Extremadura o la apoteosis pírrica del PP

¿Os llega también el aroma sulfuroso de las palabras de Miguel Tellado? Fue uno de los últimos en intervenir en la noche del lunes, cuando la estupefacción por el silencio ante los resultados de los ganadores había cundido ya ampliamente más allá de las 23:30 h. Pero por suerte Tellado puso las cosas en su sitio y el mensaje que leyó extasiado detrás de estos resultados era una patada en el culo de Gallardo contra Sánchez para que desaloje, y rapidito, la Moncloa. 

Como mensaje es sin duda contundente; como análisis electoral quizá es algo simplificador y sobre todo algo embustero: oculta la peligrosa estrategia puesta en marcha por Génova con peones regionales para derribar al final a Sánchez. Las operaciones nacidas de los laboratorios entrañan a menudo riesgos imprevistos y este adelanto electoral instrumental en Extremadura es posible que a María Guardiola se le haya atragantado soberanamente, a ella y a Génova. Cabe suponer que estuvieron de acuerdo en que Extremadura fuera la primera de las cuatro Comunidades que debía iniciar el reguero de derrotas socialistas hasta culminar en Andalucía en junio: ese objetivo ha sido ampliamente cubierto, desde luego con denodados esfuerzos propios socialistas. Es difícil imaginar, siquiera especulativamente, un personaje más desmotivador y desmovilizador que Miguel Ángel Gallardo, a la vez que Irene de Miguel evidenció en campaña el tirón de una candidata capaz de sacar de casa a un votante que, para el caso del PSOE, dijo que no, así no, con este no, y de perdidos al río.

Las operaciones nacidas de los laboratorios entrañan a menudo riesgos imprevistos y este adelanto electoral instrumental en Extremadura es posible que a María Guardiola se le haya atragantado, a ella y a Génova

La catástrofe socialista extremeña puede tener o no valor de indicio de futuro o de brújula de las derrotas sucesivas. Me inclino a pensar que su valor profético es limitado con respecto a Aragón o Andalucía porque las circunstancias que concurren en este caso fueron muy tóxicas y muy particulares: era el mejor entorno posible para el PP pero no le ha servido literalmente de nada al PP. A quien ha beneficiado la estrategia de Génova ha sido una vez más a Vox: la cúpula del PP está empeñada en engrosar de forma metódica y sistemática a quien teóricamente debería ser su competidor. El PP sigue dejando que la ultraderecha crezca a costa de su propio votante (o de votante nuevo, como en este caso), y ya no es fácil saber si es un propósito deliberado –alguien seguro con quien pactar futuros gobiernos– o es una deriva autodestructiva del diabólico Tellado. Igual se lo acaba llevando a él mismo (y a su presidente) por delante el carrusel electoral que se le avecina si sigue la tónica previsible de ganar las elecciones a la vez que llega más Vox, doble de Vox, como dijo anoche eufórico su candidato extremeño. Las dos tazas pronosticadas, y estas quizá sí proféticas, pueden acabar muy atravesadas en la garganta del PP (y de la democracia española).

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Jordi Gracia es filólogo, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, ensayista y codirector de TintaLibre.

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