Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
Es probable que no hayáis oído hablar, así de primeras, de los Espacios de Igualdad de los que disfrutamos muchas personas en la ciudad de Madrid. Aunque lo desconozco, estoy segura de que servicios públicos como este existen en todos los municipios españoles que lo demanden.
Los de Madrid funcionan desde 2017, y están hoy amenazados de muerte por un gobierno municipal que, mezclando churras con merinas y derrochando luz de gas, recorta derechos y servicios públicos apelando a unas ficticias ganancias de eficiencia que no es capaz de demostrar.
Mi Espacio de Igualdad de confianza, el de mi distrito, es el Elena Arnedo Soriano. Elena Arnedo fue médica ginecóloga, además de escritora, política y activista por los derechos de las mujeres, en una España que aún vivía en blanco y negro. Defensora de los derechos sexuales y reproductivos, e impulsora de los servicios de planificación familiar. La descubrí tarde, gracias a mi madre, que me prestó La picadura del tábano: la mujer frente a los cambios de la edad, un ensayo sobre la menopausia, el androcentrismo clínico y otros temas de la salud de las mujeres que siguen hoy siendo tabú.
Elena Arnedo es una de las dieciocho mujeres que nos inspiran a miles con su legado, con los Espacios de Igualdad que lucen sus nombres y que son nuestra habitación propia, ese espacio de autonomía personal que Virginia Woolf describía hace casi un siglo como condición necesaria –junto a la independencia económica– para nuestra emancipación plena.
Sobre mi Espacio de Igualdad y los de Ana Orantes, Berta Cáceres, Carme Chacón, Clara Campoamor, Dulce Chacón, Emilia Pardo Bazán, Gloria Fuertes, las hermanas Mirabal, Juana Doña, Lourdes Hernández, Lucía Sánchez Saornil, Lucrecia Pérez, María de Maeztu, Marina Moliner, María Telo, María Zambrano y Nieves Torres pende hoy la motosierra del regidor municipal. Pretende convencernos de que la fusión de los centros especializados de apoyo a las víctimas de violencia machista –que urge multiplicar y dotar de muchísimos más recursos y respeto– y los Espacios de Igualdad, es lo que las usuarias de unos y otros servicios queremos y necesitamos. ¿Será que el regidor reconoce que todas somos, de un modo u otro, víctimas de la violencia machista?
Soy usuaria del Espacio de Igualdad Elena Arnedo desde que abrió. He organizado y participado en decenas de actividades chulísimas, muchas de ellas con recurrencia y muy buena acogida. También he utilizado el Espacio para “mis cosas”. O más bien, para cosas de mi hija. Fue el lugar que acogió las sesiones de trabajo de los sábados por la mañana de cinco niñas y vecinas del distrito, de entre 10 y 12 años, participantes del Programa Technovation Girls, una iniciativa internacional hoy consolidada que persigue un propósito muy importante: eliminar las brechas de género en las profesiones intensivas en tecnología, desde el momento en el que estas brechas comienzan a evidenciarse, a las edades que estas niñas tenían por entonces.
¿Será que Almeida reconoce que todas somos, de un modo u otro, víctimas de la violencia machista?
En ese Espacio de Igualdad trabajaron hasta que llegó el confinamiento. Siguieron trabajando desde casa durante esos meses tan duros, con el ánimo de su mentora, su mentor y sus familias. Trabajaron tantísimo que fueron finalistas mundiales con una propuesta preciosa de apoyo a las personas mayores de su distrito. Muchos medios de comunicación de radio, tv y prensa escrita locales se hicieron eco de tremendo logro, y se convirtió en una pequeña noticia positiva en ese verano de 2020 en el que estas no abundaban.
El caso es que un año y pico después, en diciembre de 2021, el Ayuntamiento lanzó la app Madrid te Acompaña, en esencia y salvando las distancias y capacidades, idéntica a la que diseñaron estas niñas. Tan parecida, que despertó las sospechas de la abuela de una de ellas al leer una columna de opinión de Rosa Montero en la que compartía un pálpito con sus lectores: “Supongo que la idea de la app se le ha ocurrido a alguien muy joven”. Pero ese epílogo es otra historia que hace unos años conté por desahogo en X.
Vuelvo al tema, que un recuerdo me lleva a otro, me enfurezco y pierdo el hilo.
El caso es que sin ese impulso inicial que el Espacio de Igualdad Elena Arnedo brindó a estas niñas con la cesión de un espacio acogedor, dotado de medios tecnológicos y cerquita de sus casas, no hubieran triunfado como lo hicieron.
Sin este Espacio tampoco habrían sido posibles las cinco ediciones de la campaña navideña de recogida y entrega de juguetes del distrito en la que muchas vecinas nos embarcamos, ni las cuatro ediciones del mercadillo de trueque solidario de ropa y calzado con las que vaciamos y volvemos a llenar armarios en los cambios de temporada y damos nuevas vidas a muchísimos kilos de textil, calzado y complementos.
Y no serán ya posibles, cuando desaparezcan los Espacios tras esa eufemística y ofensiva fusión, infinidad de actividades que miman las redes de apoyo en los barrios, que explican cosas que nos pasan y que nadie explica en ningún otro sitio, que nos recuerdan el cuidado de nuestro maltratado suelo pélvico, que nos descubren a mujeres históricas e invisibles a pesar de haber habitado en nuestros entornos, que hacen crecer la confianza propia y mutua. Iniciativas imprescindibles que han nacido y crecido por disponer de una habitación propia que hoy el alcalde Almeida nos arrebata.
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Verónica López Sabater es economista y consejera de la Cámara de Cuentas de Madrid.
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