¿Quién les dio la cuerda para ahorcar al muñeco de Ferraz?

Lo peor que puede hacerse el 1 de enero es intentar ser original, así que este artículo escrito el primer día del nuevo año es una lista de los buenos deseos reglamentarios: salud, amor, compañía, prosperidad y buena suerte para todas las mujeres y hombres de buena voluntad. También es un ruego laico, ojalá que en 2024 se acaben las guerras, en Ucrania y en Palestina, en Yemen, Sudán o Birmania; ojalá que el mundo en general se vuelva más justo y equitativo, deje de morir una persona cada cuatro segundos de hambre en el planeta, más de mil sólo en África oriental, aquí al lado; ojalá que no haya trece denuncias por violación al día, una cada dos horas, según los datos del Ministerio del Interior.

También sería fantástico que la ola ultra que envenena las sociedades actuales se la llevara el mar de la historia, porque es un movimiento involutivo que empieza en las teorías económicas del neoliberalismo, acaba en las arenas embarradas de la política y en su viaje de un extremo al otro arrasa con todo lo que puede, dado que su fin no es otro que acabar con la democracia e imponer un sistema de clases y privilegios. Una dictadura, con o sin tanques.

Parece que en ese ámbito ideológico todo es cuesta abajo: empiezan a propagar la ira, el odio y la violencia y ya no pueden detenerse. Un día lanzan proclamas contra el Gobierno de izquierdas, lo desacreditan en todos los frentes y, cuando no son capaces de sacar en las elecciones los votos necesarios para llegar al poder, lo declaran ilegítimo. De ahí saltan a la cólera verbal, perdiendo los papeles y sobrepasando la línea que separa la crítica del insulto, la disensión de la falta de respeto. El siguiente paso es decir que a Pedro Sánchez algún día lo colgará de los pies el pueblo, que debe de ser esa gente que se concentra de forma simultánea frente a la sede el PSOE en la calle Ferraz, unos para exhibir símbolos fascistas, otros para lanzar vivas al genocida Franco y otros para rezar un rosario. A continuación, uno de sus gallos de pelea agrede a un concejal de la izquierda en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. Luego aparece Ayuso para llamar, de nuevo, cómplice de independentistas y terroristas al presidente, a quien odia, más que nada, porque le dice la verdad sobre los tratos de favor que la lideresa le ha dado a su familia, reiteradamente beneficiada con concesiones de dinero público. Para rematar la faena, en nochevieja aparece un grupo de exaltados y ahorca, golpea con barras de hierro y da de puñetazos a un muñeco que representaba, cómo no, a Pedro Sánchez. Salvando el país, y eso. Al convocante de esa llamémosla manifestación lo ha llamado la policía a declarar. A ver si eso supone que los jueces y las fuerzas del orden van a empezar a tomarse en serio esas provocaciones y a tratarlas con menos condescendencia.

El PP niega la violencia de Vox como Vox niega la violencia contra las mujeres, o al menos calla y otorga, con lo fina que tienen la piel para otras cosas

El PP, por la ineptitud, la cobardía o la suma de ambas que definen la actuación de su actual jefe, se deja llevar por esa espiral cuya fuerza es centrífuga, lo aleja del centro para llevarlo a una radicalidad que lo ha dejado solo y que es la razón por la que Feijóo no está en La Moncloa: no porque él no haya querido, sino porque nadie salvo los ultras lo han querido a él. Intentar ganar en algaradas callejeras lo que no han sabido conseguir en el Parlamento es un indicio de temperamento poco respetuoso con las famosas reglas del juego, igual que mantener bloqueado el Consejo General del Poder Judicial, una actitud que no se debe repetir y contra cuya posibilidad habrá necesariamente que cambiar la ley, de forma que esta no beneficie a los tramposos, que es justo lo que está ocurriendo, por mucho que lo vistan con el traje del patriotismo, que ya no cuela ni aquí ni en Europa.

El PP niega la violencia de Vox como Vox niega la violencia contra las mujeres, o al menos calla y otorga, con lo fina que tienen la piel para otras cosas. ¿Qué mano mece el muñeco de Pedro Sánchez que golpean en la calle de Ferraz? Igual son dos: la que calla y la que otorga. ¿Quién les dio la cuerda para que lo ahorcaran? Y mientras, continúa su discurso del apocalipsis, según el cual la patria se hunde, va a la ruina y se disgrega, Bruselas nos echa flores y la Bolsa tuvo en 2023 una subida del 23%, la mayor en catorce años. Ahora sólo falta que esa bonanza llegue a todos los hogares. Feliz 2024.

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