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Bono cultural: una oportunidad de oro pero con matices

Inma Ballesteros

Desde el 25 de julio se puede solicitar el Bono Joven Cultural en España. Lo pueden hacer aquellos que hayan nacido en 2004 y se tramitará a través de una aplicación que se podrá llevar en el móvil. El bono permite gastar 400 euros en consumo cultural distribuido en tres modalidades que abarcan casi toda la oferta cultural. Se trata de una iniciativa novedosa para nuestro país. Aunque ya se ha llevado a cabo en algunas comunidades autónomas como Andalucía y Extremadura, las cantidades eran mucho más modestas, entre 40 y 60 euros, por lo que el impacto sobre el consumo ha sido muy reducido.

El diseño del bono cultural español tiene como referentes dos iniciativas europeas, la italiana y la francesa. La primera fue la pionera y se impulsó en 2016 en el gobierno de Matteo Renzi. Con el nombre Bonus Cultura y una ayuda de 500 euros, pretendía estimular el consumo cultural en los jóvenes, con la esperanza de ampliar y generar nuevos públicos. Los resultados de la evaluación de este primer intento desvelaron que la mayor parte de los beneficiarios optaron por invertir su bono en libros. Casi el 80% del presupuesto destinado, 132 millones de euros, lo recibió la industria editorial italiana, sobre todo porque se permitía la compra de libros universitarios.

El bono francés obtuvo resultados parecidos a su vecino italiano. Los datos de impacto también destacaron un 80% del uso del bono para la compra de libros, aunque además se evidenció un aumento de las prácticas culturales en las personas que se beneficiaron del bono. En este sentido podemos decir, por ejemplo, que un 34% de los jóvenes franceses afirmaron que antes de recibir esta ayuda no leían de manera habitual. De igual manera, el 25% confesaba no consumir contenido audiovisual anteriormente. Podemos concluir que se consiguió el objetivo de construir nuevos públicos y ampliar audiencias.

La principal diferencia del bono español frente a sus predecesores europeos es que está dirigido específicamente al consumo cultural.  Mientras el francés y el italiano introducen también la opción de acceder a formación artística y a la compra de instrumentos, nuestro Ministerio de Cultura y Deporte se ha centrado en reactivar la demanda de bienes de un sector que se vio intensamente afectado por los cierres del confinamiento.

Sin embargo, si ampliar audiencias es una cuestión importante para generar economía e impulsar la participación en la vida cultural, también es fundamental desarrollar habilidades en este sentido. Aprender a tocar un instrumento, seguir un curso de teatro o de creación artística en general, aporta habilidades extraordinarias a las personas, completando la formación académica oficial. Por eso entendemos que el bono cultural puede ser además una oportunidad para ampliar el conocimiento de la juventud sobre las disciplinas artísticas y debería incorporarse también a la iniciativa española.

El bono cultural lleva también asociados algunos riesgos. Entre ellos identificamos la posibilidad de ampliar las brechas que existen en el territorio. El acceso a la cultura para las personas jóvenes que viven lejos de las ciudades implica una necesidad de desplazamiento para acudir a los eventos culturales o para acceder a los bienes que quieren consumir. Así lo dejaron claro los jóvenes italianos y franceses cuando les tocó evaluar su experiencia. Por eso propusieron que para estos casos el bono se acompañara de una ayuda para el transporte.

De la experiencia francesa además tenemos la evidencia de que es necesaria una articulación territorial para que el bono tenga éxito. Sin una coordinación con los territorios, desde los entes locales y regionales, hasta las asociaciones y gremios profesionales, será difícil que lleguen los 400 euros a las personas jóvenes que residen en zonas rurales o territorios periféricos. Es clave para el éxito de esta iniciativa que la oferta que generen las entidades asociadas esté descentralizada y pueda ser accesible al mayor número posible de jóvenes, con independencia de su lugar de residencia.

El bono cultural es una oportunidad y es un riesgo, pues si no conseguimos transmitir la riqueza que la cultura aporta al crecimiento personal, habremos perdido a toda una generación

Otro de los riesgos se genera por la universalidad de la ayuda, en el sentido de que no se tienen en cuenta para recibirla la renta de las personas beneficiarias ni los resultados académicos o profesionales. Aquí hay que añadir que italianos y franceses identificaron como beneficiarios mayoritarios a los jóvenes universitarios, con solo un 1% de beneficiarios trabajadores. Creemos que se deberá poner especial atención en facilitar el acceso al bono a aquellas personas que, aun cumpliendo los requisitos, tengan dificultades para adherirse por su situación socioeconómica.

Estamos por tanto ante una iniciativa que aportará mucha información sobre las preferencias culturales de la juventud. La gestión del bono a través de una aplicación permitirá obtener datos sobre el consumo y las reacciones ante la oferta. Es importante analizar a posteriori esos datos, como se hizo en Francia. Del análisis de los resultados iniciales de la experiencia francesa se dedujo que la ayuda económica no bastaba para incentivar el consumo cultural. Se planteó entonces la necesidad de facilitar una mediación cultural para evitar un mal uso de la ayuda y alinear el disfrute del bono con los objetivos planteados. Además, se pudieron identificar diferentes perfiles de consumo cultural, lo que permitió entender mejor las preferencias de la juventud sobre su participación en la vida cultural.

Para aprovechar esta oportunidad de oro, las iniciativas culturales descentralizadas tendrán que hacer un esfuerzo de cara a plantear una oferta atractiva dirigida a públicos que llegan con altas expectativas. Es una oportunidad y es un riesgo, pues si no conseguimos transmitir la riqueza que la cultura aporta al crecimiento personal, habremos perdido a toda una generación.

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Inma Ballesteros es directora de Cultura y Comunicación en la Fundación Alternativas

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