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Qué ven mis ojos

Que Pablo Casado nos desee un mal 2022 y seguro que lo bordamos

Si ves que alguien siempre pincha en hueso... no le eches la culpa al hueso

Las matemáticas no son de izquierdas ni de derechas, por eso es más difícil manipular los números que las palabras: al final, dos más dos siempre van a ser cuatro. Otra cosa es que, a la hora de repartirlos, tres y medio vayan para los de siempre y lo que queda para los demás, pero la cifra es la que es y suele ponerles la cara colorada a quienes tratan de manipularla. Son lentejas, como se decía antes. Por ejemplo, si ves que la Comunidad de Madrid, de acuerdo con sus propias cifras oficiales, tenía antes de que comenzara la pandemia 4.055 médicos de familia y ahora hay 4.033. Ya puede decir misa la presidenta Ayuso, que sólo le darán la razón quienes comparten sus mentiras y le dicen amén a todo para conservar su plaza en el paraíso. O más de lo mismo si ella asegura que prorrogará los contratos covid-19 “hasta después del invierno” y después te enteras de que le acaba de llegar la carta de despido a ochenta y un sanitarios del hospital de la Princesa, todos ellos personal de UCI, Urgencias, neumología y enfermería; es decir, servicios esenciales.

En Andalucía suelta el vicepresidente Juan Marín, de Ciudadanos, que "quién le asegura a él que contratar a ocho mil sanitarios iba a mejorar la atención médica en Andalucía" y te das cuenta de hasta qué nivel de cinismo puede llegar uno con tal de seguir cobrando un sueldo público. En el mismo partido naranja, su líder, Inés Arrimadas, recurre una vez más a la retórica del saltimbanqui, esa que ha hundido a su partido, para decir, como quien llora sobre la leche derramada, que "regalar al PP cuatro presidencias autonómicas fue un grave error" que, sin embargo, va a seguir cometiendo en Madrid y en Andalucía hasta el punto de que acaba de declarar en Sevilla que, si por ella fuese, concurriría en las próximas elecciones autonómicas en una lista conjunta con el PP. Nos quiere tomar el pelo, pero le ha vendido las tijeras al diablo.

En el Partido Popular se muestran muy preocupados por la salud de las y los españoles y donde gobiernan destruyen la Sanidad pública, cierran ambulatorios, recortan la plantilla como han hecho siempre y por eso surgieron las mareas verdes y de todos los colores contra ellos. En dos ejemplos clamorosos de la hipocresía que ha implantado el trumpismo a la española, la formación de la calle de Génova y sus aliados de derecha y ultraderecha votan contra los pensionistas en el Senado, contra la revalorización de las pensiones con el IPC, que se ha aprobado a pesar del trío de Colón. Y su gran esperanza blanca, de nuevo Ayuso, impide en Madrid la creación de una Agencia Contra el Fraude y la Corrupción, lo cual no puede ser otra cosa que lo que parece: quieren seguir el saqueo y que les aplaudan los atracados. Así lo harán quienes son más de derechas que el grifo del agua caliente, visto desde la perspectiva de quien se lava las manos, y aquí a algunas y algunos a eso no hay quien les gane: si les echa una carrera Poncio Pilatos, queda segundo.

Es que no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Por eso se difunden unas imágenes de la directora del centro de salud Cuzco, en Fuenlabrada, y hay quien dice que las imágenes no son de España –debe de ser por que les suena a Perú el nombre del ambulatorio– y quien llega a decir que como el abrigo que lleva la doctora es morado, pues que es de Unidas Podemos y lo que está es dando un mitin. "Es imposible gobernar un país con 300 clases distintas de queso", decía De Gaulle de Francia. Tampoco es fácil llevar las riendas en uno donde las autoridades políticas y sanitarias intentan defendernos de la propagación del virus imponiendo el uso de las mascarillas, como dicen una y otra vez los científicos, y lo primero que aparece es un movimiento #YoNoMeLaPongo.

Y así todo y hasta en las mejores casas, como demuestra la inquebrantable lealtad monárquica del PSOE, encarnada por la ministra Margarita Robles, que dice que tal vez "los comportamientos del rey emérito no son ejemplares" pero que "no pueden empañar la Corona como institución". Es como decir que los creadores de las vacunas contra el coronavirus podrían dedicarse a atracar farmacias sin que eso ensombreciese su hazaña. De la amistad renovada de Juan Carlos I –hay que recordar su nombre, que parece hoy día puesto a buen recaudo tras el alias de “el emérito”– con Abdul Rahman El Assir, un mercader de armas hispano-libanés en busca y captura internacional tras no presentarse a un juicio por defraudar 14,7 millones a la Hacienda española, con quien pasa muy buenos ratitos en Abu Dabi, no ha comentado nada la titular de Defensa. El actual monarca, Felipe VI, tampoco se acordó en fechas tan señaladas de su padre, que no es ya que no volviese a casa por Navidad, sino que no apareció ni por el discurso de su heredero, donde sonó como un latigazo la frase que hablaba de la necesidad de que las instituciones fuesen ejemplares.

Menos mal que siempre nos quedará Pablo Casado y la esperanza de que nos desee algo malo, que es sinónimo de que salga bien

Menos mal que siempre nos quedará Pablo Casado y la esperanza de que nos desee algo malo, que es sinónimo de que salga bien. Intentó torpedear la llegada a nuestra nación de los fondos europeos, y ya están llegando; dijo que la negociación para derogar la reforma laboral del PP que tanto daño ha hecho a nuestro país, no llegaría a buen puerto, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha conseguido que se pongan de acuerdo, aportando cada una su grano de arena, CEOE, CCOO y UGT, es decir, el Gobierno, la patronal y los sindicatos; y fue vociferar que otra vicepresidenta, Nadia Calviño, es “una incompetente”, que es “la peor ministra” de Economía del continente y que "no le iban a dar ese puestecito que quería en la UE", y a los diez minutos la han nombrado presidenta del Comité Monetario y Financiero del FMI.

¿En qué se parecen el ala más moderada y la otra del Gobierno, la más PSOE y la más UP, la que encarnan Calviño y Díaz? En que con las dos pincha en hueso el aún jefe de la oposición. Aunque a mí me parece que este hombre podría pinchar en hueso hasta con un animal invertebrado. Lo que no tiene remedio, es que no lo tiene y, además es imposible. Pero hagamos de la necesidad virtud y ante la llegada del nuevo año, que será el de la recuperación a todos los niveles, aprovechemos que hay alguien entre nosotros con una capacidad semejante para cometer errores y equivocarse de lado y pidamos juntos, todas y todos, un deseo: que Pablo Casado nos desee un mal 2022, y seguro que lo bordamos.

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