SALUD

El valioso altruismo de donar médula: "Me sacaron sangre durante diez horas, pocas para salvar una vida"

Paloma Rodríguez donando médula

Todo comienza con una llamada inesperada de un número desconocido de esos que solemos ignorar por inercia. Pero a veces respondemos porque intuimos que igual pasa algo. "Hola, te llamo del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid". Sí que pasaba algo. Absolutamente inesperado, además. "Te quedas helada porque esa llamada te pilla con el pie cambiado", confiesa a infoLibre Paloma Rodríguez, quien recibió esa sorpresa telefónica hace alrededor de un mes y acaba de donar médula ósea.

"Te llama Carmen del Centro de Transfusión y te pregunta '¿recuerdas que te inscribiste? Pues resulta que eres compatible con alguien'. ¿Sigues dispuesta a donar?' Lo primero que se te pasa por la cabeza es que hay alguien que se puede morir y que tú puedes ayudarle. De manera que contestas que sí", relata, en perfectísimo estado de salud unos días después de haber pasado por el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y saber que su donación ya ha servido para, efectivamente, salvar una vida.

Después de esa llamada telefónica se pone en marcha una maquinaria que arranca con un análisis de sangre para reconfirmar que el donante escogido es de veras el idóneo. Porque al apuntarte te hacen un análisis y tu muestra se estudia en el Centro de Transfusión para conocer el perfil genético e incluir los datos personales en el Registro Español de Donantes de Médula Ósea (REDMO). Hay que reconfirmar por seguridad y porque puede haber pasado mucho tiempo desde aquel registro. En el caso de Paloma, de 42 años, algo más de un lustro desde que se apuntara en el Centro de Donación. De ahí la sorpresa y, según admite, también cierto temor, pues en este tiempo ha tenido un hijo de ahora cuatro años.

"Te puedes registrar a los veinte años y te llamamos a los cuarenta o cincuenta. Es algo muy sencillo, pero hay que tener un compromiso, porque te comprometes hasta los sesenta años a ser donante de médula para que te llamen en cualquier momento", explica a infoLibre el coordinador del Equipo Médula (https://equipomedula.org) del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid, Fernando Martín Paniagua, quien pone énfasis en trasladar esa sencillez de un proceso que "no es para tanto y es para mucho porque, claro, gracias a ese poco de tu tiempo, unas horas de tu vida, haces algo grandioso". "Cambias la vida no solo de una persona, sino de toda una familia", apostilla.

Donar médula es muy fácil y seguro, en definitiva. Su extracción se lleva a cabo por dos procedimientos. En un 85% de los casos es por aféresis, método similar a la donación de sangre (se separa parte de esa sangre periférica, como las plaquetas y los glóbulos blancos, y el resto se devuelve al donante sobre la marcha) aunque con una duración de varias horas que varía en función del peso y el tamaño de cada donante. En el resto de casos, la donación se hace por punción de los huesos de la cadera, siendo necesario ingresar en quirófano y con anestesia general.

"Te lo explican todo, son súper amables, te tratan como a una diosa y te dan muchas veces las gracias", subraya Paloma, quien cuenta esta parte del proceso con sus propias palabras: "Aféresis es sacarte sangre, pero te tienes que poner unas inyecciones unos días antes que hacen que se movilicen las células madre desde el hueso a la sangre, y que te causan dolor de huesos y otros efectos secundarios y que en el caso que tus venas no sean buenas te tendrían que poner un catéter en el cuello. En la otra manera de donar, con punción, te ingresan la noche anterior, te sacan sangre para una autotransfusión, te anestesian y la intervención dura media hora".

