Guerra cultural, Hamás, Israel y Occidente

El inmediato apoyo recibido por Israel por parte de EE.UU., la Unión Europea y el Reino Unido tras el atentado terrorista de Hamás, con visitas de sus líderes, fotos de grupo y declaraciones a la par, es mucho más que un gesto solidario por lo ocurrido. El mensaje que lanzaban no era de condolencia, la idea que querían transmitir es la de “estamos contigo en la defensa de una cultura y de un modelo de sociedad”. Justo el mismo mensaje que ha recibido Hamás por parte de los países musulmanes.

Quizás no somos lo suficientemente conscientes de que hoy el conflicto no está en las ideologías, la economía o la geopolítica, sino que su núcleo reside en la cultura. La cultura se ha convertido en el elemento esencial sobre el que articular los demás elementos. De manera que para que haya debate económico tiene que haber antes acuerdo en el marco cultural sobre el que llevarlo a cabo, y lo mismo ocurre con el debate educativo, sanitario, laboral o de cualquier otro tipo, todos se tienen que hacer dentro de un marco cultural previamente asumido como válido. Si no es así, se dará prioridad al debate sobre el modelo cultural, como estamos viendo con la llamada “guerra cultural” ante la transformación social a favor de la igualdad dentro de cada uno de los diferentes modelos, entre ellos el occidental y el islámico, lo cual no evita el “enfrentamiento” dentro de cada modelo ante los cambios que se viven en ellos.

Al margen del conflicto histórico entre Israel y Palestina, lo que revelan las dinámicas de estas últimas semanas es la existencia de un bloque por parte de Occidente y otro por parte de Oriente Próximo. Sin el apoyo de occidente, Israel no podría haber hecho todo lo que ha conseguido durante estos años con su estrategia violenta y militar, y sin el apoyo del bloque islámico Palestina no podría haber soportado todos los ataques bélicos, ni Hamás podría haberse hecho con un espacio y protagonismo en su lucha contra Israel.

La hipocresía de la política es permitir que todo esto suceda como si no ocurriera nada, y hacer creer que cuando no hay ataques no hay enfrentamiento, tal y como explicamos en el artículo Jamás (15-10-23).

Hoy el conflicto no está en las ideologías, la economía o la geopolítica, sino que su núcleo reside en la cultura. La cultura se ha convertido en el elemento esencial sobre el que articular los demás elementos

Occidente no va a permitir que Israel salga debilitado de cualquier enfrentamiento o negociación con Palestina, porque sería una demostración de vulnerabilidad ante el enfrentamiento cultural que tiene en Oriente Próximo el foco más intenso, pero no se limita a él, ni se reduce a determinados territorios o recursos. Hoy el conflicto está en cualquier lugar del planeta donde conviven las dos culturas, especialmente en las sociedades occidentales en las que gran parte de la población musulmana es discriminada.

El error que puede cometer Occidente está en creer que cuenta con una superioridad de fuerzas sobre el bloque islámico, cuando en realidad el equilibrio se mantiene porque una parte importante en cuanto a recursos económicos y materiales del mundo árabe está adoptando una posición a modo de tampón, y absorbe muchos de los ataques y reacciones que se producen desde cada uno de los bloques. Una situación que en cierto modo refleja que por encima de los elementos religiosos y sociales está la concepción androcéntrica que defiende la continuidad del poder, y los beneficios y privilegios que genera para que quien cuenta con él acumule más poder. Y para conseguir esos objetivos necesita jerarquías internas con el objeto de que haya personas, grupos y países sometidos a las necesidades de otras personas, grupos y países que ostentan el poder. Por eso ninguno de los dos bloques, al menos en la situación actual, plantea un enfrentamiento abierto.

Lo que no se ve en todo este proceso diplomático es la intención de afrontar con sinceridad la solución del problema existente, el cual no se limita a resolver la situación actual. Solucionar el enfrentamiento que se desarrolla en la actualidad sólo servirá para preparar el próximo ataque, como ocurrió con el anterior hasta que se produjo el atentado terrorista de Hamás el pasado 7-10-23, porque la situación estructural permanecerá igual.

Si cuando el presidente Rodríguez Zapatero habló de “alianza de civilizaciones”, hace casi 20 años, nos hubiéramos puesto a trabajar en ello, en lugar de ridiculizarlo y reírse de su propuesta, como hicieron los sectores conservadores que hoy hablan de amenaza yihadista, probablemente ahora estaríamos cerca de una solución definitiva, no con la preocupación de que las circunstancias puedan convertir el problema en definitivo.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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