El futuro de la monarquía

La derecha usa al rey como munición contra la izquierda y desata un debate sobre la legitimidad de la monarquía

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, muestra una imagen de Felipe de Borbón cuando era niño saludando al dictador Francisco Franco.

Fernando Varela

Las tres formaciones de la derecha compitieron este miércoles en el Congreso por defender la monarquía de supuestos ataques por parte del Gobierno en una sesión muy bronca que fue ganando en tensión a medida que PP, Vox y Ciudadanos insistían en sus acusaciones y que alcanzó su punto culminante cuando el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, aseguró que Felipe de Borbón se ha convertido en el diputado número 53 de la ultraderecha y recordó que la monarquía es una herencia del franquismo.

Las acusaciones contra el Gobierno y la reivindicación del rey trufaron todas las intervenciones de los portavoces y diputados de la derecha. El primero fue el presidente del PP, Pablo Casado, seguido de su brazo derecho, Teodoro García Egea. Ambos acusaron a Pedro Sánchez de no impedir los “ataques” al rey de varios ministros de Unidas Podemos, en referencia a las críticas que algunos miembros del Ejecutivo han hecho de la decisión de Felipe de Borbón de filtrar sus discrepancias con la Moncloa en relación con el acto de entrega de diplomas judiciales en Barcelona al que el Gobierno prefirió que el jefe del Estado no acudiera.

Los reproches no fueron en tono menor. Casado puso el listón muy alto a primera hora de la mañana cuando acusó al presidente de “deslealtad” a la Corona y de “subvertir el orden constitucional” por “la puerta de atrás”. El problema, dijo, es el propio presidente, porque “está degenerando las instituciones y arruinando a los españoles por un puñado de votos”.

Le siguió García Egea, protagonista de muchas de las llamadas de atención de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, cuando la algarabía y los gritos arreciaban en la Cámara. El número dos del PP no se quedó a la zaga de su jefe de filas. “No defiende al rey ni a la Constitución”, proclamó.

La dirección del PP, en pleno estrépito por la Operación Kitcheny con la gestión de su presidenta en Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el punto de mira a la vista de su incapacidad para poner bajo control la transmisión descontrolada del covid-19, lleva desde el lunes tratando de fijar la atención en la figura del rey y en hacer ver que la actitud del Gobierno constituye un “escándalo”. Pedro Sánchez no puede “tapar” su falta de defensa del rey, según fuentes de la dirección conservadora, “atacando al PP”. Se están “cruzando todas las líneas rojas”.

El pasado viernes, después de que Felipe de Borbón hiciese saber que le hubiese gustado asistir al acto de Barcelona, corroborando así que el Gobierno había tomado la decisión en contra de su criterio —algo insólito en el sistema político español, en el que es el Ejecutivo el que toma todas las decisiones en relación con los actos del Jefe del Estado—, el ministro Alberto Garzón acusó al monarca de “maniobrar contra el Gobierno” y el vicepresidente Pablo Iglesias le exigió “neutralidad política”.

En el pulso entre el rey y el Gobierno a cuenta de su agenda pública y su papel institucional, la derecha se ha alineado abiertamente a favor de Felipe de Borbón.

En línea con el PP se manifestaron también representantes de Ciudadanos y en especial de Vox. La ultraderecha estuvo este miércoles particularmente activa en la tarea de reivindicar la figura de Felipe de Borbón. Cuya legitimación, igual que hizo Casado, sitúan no en la Constitución sino varios siglos atrás. Ignacio Gil Lázaro (Vox) calificó la decisión del Gobierno de que Felipe de Borbón no asistiese al acto de Barcelona para evitar males mayores si su presencia coincidía con la inhabilitación definitiva del presidente Quim Torra, como un “veto rastrero y cobarde de este Gobierno para la sumisión a los golpistas” porque así lo requieren“el señor del moño”, añadió en referencia al vicepresidente Iglesias.

De nada sirvió que tanto Sánchez como Iglesias hiciesen ver a PP, Vox y Cs que con su posición estaban situando la monarquía lejos del marco de la neutralidad política que decían defender y convirtiéndola en una bandera de la derecha. Se lo dijo primero el presidente a Casado, al que pidió que dejara de “inventarse amenazas ficticias” y recomendó ir “con cuidado” en su defensa del rey para no repetir lo que sucedió en Cataluña, cuando se erigieron en defensores de la unidad de España frente al independentismo. “Y ya ve cómo acabamos”, le avisó en alusión a la expansión del soberanismo y la declaración de independencia del 27 de octubre de 2017.