"Asusta la anestesia y quedarte ingresada, pero el fin es más importante que el cómo. Finalmente, estuve unas diez horas en total durante dos días, sacando y metiéndome sangre, y pocas me parecen para salvar una vida", afirma Paloma, a quien en un primer momento le dijeron que en su caso sería por punción, pero terminó siendo por aféresis (y sin catéter). "Pensé que mejor, porque de ese modo no te puedes morir", confiesa Paloma. "Pues yo prefiero por punción porque es más cómodo, aunque puede dar más yuyu", tercia Martín Paniagua, quien aprovecha para aclarar que con este segundo método se hacen "pequeñas incisiones en la cadera para sacar las células madre" y después se requiere un día de reposo por haber pasado por quirófano. "Luego vas a estar cinco o seis días como si te hubieras dado un golpe con el pico de una mesa, pero se pasa con analgésicos. Vas a poder seguir haciendo tu vida normal", añade.

El método de donación, en cualquier caso, lo decide el equipo médico, en función de la patología del paciente y siempre pensando en el bienestar y la salud del donante, al que nunca se va a poner en peligro. Por eso, quiere Martín Paniagua combatir el "desconocimiento" generalizado, que lleva incluso a confundir la médula ósea con la médula espinal: "Tú dices por ahí donación de médula y te responden 'buah es que yo no quiero, te pinchan la columna y te puedes quedar medio parapléjico'. Todavía seguimos pensando que nos van a pinchar en la columna y no es así. Desde la Comunidad de Madrid hemos apostado por una figura de coordinación, que es la mía, y el Equipo Médula para concienciar a la gente. Estamos por ejemplo entrando mucho en la universidad para informar a los jóvenes".

Antes de día de la donación hay que acudir al hospital para hacerse los últimos análisis. "Me sacaron 21 tubos de sangre", rememora Paloma, al tiempo que comenta que allí volvieron a explicarle todo, "incluso con dibujos de las inyecciones que te vas a poner" antes de donar: "Te hacen un seguro de vida y firmas varios consentimientos. Uno es que consientes que las células sean congeladas y, si no fueran necesarias, se desecharían. También te hacen un análisis de orina que te repetirán cuando te vayan a dar las inyecciones. No puedes estar embarazada bajo ningún concepto poniéndote las inyecciones. Y ese día te hacen también una PCR".

Y aún prosigue: "Te hacen un análisis de la viabilidad de las venas para prever un futuro catéter, te explican que te van a pinchar en un brazo, por donde te sacarán la sangre y en el otro donde te la volverán a meter. El más importante es el de extracción. En mi caso, había un brazo dudoso y eso te pone nerviosa por el catéter. Me dieron más documentación con la información y me volvieron a dar las gracias. Te hacen todo tipo de estudios, un electro, una radiografía, te pesan, te miden, estás muy controlada y todo sucede de manera muy rápida en un a mañana. Todo el mundo es muy profesional y ninguna de las extracciones de sangre que te hacen duele, ni me molestó la PCR".

DÍA D

Los preparativos pasan rapidísimo y llega el día de la extracción. "Me pinchó Natalia y no hubo ningún problema con mis venas", cuenta felizmente la donante, que explica que en el caso de la aféresis, la duración de la donación depende de la movilización que hayan tenido tus células con las inyecciones previas, de tu tamaño y el tamaño del receptor: "Un par de horas después de empezar me dijeron que tendría que regresar al día siguiente para tener una cantidad suficiente de células madre para el paciente, una persona de 42 kilos de fuera de España. Estuve todo el rato controlada y tratada maravillosamente por todas las personas, Natalia, Carmen, Rosa y Sonia estuvieron todo el rato pendientes de mí, vinieron a verme el Dr. Anguita y el Dr. Gayoso y contestaron todas mis preguntas".

El primer día, Paloma tuvo que estar seis horas sentada en proceso de extracción. El segundo, otras cuatro horas. Ella mide 1,58 centímetros y pesa 55 kilos, pero en el caso de personas más corpulentas, este tiempo se reduce progresivamente incluso hasta la mitad. En cualquier caso, dure lo que dure recomiendan ir con ropa cómoda, pues apenas te puedes mover. "Te enchufan a una máquina que por un lado coge tu sangre, te separa las células, y te la vuelve a meter. Es impresionante", relata sobre esta experiencia tan necesaria como desconocida. "Puedes leer, escuchar música, ver el móvil, beber o comer, aunque para orinar tienen que ponerte una cuña", describe. Los médicos pasan por la sala de extracción varias veces para controlar que todo va según lo previsto.

