Voto por correo, bulos, neonazis… y una ídola carabanchelera para unirnos a todas

No ganamos para sustos (ni para bulos). Da miedo abrir el periódico. 

Este diario que tiene usted delante le ha hablado en 2023 de la masacre de Gaza, la debacle de la izquierda en las municipales, el voto por correo, la amnistía, los neonazis en Ferraz, la enésima resurrección de Pedro Sánchez (que empezó y termina el año en la Moncloa), la financiación de la Iglesia, los desmanes de algunas grandes fortunas... hay grandes titulares que nos igualan a todos, pero en infoLibre puede estar seguro de que no va a indigestarse con ningún bulo.

Porque bulos hemos tragado también en este año que termina. Con permiso del señor Musk, capitán general de los amplificadores de bulos, en 2023 nos han salpicado falsos vetos de Macron a Pedro Sánchez, inocuas catástrofes ecológicas con las placas solares, ciudadanos encerrados en barrios dentro de ciudades de 15 minutos, gobiernos (perrosanxistas, claro) dinamitando presas en plena sequía… En el mundo real no es fácil pillar a un mentiroso. En el mundo periodístico, sí. Aquí no hay bulos. Ni uno.

He ahí el resumen (pintado con brocha gorda) del año que termina.

La letra fina de 2023, la que pasará a la historia, la escribió una madrileña de Carabanchel el 20 de agosto en Sidney. Ella, pletórica campeona del mundo, fue víctima de una agresión machista ante nuestros ojos, ante la mirada atónita del resto del mundo. Ese momento y todo lo que vino después es ya historia de la lucha feminista: fue ese día cuando el feminismo superó su punto de no retorno. El #SeAcabó de Jenni Hermoso activó un resorte muy específico en una sociedad hastiada de confrontación: le puso cara, carne y verdad al consentimiento. Todo lo que las feministas fallaban en transmitir a las, digamos, no feministas, desapareció del mapa. Con Jenni llegó la luz, el entendimiento, el “eso me ha pasado a mí”, el “joder, era eso”. El “está más claro que el agua”.

En ese preciso momento el consentimiento dejó de ser una teoría (feminista, jurídica) para ser algo tangible, pegajoso como un chicle, que muchas vivían (ya no) sin entender que estaban siendo agredidas. El consentimiento, reducido en los mentideros de derechas a poco más que una broma, a una pregunta jocosa para ridiculizar su importancia, tomaba forma de indeseado piquito, véase mano en el culo (o en el pecho), que lo volvía todo claro, espeso. Real.

La letra fina de 2023, la que pasará a la historia, la escribió una madrileña de Carabanchel el 20 de agosto en Sidney. Ella, pletórica campeona del mundo, fue víctima de una agresión machista ante nuestros ojos, ante la mirada atónita del resto del mundo

Tenemos mucho que agradecerle a Jenni Hermoso, pero también al sindicato que la defendió en ese momento. Y aquí está la otra gran lección del #SeAcabó. Juntas somos más fuertes y nada simboliza esa unión como el movimiento sindical. FUTPRO llegó a las noticias para poner el punto sobre lo que importa: defendemos mejor nuestros derechos si lo hacemos juntas. Si somos una piña somos imparables. Apuntemos el aprendizaje, porque es de los buenos.

Y dirán ustedes que 2023 ha sido mucho más que eso. Lo importante casi nunca llega a los titulares. La gente que me rodea, mi familia en el sentido más amplio de la palabra, se ha preocupado además por la subida (enorme) de la hipoteca, por el agujero sin palabras que les separa de sus hijos cuando se ponen ante la pantalla, por la ansiedad ante las pruebas médicas por un bulto en el pecho, por los contratos que no se renuevan… Rodri, en medio de un mal año, disfrutó como un niño del pregón de San Ramón; Julia duerme más tranquila desde que su hijo encontró su primer trabajo; Iria y Alba vieron a Lucas Pérez volver a Riazor; Prado tocó fondo y levantó la mano; Susana sobrevivió a la primera semana de su hijo en el extranjero; Meli vivió la renovación de su ídolo con el Athletic; Mariana se convirtió en madre y padre de sus tres hijos cuando el trabajo alejó a su marido de casa; Cecilia, Eli y Sofía cambiaron de trabajo, Sergio ha sido tío, Delia se casó, Pedro estrenó casa y celebra por fin un año sin despedir a ningún ser querido y Ana ha aprendido a disfrutar la gran (y olvidada) alegría de la salud. 

Para mí, sobre todas las cosas, el año que termina es el año en el que perdí a mi padre. No vio ganar a Jenni Hermoso. No sabe cómo hemos cambiado todos… Pasaron cosas malas antes y cosas buenas después de su muerte. No las recuerdo. 2024 será el año en el que aprenda a vivir con ello. 

¿Han hecho ustedes ya esa -casi obligatoria- valoración del año que termina? Espero que la balanza se compense, que las enseñanzas superen a las pérdidas y que afronten lo que viene por delante con ánimo y sin crispación. Si se animan a compartirlo en los comentarios, lo leeré con gusto. 

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