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Los desafíos de la democracia

Corrientes internas, un fósil de la 'vieja política' que solo tienen regulado PSOE e IU

Felipe González, Pedro Sánchez y Alfonso Guerra, en el acto por los 40 años de Suresnes.

"Valoro ser una corriente interna dentro del PP". Con esas palabras la vicealcaldesa de Madrid y miembro de Ciudadanos, Begoña Villacís, abría la puerta a integrarse en las filas del Partido Popular pese a haberlo negado rotundamente durante los últimos años. Sin embargo, la dirección del PP, con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, no quiere ni oír hablar de corrientes internas. Tampoco quería su antecesor en el cargo, Pablo Casado, que tras ganar las primarias a Soraya Sáenz de Santamaría en el año 2018 ya aseguró que no pensaba admitir "ni una corriente interna".

Lo cierto es que el PP prohíbe, por estatutos, las corrientes internas. Así lo recoge el artículo 13, que establece como infracción muy grave "crear o inducir a la creación de corrientes de opinión, contrarias a los intereses del Partido, organizadas en su seno, así como participar en ellas". Un caso similar al de Vox, que señala como extinción de la condición de afiliado "una conducta pública o privada que manifieste una discrepancia grave con los fines de Vox" y al de Ciudadanos, que también recoge como motivo de expulsión "la manifestación pública de discrepancia grave con la ideología, principios, o fines del partido, realizada durante actos de propaganda, reuniones públicas o a través de cualquier medio de comunicación".

En la izquierda estas corrientes de opinión sí que están reguladas, al menos sobre el papel. En el PSOE se introdujo esta figura en el 1983 para tratar de zanjar la crisis iniciada cuatro años antes cuando Felipe González renunció al marxismo como ideología del partido. Esta decisión provocó la aparición de Izquierda Socialista, una corriente de opinión actualmente integrada en la estructura del partido, pero excluida de los puestos de dirección. Según se recoge en sus estatutos, el PSOE da "libertad de discusión interna" a sus afiliados, si bien limita estas corrientes de opinión a los Congresos Federales.

En el caso de Izquierda Unida, los estatutos de la formación también reconocen el derecho de las personas afiliadas a organizarse en corrientes de opinión. Para que ser reconocidos por la dirección federal de IU se debe "acreditar su existencia en al menos tres federaciones" o "haberse constituido en el pasado" y tener notoriedad pública. Sin embargo, según admiten fuentes de la formación a infoLibre, actualmente no existen corrientes, ya que las diferentes opiniones están representadas dentro de los partidos que integran IU como el Partido Comunista o Izquierda Republicana.

Por lo que respecta a Podemos, la formación morada no regula las corrientes internas, aunque tampoco las prohíbe de facto. La única referencia a la diversidad de opiniones aparece en el Código Ético del partido, que compromete a todos los cargos a "debatir con honestidad todas las opiniones y respetar a todas las personas con independencia de cuáles sean sus pareceres, para lo que se fomentarán el diálogo y la búsqueda de consenso". Con todo, el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, sí que habló de estas corrientes cuando se evidenció la pugna con su exnúmero dos, Íñigo Errejón en Vistalegre II. Iglesias demandó no "constituir bloques ni corrientes ni partidos dentro del partido irreconciliables después del proceso".

Corrientes versus facciones

¿Es lo mismo pertenecer a una corriente de opinión que a una facción dentro de un partido? Hay diferencias, según explica el politólogo y consultor en comunicación política Eduardo Bayón. El experto señala que el errejonismo fue una "facción" dentro de Podemos porque "no existía formalmente": "No tenía órganos propios ni estaba reconocida como tal, como sí sucede con la Izquierda Socialista", detalla en conversación con infoLibre.

Además, Bayón también señala que una facción tiene intereses distintos a los de las corrientes. "Una facción es un grupo que busca el poder y que tiene efectos negativos en el sistema en su conjunto. La corriente no busca el poder. En el caso del PSOE, solo busca influir", explica. "Este término se suele usar como sinónimo en otros sitios, pero creo que es importante añadir este matiz".

Con todo, el politólogo cree que "es muy difícil" que existan corrientes con estructura y peso a nivel orgánico. "En los partidos vemos alianzas entre actores políticos, corrientes no institucionalizadas que van mutando", expone. Un ejemplo de ello es, precisamente, la alianza que forjaron la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso y el entonces presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, para desbancar a Pablo Casado de la presidencia del PP. Sin embargo, el experto considera que una corriente como Izquierda Socialista "no es viable en pleno 2023".

Bayón cree que el sistema de partidos actual no facilita la aparición de voces discrepantes. "Teniendo en cuenta el tipo de sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas es muy difícil que existan estas corrientes", expone. El experto cita elementos como la disciplina de voto que rige en las Cortes Generales y que, si no se respeta, va aparejada de multas económicas. Es lo que le ha sucedido esta legislatura a la diputada del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, y al del PSOE, Odón Elorza. El socialista ha renunciado esta semana a su acta para "evitar desencuentros": "Es difícil ejercer como diputado de izquierda en silencio y censurado", lamentó en su cuenta de Twitter.

El politólogo asegura que "la estructura jerárquica prima mucho" dentro de las formaciones políticas y considera que "dejar que surjan corrientes reguladas" en el seno de las organizaciones políticas "podría generar muchos problemas en las élites dirigentes" e incluso también entre las bases, que verían "todavía más reducido" su papel dentro de los partidos.

Pluralismo político frente a la concentración de poder

La Constitución Española otorga a los partidos políticos un papel básico en el sistema democrático. El artículo 1 establece entre los “valores superiores” del Estado el “pluralismo político”. Y el 6 fija: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político [...]. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos. Pero, ¿lo son? Lo cierto es que los principales partidos presentan tendencias de concentración de poder y fomentan la lealtad interna, desdeñando el valor de la pluralidad. 

El reverso del boom de las primarias: las cúpulas acaparan el poder en los partidos ante el retroceso de los controles internos

A juicio de Carlos Fernández Esquer, profesor de Derecho Constitucional, "la discrepancia cada vez se tolera peor, interpretándose como deslealtad hacia los posicionamientos y las directrices establecidos por la dirección, cuando no se desacredita como una forma patológica de traición o disidencia". En ese sentido, considera que los procesos de primarias, "insuflan una legitimidad reforzada a los vencedores": "Han provocado una concentración de poder y recursos en torno a los líderes y su núcleo de confianza sin precedentes en nuestra democracia".

El investigador se muestra "a favor del reconocimiento de corrientes internas en los partidos como expresión de su pluralismo interno" frente al "dirigismo de las cúpulas". Fernández Esquer lamenta el" detrimento de los espacios internos de deliberación y de búsqueda de consensos entre las distintas corrientes, facciones o sensibilidades del partidos". El experto cree que es el "momento de asumir una visión más intervencionista, reformando la legislación de partidos para regular más intensamente todo lo relativo a su organización y funcionamiento internos".

Entre otras cuestiones, Fernández Esquer cree que las federaciones territoriales de los partidos deben contar "con facultades suficientes como para actuar de contrapeso de los órganos centrales" en asuntos que les afecten en sus autonomías. "Habría que preguntarse por qué, en nuestro vocabulario político, se emplea la palabra barones de forma peyorativa", lamenta. En ese sentido, considera que estos líderes autonómicos "son quienes mejor pueden expresar la pluralidad y los matices políticos de un país como España, con múltiples sensibilidades políticas e identitarias".

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