiasmo de los propios”. Tiene a una parte de los jueces remando p’alante, prevaricando si es necesario con tal de estirar la instrucción sin pruebas relevantes, dispuesto a imputar a quien haga falta pero siempre mirando para otro lado cuando las pruebas apuntan a delincuentes confesos como la pareja de la presidenta de Madrid. Ni aun poniéndole en bandeja la Moncloa acaba de cuajar. Ya se sabe lo cascarrabias que son los viejos ex presidentes, siempre rumiando que ellos lo hicieron mejor. Aznar no se calla. Y si Feijóo no pasa el examen de julio, si los popes del partido no quedan satisfechos, no habrán más oportunidades. 

Si la propuesta del cheque de 600 euros para celíacos que se ha registrado esta semana en el Congreso de los Diputados es lo más rompedor que se le puede ocurrir para empatizar con la ciudadanía, la cosa apunta mal. Entre los suyos ha provocado ya chistes maliciosos. Lograr dar un giro a todo esto en dos días va a estar difícil. Julio es el mes de la suerte.

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