La estrategia de la extrema derecha

Abascal aparta a Ortega Smith y reorganiza Vox para frenar las fugas hacia el PP tras el ‘caso Olona’

Santiago Abascal y Georgia Meloni se abrazan en la edición del año pasado de la reunión anual de Vox.

Hace un año, en la primera edición de la fiesta anual de Vox, la estrella no fue Georgia Meloni, por aquel entonces improbable futura primera ministra italiana. Fue Macarena Olona, personalidad indiscutible de la ultraderecha parlamentaria, bailando la canción de Los del Río que lleva su nombre.

Doce meses después, las cosas han cambiado. Vox ha sufrido su primer revés importante en Andalucía, donde fue incapaz de convertirse en la piedra angular de un gobierno de coalición con el PP, Olona está fuera de la organización, supuestamente cocinando un nuevo partido, y Meloni se prepara para gobernar Italia con el apoyo de los socios de Alberto Núñez Feijóo en aquel país.

La dirección de Vox, con Santiago Abascal al frente, lleva cuatro meses rumiando una reorganización a partir de la cual relanzar las expectativas del partido. En febrero soñaban con superar al PP en el liderazgo de la derecha, pero ahora pelean por no seguir bajando en las encuestas con unas previsiones de voto cada vez más alejadas de los de Alberto Núñez Feijóo.

El último movimiento, conocido este jueves, ha sido sustituir en la Secretaría General a Javier Ortega Smith, diputado en el Congreso y candidato a la Alcaldía de Madrid, por Ignacio Garriga, su portavoz en Cataluña. El primero pierde poder orgánico —su nuevo puesto como vicepresidente carece de poder real—, pero gana presencia parlamentaria porque a partir de ahora se ocupará de coordinar la instrumentalización de la Justicia que Vox mantiene desde que comenzó la legislatura contra el Gobierno y que, hasta la campaña andaluza, era responsabilidad de Macarena Olona. Y tendrá, sobre todo, la oportunidad de centrarse en la pelea con José Luis Martínez Almeida por el codiciado voto ultra de la capital sin distraerse en la preparación de la compleja campaña autonómica y municipal que se avecina, en la que Vox aspira a dar un salto presentando más candidatos que nunca. 

De ese trabajo se ocupará Garriga, que no tiene elecciones a la vista y a quien Abascal desea proyectar para frenar la recuperación del PP en Cataluña en la que trabaja el equipo de Feijóo. Vox se convirtió en 2021 en la principal fuerza política de la derecha catalana no nacionalista al alcanzar más escaños que la suma de Ciudadanos y Partido Popular.

No es el único movimiento que Vox está dando en Cataluña. El coqueteo con Cayetana Álvarez de Toledo, un referente para la derecha extrema, no ha pasado desapercibido en los últimos días.

Una parte de la derecha mediática atribuye a Ortega Smith y al portavoz nacional, el eurodiputado Jorge Buxadé, la incomodidad de Macarena Olona dentro de Vox. Ese sería el origen del enfrentamiento que acabó moviéndola a anunciar su retirada después de las elecciones andaluzas con la excusa de una enfermedad de la que, en palabras del candidato a la Alcaldía de Madrid, se “recuperó milagrosamente” y en “muy pocos días”.

El futuro de Olona

En Vox creen que si Olona da el paso y se presenta a las generales por otro partido puede restarles un mínimo de “entre uno y dos diputados” aunque no obtenga representación. Es una posibilidad que les preocupa, confesó este jueves Ortega Smith en una entrevista en EsRadio, porque piensan que la suma con el PP puede quedarse corta para poner fin al Gobierno de Pedro Sánchez.

En la extrema derecha se está imponiendo la opinión de que Olona se presentará y que lo hará de la mano de movimientos ultracatólicos como HazteOír, que hace tiempo discrepan de Vox. La implicación de HazteOír ha disparado las especulaciones acerca del apoyo económico que Olona puede recibir por parte del poderoso grupo de presión internacional del fundamentalismo cristiano.

El presidente de HazteOír, Ignacio Arsuaga, ya ha comenzado a pedir apoyo para ella en redes sociales con mensajes públicos en los que le pide que “no deje de ser el azote de la izquierda” y misivas dirigidas a sus asociados en las que ensalza su “defensa de la vida, la familia y la libertad”. “Animo a Macarena a que siga luchando como lo ha hecho siempre, como luchas tú, como lo hacemos en HazteOir.org y como lo hace Meloni”, ha escrito Arsuaga.

Entretanto, en Vox quieren pasar página cuanto antes. De Olona y del fiasco electoral andaluz. Allí mejoraron resultados, pero no sirvió de nada. Y las expectativas eran tan altas que todo el mundo lo vivió como un fracaso. Abascal y lo suyos saben que la militancia ultra necesita reactivarse cuanto antes y para conseguirlo nada mejor que la segunda edición de Viva, su macroevento anual, programado para este fin de semana en Madrid. 

El festival, de dos días de duración, estará centrado en esta ocasión en la historia, revisitada en los términos del nacionalismo que profesa la extrema derecha. Y seguirá teniendo a las provincias como la máxima expresión de la identidad local de la organización, expresada a través del folclore y la reivindicación de la tradición. 

Hoja de ruta

El plato fuerte llegará el domingo, cuando Santiago Abascal pronuncie su discurso y presente el plan que han dado en llamar España Decide, la hoja de ruta electoral de aquí a las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Con él en el escenario estarán los principales dirigentes del partido y representantes de otros partidos de la extrema derecha europea cuyos nombres Vox todavía no ha confirmado. Y brillará, con luz propia, la ausencia de Olona.

El relanzamiento se completará el lunes y el martes. Esos dos días, vísperas del 12 de octubre, Abascal ha convocado una reunión de aliados de ambos lados del Atlántico con participación de sus socios europeos y representantes de partidos ultras de América Latina. Entre los pocos nombres que Vox ha confirmado está el de José Antonio Kast, el candidato derechista a la Presidencia de Chile en 2021 que perdió las elecciones frente al aspirante de la izquierda, Gabriel Boric.

Esta vez, Vox no quiere dejar nada al azar. De su renovado afán por controlar el mensaje y evitar desviaciones bastan dos ejemplos recientes: la prohibición expresa de grabar imágenes en el festival de este año y las presiones a la prensa. La Sexta ha sido el último medio señalado, con amenazas expresas a retirarle la licencia de emisión para el caso de llegar al Gobierno por haber relacionado a Meloni con el fascismo.

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El momento es delicado, porque los ultras están ajustando su estrategia y no quieren errores. La reunión de Abascal con Núñez Feijóo les ha permitido plantar en el imaginario político la idea de que los dos líderes de la derecha española tienen completa sintonía y, aunque discrepan en algunos asuntos, están dispuestos a colaborar para, si dan las cuentas después de las generales, acabar con el Gobierno de coalición presidida por Pedro Sánchez.

Una vez normalizada la relación con el PP, Vox se prepara para marcar perfil subrayando las diferencias entre las dos formaciones, pero sin plantear un enfrentamiento directo con Génova. Primero vendrá el combate por los votos, después la colaboración para entrar en el Gobierno, razonan en el partido de Abascal, anticipando una estrategia que evitará cuidadosamente el choque frontal con Feijóo.

Eso es, precisamente, lo que ya están haciendo en Madrid, tanto en el ayuntamiento como en la comunidad. Ortega Smith mantiene su pulso con Almeida y Rocío Monasterio tensa la cuerda con Isabel Díaz Ayuso, a pesar de haber sido en ambos casos socios preferentes.

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