Cospedal, una 'fontanera' en las cloacas siempre a salvo del banquillo
Hubo una época en la que María Dolores de Cospedal lo fue prácticamente todo. En el Gobierno, como ministra de una de las carteras más sensibles –la de Defensa–. Y en el PP, como secretaria general. Hasta que las aguas fecales que comenzaron a brotar de las cloacas acabaron por arrastrarla. Su relación con el comisario jubilado José Manuel Villarejo, el rey de las cañerías al que no dudaba en recurrir para aquellas labores de fontanería que lo precisaran, acabó de un plumazo con su carrera política. Una sombra que aún hoy persigue a la ex número dos del PP, que pese a la montaña de elementos que apuntan hacia ella no ha tenido más problemas judiciales que una breve imputación.
El nombre de Cospedal siempre acaba saliendo a flote cuando se levantan las tapas de las alcantarillas del poder. Y una prueba de ello la encontramos en el penúltimo caso que persigue al PSOE y, por extensión, al Gobierno. El pendrive que la exmilitante socialista Leire Díez entregó al partido tras hacerse pública una grabación en la que se la ve interesada en encontrar trapos sucios de miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil incluye, entre otras cosas, el audio de una reunión con Villarejo en el que éste pide a la exministra popular que interceda para cambiar la cúpula policial y en el que sale el nombre del fiscal Anticorrupción José Grinda. "A Grinda hay que matarlo", se escucha decir a Cospedal.
Es el último capítulo de una amistad que se remonta a hace más de tres lustros. El 21 de julio de 2009, en plena eclosión del caso Gürtel, Cospedal se reunió en secreto con Villarejo en la sede nacional del PP. En aquel encuentro, que fue la continuación de otros que previamente había mantenido el entonces marido de la primera –Ignacio López del Hierro– con el comisario, se habló, entre otras cosas, del pendrive intervenido al que fuera contable de Francisco Correa. "O sea, que hay de todo", deslizó la política. "Hay mucha chicha", respondió el policía, que aseguró que habían hecho "todo lo posible" por "romper el USB". Por aquel entonces, el secreto de sumario de Gürtel aún no se había levantado.
En la reunión, celebrada pocas horas antes de la declaración de Luis Bárcenas en el Tribunal Supremo, se hablaba de si convenía retrasar "todo lo posible" la instrucción del caso y de la posibilidad de encargar al comisario algunos "trabajos puntuales". Dos meses después, López del Hierro y Villarejo vuelven a encontrarse. Y es ahí cuando el empresario le hizo determinados encargos. Pidió un "dossier" sobre el papel del entonces dirigente conservador Javier Arenas en la Fundación de Estudios Europeos, de la que Bárcenas fue tesorero. Y continuó: "El segundo tema es el del hermano de Rubalcaba". Un nombre que ya había salido en la reunión secreta con Cospedal. "Eso sí que es un punto débil que podéis utilizar", planteó el comisario.
Todos estos audios vieron la luz un año después de la detención del comisario jubilado. Justo en un momento en el que el nombre de Cospedal acababa de aflorar en un informe de la Unidad de Asuntos Internos. Aquel documento, fechado el 29 de octubre de 2018 y del que nació la pieza Kitchen, recogía el extracto de una conversación en la que Villarejo vinculaba a "Cospe" y a su marido –El Polla– con la captación de Sergio Ríos, el que fuera chófer de Bárcenas, en el marco de la operación parapolicial para hacerse con información comprometedora que pudiera tener el extesorero.
Ni los audios ni las agendas fueron suficientes
Luego vinieron las agendas del comisario, índice de todo lo que fue grabando en secreto. Y ahí, el nombre de la ex secretaria general aflora en varias ocasiones. "Llamó para vernos. La parienta María Dolores de Cospedal quiere datos para tomar decisiones", reza una anotación del 26 de enero de 2009. "Me envía a José L. Orti –en referencia a José Luis Ortiz, jefe de Gabinete de la política– con 100 y promete 50 más el lunes", se lee en otra del 6 de diciembre de 2012. "Muy preocupada con los 5 pago de 200. Me pide que le mantenga informada", apunta un año después. Y el 15 de septiembre de 2014 insiste en que "Cospe" promete "pagar la deuda de 100" y pide "un análisis de Ezquerra (sic)".