El vicepresidente fue más explícito. El PP, dijo, está haciendo “muchísimo daño” a la monarquía parlamentaria al “escudarse” en ella para “politizar” el Poder Judicial. “Perdonen esta recomendación de un republicano: no nos hagan el trabajo”, pidió a García Egea. Iglesias consideró muy ilustrativo que Casado no reivindique la monarquía de la Constitución sino la de los “últimos 500 años”, algo que según él tiene “una significación muy interesante: para ustedes el fundamento del poder soberano no es el Parlamento”, concluyó.

Los argumentos de Casado, que el lunes atribuyó a Felipe de Borbón una legitimidad democrática que negó a Iglesias y a Alberto Garzón, pusieron en bandeja al portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, una intervención que acabó por desatar la bronca en el hemiciclo. El diputado republicano aseguró que “Vox tiene aquí desgraciadamente 52 diputados, pero en total tiene 53, porque tiene uno en la Zarzuela”.

En medio de los gritos de la derecha, Rufián mostró una imagen de Felipe de Borbón cuando era niño saludando al dictador Francisco Franco en presencia de su padre, entonces heredero del régimen franquista. “Tienen razón, a Felipe VI le votó un español y es este, Francisco Franco. Tenía unos 10 años él, un poco joven”.

Ataque a la democracia

Los portavoces de PP, Vox y Cs se desentendieron entonces de Sánchez e Iglesias y arremetieron contra la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, a la que acusaron de consentir “insultos” “injurias” y ataques” al Jefe del Estado en sede parlamentaria, y de “atacar la democracia” por defender la “libertad de expresión” de Rufián.

Batet, emplazada a actuar por el propio Casado —Inés Arrimadas (Cs) lo intentó desde su escaño, pero no pudo tomar la palabra— defendió “el derecho del portavoz Rufián a hablar en libertad. “Muchas veces en esta Cámara hay que escuchar cosas que se rechazan, que por supuesto no se comparten y que incluso pueden ofender de alguna manera, pero creo que mi papel como presidenta es respetar la libertad de expresión”. En este caso —añadió— ni siquiera cree que se vertieran “insultos”. “Por el bien de la convivencia en la Cámara, por el bien de la imagen de esta Cámara y por el bien de la ejemplaridad que debemos a todos los ciudadanos que representamos, les pido, por favor, respeto, contención y saber escuchar al discrepante; les pido, en definitiva, educación. Educación es todo lo que les pido y esta sesión de control no ha sido precisamente ejemplo de ello”, recriminó a los diputados.

No sirvió de nada. Los gritos, las voces y los improperios siguieron durante varios minutos sin que Batet llamase al orden a ningún diputado, aunque sí mencionó el nombre de García Egea, uno de los más activos en la bancada conservadora.

Edmundo Bal (Cs) discutió después en declaraciones a la prensa que la libertad de expresión ampare que Rufián pueda referirse al rey como un diputado más de Vox o que señale los vínculos de su dinastía con la dictadura. Eso, dijo, es amparar a quienes quieren “romper España” y “suprimir el régimen del 78”.

Casado consideró las palabras de Rufián una agresión “a las instituciones del Estado con la complicidad del Gobierno, no todo vale. Basta ya, señora presidenta”, exigió. Según el líder del PP, lo que Rufián había dicho fue “que la Jefatura del Estado es autoritaria. Ya lo hizo Bildu en la sesión de investidura y usted no hizo nada”, se quejó.

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“La monarquía se votó democráticamente como forma política del Estado” dentro de la Constitución y fue el Congreso hace seis años el que proclamó rey “democráticamente” a Felipe de Borbón, argumentó para defender la legitimidad de la monarquía.

Las advertencias de PSOE y Unidas Podemos no sirvieron de nada. Fuentes del PP defendieron más tarde la decisión de Casado de introducir al rey en el debate político porque, aseguran, es su deber.

“Flaco favor hacen al rey y a su neutralidad constitucional intentando confrontar la Jefatura del Estado con el Ejecutivo”, lamentó por su parte el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo.

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