Comunidad de Madrid

La cruzada 'madrileñista' de Ayuso intenta liderar una nueva versión del patriotismo de la derecha

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, este viernes en Barcelona.

23 de septiembre de 2020, 12.00 horas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega a la Puerta del Sol, donde le recibe la líder del Ejecutivo madrileño, Isabel Díaz Ayuso. Tras un frío saludo –habitual en tiempos de pandemia–, ambos dirigentes políticos entran a la Real Casa de Correos y mantienen una reunión que atrae toda la atención mediática. El encuentro, en plena segunda ola, no sirvió para nada más que para trasladar la voluntad de seguir trabajando juntos en la lucha contra el coronavirus. Pero sí que supuso un punto de inflexión en la estrategia discursiva con un marcado tinte nacionalista que está siguiendo desde entonces la presidenta regional. Por un lado, por la escenografía en la rueda de prensa. En total, 24 banderas, ni más ni menos: la mitad rojigualdas y la otra mitad de la Comunidad de Madrid. Y, por otro, por el mensaje –algo enrevesado– que se encargó de trasladar Ayuso desde su atril y con todas las cámaras apuntándola en riguroso directo. “Madrid es de todos. Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España? No es de nadie porque es de todos”, aseveró la líder del Ejecutivo regional.

Aquel día, buena parte del discurso trenzado por Ayuso se cimentó sobre la singularidad de Madrid, sobre la “forma de ser” de la capital. Un mensaje en el que ha incidido desde entonces –ya sea vehiculándolo a través de una posible armonización fiscal o trabajándolo sobre la base de un supuesto maltrato del Ejecutivo central a la comunidad durante la pandemia– y que ha abierto el debate sobre si la presidenta regional está tratando de cimentar una suerte de nacionalismo madrileño. Algo que no ven los expertos consultados por infoLibre. “No lo creo. Ni siquiera aprecio en su mensaje una especie de regionalismo”, apunta al otro lado del teléfono Xosé Manoel Núñez Seixas, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago y estudioso de los movimientos nacionalistas en Europa. De hecho, la máxima expresión que recuerda de esto último data de finales de los ochenta, cuando quien fuera diputado del PP en la Asamblea de Madrid, Nicolás Piñeiro, decidió fundar el Partido Regional Independiente Madrileño (PRIM), formación que nunca llegó a tener mucho peso más allá de algunos concejales.

Muchos son los teóricos que han trabajado sobre esta cuestión. Uno de ellos es Anthony Smith, que lo definió como “un movimiento ideológico para obtener y mantener la autonomía, la unidad, la identidad de una población que algunos de sus miembros desean constituir en una existente o potencial nación”. Otro, John Breuilly, que lo sitúa en aquel que busca o ejerce el poder del Estado justificando sus acciones con “argumentos nacionalistas”, una doctrina construida sobre una triple aserción básica: que existe una nación “con un carácter explícito y peculiar”, que los intereses y valores de esta tienen prioridad sobre otros valores e intereses y que la nación “debe ser tan independiente como sea posible”. “El nacionalismo es una ideología o un movimiento que busca realizar el principio de las nacionalidades: sostiene que el mundo está dividido naturalmente en naciones y para que esté bien ordenado hay que hacer que cada nación tenga su Estado. Si no hay defensa de una nación pre-política ni de un Estado que se quiera construir no hay nacionalismo”, apunta Ángel Rivero, profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid.

Recoge el guante Seixas: “Por el momento, no se ha escuchado a Ayuso propugnando que Madrid sea titular de soberanía, que tenga derecho a decidir o que tenga que ser un sujeto activo”. De hecho, ni siquiera aprecia en su mensaje una suerte de “revalorización del casticismo, de reivindicar el papel de Madrid en las gestas pasadas”. “Su discurso es mucho más banal”, dice. Una apuesta que, recuerda, era más notable con José María Álvarez del Manzano en el Ayuntamiento de Madrid o con Esperanza Aguirre al frente del Ejecutivo autonómico. De hecho, fue esta última la que se encargó de crear allá por 2007 la Fundación Dos de Mayo: nación y libertad, un instrumento que puso en marcha para conmemorar el levantamiento contra los franceses en 1808. Hecho histórico que se encargaba de recordar año tras año, sin importar el momento. “Aquel levantamiento espontáneo y generoso fue el nacimiento de la conciencia de que España es una gran nación de hombres libres e iguales que quieren ser dueños de su destino", decía Aguirre en su mensaje navideño de 2008.

Defensa de un modelo concreto de nación española

El objetivo de Ayuso, en opinión del historiador, no pasa tanto por el impulso de un nacionalismo madrileño sino que va, más bien, encaminado a aprovechar la proyección que ofrece la capital para ahondar en el impulso del nacionalismo español. “Madrid es ese mascarón de proa, la palanca para avanzar en esa dirección”, sostiene. Una idea que comparte Luis Navarro, profesor de Sociología en la Universidad Pablo de Olavide y autor de la tesis La nación evitada. Identidad nacional en España y discursos de elites de izquierdas. “Ayuso no juega a la estética discursiva, es clara y manifiestamente defensora de una identidad nacional, que sabe que tiene muchísimo juego en Madrid. […] El discurso de la presidenta entra a jugar muy bien a través de la vinculación afectiva, del sentimiento de los madrileños, que es el de los españoles, como quiere transmitir. Esta dimensión es, precisamente, la que hace hablar de un patriotismo con elementos propios de la identidad madrileña y que se traslada a la defensa de un modelo concreto de nación española, basada en el nacionalismo étnico-cultural”, apunta el sociólogo del centro sevillano.