"Le comenté a uno de los médicos que me parecía algo super sencillo y que no implicaba nada de nada para el donante, que si la gente supiera realmente lo fácil que es, seguro que lo hacían más. Y me dijo que es algo que llevan intentando transmitir treinta años y que seguirán haciendo esa labor pedagógica. Les pregunté por la cantidad de donantes y me dijeron que desde hace un par de años había crecido, pero es indudable que se necesitan muchos más", cuenta.

Cuando acaba la donación, las células emprenden rumbo hacia el paciente, que podrá así seguir sometiéndose a quimioterapia con unas nuevas completamente sanas. "Ese receptor a partir de ahora tendrá doble ADN, el suyo y el mío", destaca Paloma, quien a su vez comenta que durante la extracción coincidió en la sala con varios enfermos que le daban constantemente las gracias.

En un caso concreto lo ejemplifica: "Coincidí con una señora y luego vino su madre de 71 años y no paraba de darme las gracias por la donación. Ella no podía donar a su hija, aunque estaba convencida y no entendía por qué no podía ayudar a su hija si ella estaba dispuesta, a pesar de los riesgos. Su otra hija no podía donar porque, aunque era compatible con su hermana, tenían un mismo gen que le hacía no poder donarle. Es importantísimo que haya donantes porque no sabes si los vas a poder necesitar".

Cuando un paciente necesita una donación, lo primero que se intenta siempre es encontrar alguien compatible entre los familiares. Pero, "normalmente, tres de cada cuatro pacientes no tienen ese familiar compatible", lamenta Martín. Al no encontrarlo, se busca en los registros nacionales (toda la información para inscribirse como donante a nivel nacional está en la web http://medulaosea.ont.es). Y si no se encuentra a nadie en España, se acude a los registros internacionales, que son alrededor de setenta de todo el planeta.

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A mediados del presente mes de julio, se habían realizado ya 45 donaciones de médula efectivas (ya recibidas por el paciente) en la Comunidad de Madrid. Donaciones realizadas aquí, pero que se reparten a nivel mundial de la misma manera que se reciben si es necesario. Y otro dato: en la Comunidad de Madrid hay una media de cien personas que necesitan un trasplante de médula al año y la mayoría son niños.

A la luz de estos datos que tienen nombres y apellidos, Martín Paniagua insiste en animar a donar. "Si tienes entre 18 y 40 años, pesas más de 50 kilos y estás bien de salud, por lo menos infórmate y luego piénsalo. Preguntamos todas tus dudas, estamos aquí para responderte. Para los pacientes, los donantes como Paloma son su vida. Si no fuera por los donantes, esta gente no estaría", lanza, aprovechando también para recordar la importancia de donar sangre, tan necesaria igualmente en los trasplantes. Y aún apostilla: "Está comprobado científicamente que las células más jóvenes prenden mucho mejor y tienen mejores resultados en el paciente. Por eso, el mejor donante sería un varón entre 18 y 25 años o una mujer que no hubiera tenido ningún embarazo".

Por último, quiere Paloma resaltar la "importantísima" labor de la Fundación Josep Carreras, que creo REDMO para que los pacientes españoles puedan acceder a los registros de donantes de otros países, pues tiene acuerdos con países europeos y de Norteamérica. "REDMO gestiona todo y se encarga de todos los gastos que conlleve la donación, desde taxis, hasta hoteles en el caso de que el donante tenga que ir a otra ciudad para poder hacer la extracción, algo muy importante en algunas provincias donde ya sabemos que el acceso a la sanidad no es tan fácil".

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