El futuro de la izquierda

Cayo Lara a IU: “Si queréis que me vaya, hagamos una asamblea extraordinaria”

Cayo Lara, durante la reunión del Consejo Político Federal de IU, este 28 de junio.

Los dirigentes de Izquierda Unida no daban crédito a lo que acababan de oír por boca de Cayo Lara. "¿Queréis otro coordinador federal? Si queréis cambiar la dirección, no tengo ningún problema. Vayamos a una asamblea federal extraordinaria". 

El coordinador estalló. Fue al cierre del Consejo Político Federal de este sábado, una larga reunión de nueve horas en la que pretendía lanzar las primarias abiertas y apuntar los cambios más relevantes en la dirección. En principio, no se preveía ninguna tempestad. Todo lo contrario. Ya el viernes la cúpula había avanzado quiénes serían las nuevas caras a partir de ahora. El ganador era, claramente, el diputado Alberto Garzón (28 años), responsable de marcar la línea estratégica del futuro y la interlocución y el pacto con las demás izquierdas, desde su flamante Secretaría Ejecutiva de Proceso Constituyente y Convergencia. Y también otra joven, Clara Alonso, de 30 años, que hasta ahora se hacía cargo de Comunicación Interna y que desde hoy asumirá también Comunicación Externa, la cartera que hace tres semanas dejó vacante el diputado valenciano Ricardo Sixto, precisamente por diferencias con el líder

Lara abrió el debate por la mañana presentando su informe. Tras una primera exposición ante el plenario de varios coordinadores, los 200 miembros del Consejo, el máximo órgano de dirección entre asambleas, se repartieron en cuatro comisiones de trabajo. Al frente de cada una se nombró a un relator, encargado de llevar después al pleno las reflexiones vertidas en ellas. Los elegidos fueron Montse Muñoz, coportavoz de Izquierda Abierta; los barones de Galicia y Navarra, Yolanda Díaz y José Miguel Nuin, y Alberto Garzón. Donde más críticas se oyeron al coordinador fue en la comisión de la que era ponente este último, el diputado por Málaga. Fue "la más macarra", en opinión de uno de sus integrantes. "Los cambios que ahora anuncia Cayo están muy bien, pero la reflexión que se oyó era por qué habríamos de creerle ahora. Ya en la asamblea federal de 2012 se hablaba de proceso constituyente, de ir a la ofensiva, de caminar rápido... Y hasta ahora el núcleo dirigente en el que se apoya Cayo ha sido muy reticente a los cambios. El problema está en el aparato. La crítica venía más de lo hecho hasta ahora, y de que había que profundizar en los cambios", relataba a infoLibre uno de los miembros que presenció el debate. 

El papel de Garzón

Las críticas llegaron, sobre todo, de un sector vinculado a Enrique Santiago, el responsable de Convergencia Político-Social hasta el pasado 7 de junio, cuando dimitió de parte de su responsabilidad. Fue Santiago y su gente la que ya en febrero, cuando IU comenzó a confeccionar la candidatura de las europeas, se oponía a que Willy Meyer repitiera por tercera vez como cabeza de lista. Era partidario de acelerar el relevo generacional. Y este núcleo es el que se sintió ganador el 25-M, cuando la subida de IU (de dos a seis diputados, de 588.000 a 1,56 millones de votos, de un 3,71% a un 9,99%) supo a poco, a muy poco, por la fuerte irrupción de Podemos, la formación de Pablo Iglesias. 

Garzón, según las fuentes consultadas, "se limitó a hacer el relato de lo escuchado en la comisión". Y Lara lo digirió mal. No entendía cómo se le pedían más cambios, cuando había accedido a situar al joven diputado en primera línea, como gran referente del presente y del futuro de IU. Aunque en la exposición en plenario no se había pedido una asamblea federal extraordinaria, ese planteamiento sí había salido en los últimos días, de la mano de varios cuadros medios ligados a Santiago. El coordinador lanzó, a puerta cerrada, lo que algunos entendieron como "un reto": si lo que se estaba pidiendo era una renovación más profunda, e incluso se le estaba cuestionando a él mismo, no quedaba otra salida que ir a una asamblea extraordinaria. 

