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NOCHEVIEJA DESDE LA REDACCIÓN

El vals (remasterizado) de la Navidad o la crónica de un vaso medio lleno

No sé cómo afrontarán ustedes las fiestas que vienen. Yo, que hace bien poco que me he puesto la camiseta del vaso medio lleno, llego al final de diciembre con la misma nostalgia que me atrapaba cuando me vestía casi cada día de temores varios. Me decían que hay que vivir sin miedo, arriesgar, darle una vuelta a los clásicos. Yo no les creía, pero era verdad. Lo que no es es fácil.

Cuando una se viste de mujer en positivo tiene que elegir qué ha de cambiar. No sé si lo estoy haciendo del todo bien, porque el plato fuerte va a seguir siendo el capón (en mi defensa diré que soy de Vilalba y hay cosas que marcan mucho). Me dispongo también a compartir conversaciones y espumoso con los de siempre. Volveremos a jugar al bingo, a juntarnos en el Peón (que ya no se llama así, pero a quién le importa) y emocionarnos con el recuerdo de otras fiestas, aquellas en las era mi voz, nuestra risa de niñas, la que rompía los silencios de los adultos… Es posible que su vida sea, también, una sucesión de nochebuenas con las ausencias que dejan y con el calor de los nuevos abrazos. Yo voy a ver si consigo centrarme en los abrazos que todavía puedo dar.

He mirado con asombro a La Palma, con miedo al recibo de la gasolinera, con angustia a la hipoteca y con reticencia a Catar, pero sobre todas las cosas, he mirado con interés las noticias

2022 pasará a la historia por la guerra de Ucrania, pero lo recordaremos también por la excepción ibérica, la inflación, el ¿esperado? desembarco de Núñez Feijóo en Madrid o la foto de Messi vistiendo una especie de batín transparente y levantando la copa del mundo. Para mi 2022 es también el año en el que volví a pisar una redacción y eso lo compensa (casi) todo. Bien. Vaso medio lleno

Estos días en los que la crónica de 2022 se ha escrito ya y la bronca y el conflicto confunden el tono (y al lector) sobre lo urgente y lo importante, hago el recurrente parón anual para reflexionar sobre mi vida y el peso que los años suman a nuestra báscula (mental y física, no me engaño). En este año que termina he perdido a grandes referentes, como el maestro Teo Lozano, he llorado el enésimo batacazo del Depor y he invertido muchas horas (y ojalá sólo horas) en cuidarme para poder cuidar a los demás. He mirado con asombro a La Palma, con miedo al recibo de la gasolinera, con angustia a la hipoteca y con reticencia a Catar, pero sobre todas las cosas, he mirado con interés las noticias.

Dicen que vienen tiempos difíciles, mi madre dirá que dios nos coja confesados. Jesús Maraña, que no es tan sabio como mi madre, pero anda cerca, dice que nos hace falta periodismo fiable. Y yo, que me he subido a este maravilloso barco de infoLibre, les digo que aquí nos proponemos no defraudarles. Cuenten con nosotros.

Mientras, brindaré por las fiestas con godello y por el año nuevo con txakoli. Vaso medio lleno, claro.

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