Es decir, que en opinión de este experto lo que busca realmente la dirigente regional con sus mensajes es cimentar, a través de un discurso centrado en el pueblo madrileño, una idea de nación española sostenida sobre su interpretación de la misma. “El uso de los símbolos, la defensa de un Estado de Bienestar que defiende una apuesta por las políticas familiaristas marcadas por la división de género en donde las mujeres siguen siendo responsables de los cuidados, la defensa de la lengua española, la cultura, la tradición y las costumbres”, explica Navarro. Una concepción de país que forma parte del ADN del PP: “Lo que está haciendo Ayuso es dar continuidad a referencias pasadas dentro del partido”, dice Seixas. En este sentido, el sociólogo de la Universidad Pablo de Olavide recuerda que “existe un interés explícito” de la derecha política española por elaborar “un discurso propio” a la hora de fundamentar “la concepción de la nación española y de identificarse con España”.

El profesor de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide recuerda que en Madrid existe el caldo de cultivo perfecto para trabajar en esta línea. Según el estudio Defensa Nacional y Fuerzas Armadas, del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), en 2015 la comunidad que ahora preside Isabel Díaz Ayuso era, junto con Castilla y León y Baleares, donde había un mayor sentimiento españolista. Allí, un 30,9% de los encuestados se sentían sólo españoles y otro 11,6% se sentían más españoles que de su propia comunidad autónoma. En la región vecina, esas cifras eran del 37,5% y 6,9%. Y en las islas, del 35,8% y 7,5%. Con datos de este tipo sobre la mesa, Navarro considera que la presidenta madrileña “está sabiendo ‘tocar las teclas’ para crear una identidad con elementos propios de la derecha asociándolos a la ciudadanía madrileña”. “Está jugando de forma inteligente, desde su punto de vista, con los símbolos, porque esto políticamente tiene muy poco coste y es efectivo”, dice Seixas, que señala que de lo que se trata es de mostrar a Madrid como “la quintaesencia de las Españas”.

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Y en esta estrategia, la presidenta ha abrazado buena parte de la estructura discursiva de cualquier nacionalismo. Los teóricos políticos siempre han defendido que una de las mejores armas para construir un sentimiento de pertenencia a una nación pasa por crear un enemigo. En el caso de Cataluña, era España y la Corona. En el de Ayuso, el Gobierno central. Un otro que se perfila con un aurea dictatorial. “Nos tienen rehenes, nos tienen amordazados y, al final, lo que está habiendo es un recorte de libertades, se está intentando minar el diseño constitucional por la puerta de atrás, la unidad de España y, sobre todo, la igualdad ante la ley y la justicia”, decía la presidenta madrileña el pasado mes de mayo, cuando el país se enfrentaba al proceso de desescalada. Y lo repetía en octubre, después de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez decretase el estado de alarma en la región cuando la incidencia de coronavirus estaba disparada. “Estamos ante el Gobierno más autoritario de la historia de la democracia. La justicia, la comunidad, el rey o las leyes son impedimentos para que Pedro Sánchez cambie el país por la puerta de atrás”, decía en una entrevista en El Mundo.

Un enemigo que, además, busca acabar con una serie de símbolos o valores que se asumen como propios. Esto se ha puesto sobre la mesa con fórmulas diferentes. Aprovechando la Ley Celàa, la presidenta madrileña no ha dudado en asegurar que el Ejecutivo central busca liquidar la lengua oficial en las aulas. “Priva del derecho a aprender español”, decía la pasada semana. Y utilizando la reforma fiscal que el Gobierno ha pactado con ERC para armonizar los impuestos, algo que obligaría a Madrid, como mínimo, a revisar tributos como el de Patrimonio –bonificado al 100% en la actualidad–, ha ido tejiendo el mensaje de que Moncloa, de la mano del independentismo, está intentando arrebatar a su región, de nuevo, su “libertad”. Un término, siempre ligado en la comunidad al liberalismo puro y duro, que se encargó de incluir en el discurso la propia Esperanza Aguirre y que ya forma parte de la identidad conservador. “Rufián tiene razón en algo. Madrid es un paraíso, pero de libertad”, señalaba Ayuso este viernes desde Barcelona en el viaje que durante dos días ha hecho a Cataluña para vender su modelo frente a la pandemia.

En esta pugna con el independentismo catalán, la presidenta madrileña ha prometido ser implacable. “Juega con la idea de la periferia desleal y de que por ciertos intereses se perjudican los de los madrileños. Eso también lo tenía Aguirre, pero curiosamente ella en el tema catalán era bastante más cuidadosa. Es decir, que a veces utilizaba estos gestos pero midiendo más”, apunta Seixas al respecto. De hecho, en relación con el debate sobre la armonización fiscal, la presidenta madrileña aseguró en las últimas horas que será la “peor pesadilla” de los que quieran “robar a los madrileños” para pagar “la corruptela al independentismo”. “Ahora se ha decidido que la Comunidad de Madrid después de bajar 16 años impuestos de manera ininterrumpida se ha convertido en un paraíso fiscal simplemente porque así lo han decidido un puñado de votos a manos de los independentistas”, dijo al respecto. Hace años, el mensaje que más sonaba era el de Espanya ens roba. Ahora, Ayuso trabaja sobre el Independentisme ens roba.

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