La Fiscalía Anticorrupción solicitó en plena pandemia la imputación tanto de Cospedal como de su marido. Lo hacía al entender que la exministra "tendría interés personal" en que la operación Kitchen "tuviera éxito desde una doble perspectiva". "Directa: como afectada por documentación supuestamente comprometedora para ella misma. E indirecta: como secretaria general del partido, de existir material comprometedor respecto de otros altos dirigentes del mismo", resaltaba el Ministerio Público en su escrito.
Pero la justicia tardaría tiempo en situar directamente el foco sobre la exministra. El instructor del caso, Manuel García-Castellón, consideró que antes de decidir sobre estas imputaciones debía citar de nuevo al ex secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez, quien meses antes había dejado escrito en WhatsApp que su mayor "error" fue ser leal "a miserables como Jorge [Fernández Díaz], Rajoy o Cospedal": "Y de eso, afortunadamente, tengo todo muy claro y muy fácil de probar". Pero cuando lo tuvo delante, se olvidó de preguntar por los indicios que existían sobre Cospedal.
La imputación llegó, finalmente, el 1 de junio de 2021, después de que las agendas del comisario dieran un nuevo impulso a la investigación. Y se mantuvo hasta el 29 de julio, momento en el cual García-Castellón decretó el fin de la investigación y archivo contra ella y su marido. En su auto, sostenía que achacarles una participación intelectual en la trama contra Bárcenas no era más que el "resultado de una inferencia voluntarista sin indicio alguno", calificaba como "dudosa" la fiabilidad de los audios filtrados sobre la reunión de 2009 y aseveraba que no había indicios para afirmar que los encuentros buscasen recopilar información sobre el caso Gürtel.
Una relación "intensa"
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Anticorrupción –que llegó a acusar al instructor de imponer una "inaceptable línea roja" que no dejaba investigar la "conexión política"– y las acusaciones recurrieron el carpetazo. Pero la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional avaló el archivo. Todo parecía indicar que ahí se acababa la batalla. Sin embargo, la publicación de nuevos audios puso todo de nuevo patas arriba. Grabaciones inéditas que demostraron que lo que Cospedal y Villarejo habían tenido no era, como ella había afirmado en sede judicial, una "relación no demasiado intensa" con conversaciones de tipo "social".
El 20 de enero de 2013, dos días después de que El Mundo desvelase que Bárcenas había pagado sobresueldos en negro durante años a parte de la cúpula del PP, Cospedal le lanza a Villarejo: "Por eso te estoy llamando… la libretita... sería mejor poderlo parar". Y unos meses después, el 26 de abril, ambos charlan sobre los informes policiales que se estaban elaborando en el marco de la investigación judicial abierta tras la publicación de los papeles de Bárcenas. "A mí me llama [el ministro] ayer por la noche diciéndome que voy a tener un día para verlo [el informe] hasta que se lo dé al juez", se escucha decir a la ex secretaria general del PP.
Aquel nuevo paquete de cintas, que incluía parte de una conversación mantenida en mayo de 2017 en la que muestra interés por supuestas informaciones contra Podemos, fue utilizado por la Fiscalía Anticorrupción y las acusaciones para intentar reabrir Kitchen y que se siguiera indagando en el papel de Cospedal. Pero todos los intentos fueron infructuosos. Al final, las maniobras de la ex secretaria general de la formación conservadora en las cloacas, que aún hoy siguen saliendo a la luz, se han saldado con un par de meses de imputación y el fin de su carrera política. Y no parece que vaya a ir a más a pesar de ese "a Grinda hay que matarlo", porque la conversación contenida en el pendrive de Leire Díez apenas ha tenido 48 horas de vuelo antes de quedar eclipsada por el tsunami Cerdán.