Fuentes próximas al líder sí reconocieron que Lara había pronunciado esas palabras –"Si queréis cambiar la dirección, no tengo ningún problema. Vayamos a una asamblea extraordinaria"–, pero subrayaron que era un enunciado "puramente retórico", un "ejemplo". "Contestaba a aquellos que habían pedido el congreso. Lo que ha venido a decir es que no se puede mantener abierta la crisis de dirección eternamente, que este asunto hay que cerrarlo ya, y ya se ha dado un paso con los nombres anunciados, y el organigrama se cerrará el 19 de julio", en la reunión de la Presidencia Federal, órgano del que forman parte unos 70 dirigentes. "Tener abierta la crisis de dirección nos lleva al abismo", insistieron estas fuentes oficiales. Desde el círculo más inmediato al coordinador protestaban por la actitud de Garzón, creían que "no había reflejado fielmente lo dicho en su comisión". "Fue más sosegada, como lo fueron todas, y de hecho los que estuvieron allí fueron a quejarse a Alberto". 

Un Consejo "reventado"

Entre los más distanciados con el líder, se calificaba su intervención final, muy "vehemente", de "desastre", de salida extemporánea, producto de su "falta de cintura". "Ha generado un problema donde no lo había. No se plantea el cuestionamiento de Cayo como coordinador, los cambios pedidos iban en la línea de que la Conferencia Política prevista para el otoño sea potente, que las primarias abiertas a simpatizantes se desplieguen al máximo, que se profundice en la renovación de la dirección... Y lo ha llevado a su terreno, como un ataque personal. Y se ha equivocado", analizaba un miembro del Consejo. El juicio de no pocos altos mandos era que Lara había "reventado la reunión", "tirado a la basura el trabajo de horas y horas de debate" con su remate final. 

Subyacen igualmente, según la lectura de varios dirigentes, recelos hacia Garzón y a su nueva proyección. El diputado suena cada vez más como candidato seguro a las primarias presidenciales, y subsiste la duda de si, en esa tesitura, Lara competiría o daría un paso atrás. "Pero si lo vive como una confrontación con Alberto, no se explica muy bien, porque su paso a primera línea tiene su visto bueno", indicaba un integrante de la ejecutiva. "Cayo sabe que su ciclo se está acabando, y está muy débil, por eso ha estallado", consideraba un miembro del sector renovador y crítico. A ello se ha sumado la dimisión súbita de Meyer, uno de sus confidentes más fieles, por el escándalo de la sicav de los eurodiputados en Luxemburgo. 

¿Qué se entiende por profundización de los cambios en la dirección? ¿Por qué algunos cuadros decían sentirse insatisfechos? A quien apuntaban con el dedo es a Miguel Reneses, secretario de Organización y hombre de la máxima confianza de Lara. Nadie ponía en duda su permanencia en la ejecutiva. Ahora hay quien cree que debe ser sustituido. La tesis del coordinador es que una modificación radical de la composición de la cúpula (y ahí se incluye un puesto clave como el del jefe del aparato) no se puede llevar a cabo sin una asamblea de por medio. La remodelación de la ejecutiva y de su funcionamiento interno, adelantada ayer viernes, no comporta realmente bajas, salidas de dirigentes, sino el reforzamiento de ciertos perfiles (caso de Garzón y Alonso) y la incorporación de algunas caras nuevas (Javier Couso, Elena Cortés, Tania Sánchez o Raúl García). 

75,17% de respaldo al informe político

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Desde el núcleo más cercano a Lara, se insistía en que no se podía elevar de categoría lo que había sido una "pura anécdota". "Este Consejo ha sido un éxito", resumían. Primero, por el resultado de la votación del informe del coordinador: 109 votos a favor (75,17%), 7 en contra y 29 abstenciones (parte de ellas, de Izquierda Abierta, el partido de Gaspar Llamazares y Montse Muñoz, discrepante con el método). "Cayo pilota este tiempo de renovación, de proyección de nuevos valores, lanza las primarias abiertas y la política de convergencia, y ha cerrado la crisis de dirección". 

Las consecuencias de la regañina de Lara a los suyos están por ver. Pero lo que parece cada día más claro es que las turbulencias y el nerviosismo en IU se acrecientan. La federación, que se sabía ganadora del hundimiento del bipartidismo, se encontró con que otra fuerza que acababa de nacer, Podemos, le comía terreno y la empujaba hacia un terreno fantasmal: la "casta". La modulación de la respuesta al torbellino Pablo Iglesias y a la crisis política es lo que sigue a debate.   

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