La estrategia del PP

Los elogios de Von der Leyen a la marcha de la economía española desmienten el diagnóstico sombrío de Feijóo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

En el mismo escenario, ante el mismo auditorio y con apenas unas horas de diferencia, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, elogió la marcha de la economía española y el líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo, describió un grave “empeoramiento” de su evolución. Donde la jefa del gobierno europeo ve una gestión acertada, el máximo responsable del principal partido de la oposición observa una “política ilusoria” que falsea la realidad.

Ocurrió en Barcelona, en la 37º reunión del Cercle d’Economia. Allí Feijóo, como lleva haciendo en los últimos días, enfatizó su visión de la catástrofe económica que según él se avecina y que en ocasiones le recuerda la que España vivió a partir de 2008. Vivimos “cada vez con más virulencia” una creciente “inestabilidad política y económica” y el Gobierno se limita a ignorar la realidad y a falsear las cifras económicas. “Entiende la economía como un engorro, un truco de poderes ocultos para impedir sus aventuras”, acusó.

El líder del PP califica de ”ilusoria” la política económica del Gobierno porque, en su opinión, niega las dificultades. “La realidad no tiene nada que ver con la irrealidad con la que el Gobierno quiere que veamos las cosas”.

“Tenemos una inflación desbocada”, que él niega que sea consecuencia de la política rusa y de la guerra en Ucrania, y “en el colmo del surrealismo ahora se nos traslada que todo está bajo control porque ha bajado la inflación del 9,8 al 8,4”. Mientras tanto, “sube la inflación subyacente” y se registra un “pírrico crecimiento” de la economía.

La situación es tan grave que, aseguró, “la sostenibilidad de las cuentas públicas”, las mismas a las que él quiere privar de ingresos bajando impuestos, “se ha visto comprometida”. “Nos hemos endeudado en los dos últimos años en 200.000 millones”, denunció una vez más sin hacer referencia al esfuerzo presupuestario que ha supuesto hacer frente a las consecuencias económicas, sociales y sanitarias de la pandemia. 

Feijóo aseguró ante los empresarios catalanes que el Gobierno equivoca “de forma permanente el diagnóstico sobre el empeoramiento de nuestra economía”. Esa es la razón, y no la guerra, por la que en su opinión se ha visto obligado a “modificar a la baja en casi tres puntos la estimación de regimiento para este año”. “¿De qué sirven los Presupuestos”, se preguntó, si fueron hechos con previsiones de inflación y de crecimiento muy diferentes?

Por si eso fuera poco, el líder del PP acusó a Sánchez de enviar a Bruselas previsiones falsas. “Se ha remitido a Europa un cuadro macroeconómico irreal que puede condicionar la evolución futura de nuestro PIB” en el que no se tienen en cuenta el previsible incremento de los tipos de interés y se mantienen un “déficit estructural” y unos niveles de deuda “por encima del 100% incluso en 2025” (ese listón se alcanzó durante los Gobierno de Mariano Rajoy). 

Tampoco le merecen crédito las previsiones del Gobierno para reducir ese déficit porque, dice, se basan en evaluaciones “poco definidas”, carece de “objetivo de ahorro” y espera un “aumento de la recaudación” que él interpreta como una subida de impuestos, no como la consecuencia del incremento de la actividad económica que espera el Ejecutivo. El del Gobierno, resumió, “es un diagnóstico fallido, supone más carga para los ciudadanos y no es el camino” que debe seguir la económica española.

El azar quiso que después de que Feijóo describiera en términos tan pesimistas el futuro de la economía española, tomara la palabra en el Circle la presidenta de la Comisión Europea, a la que los empresarios catalanes entregaron su Premio a la. Construcción Europea.

Y el panorama descrito no pudo ser más diferente. Ursula von der Leyen, que forma parte de la misma familia política que el PP, no sólo elogió el papel que España está jugando en el contexto europeo en contraposición a los “años oscuros” de la dictadura de Franco —“ahora está en el corazón de Europa”, celebró— sino que destacó lo bien que va la economía española. “Fuisteis de los más golpeados por la pandemia”, reconoció, “y hoy vuestra recuperación tiene sólidos cimientos”. “Sois un líder global en energías limpias en una economía dinámica e innovadora”. 

En presencia de Pedro Sánchez, la presidenta de la Comisión alabó que España sea “hoy un motor de nuestra unión” en uno de los varios “momentos definitorios” a los que Europa ha tenido que hace frente en los últimos años. Y fue particularmente expresiva a la hora de agradecer al presidente español su papel en la creación de los fondos europeos de recuperación, un mérito que el PP de Pablo Casado siempre le negó. 

“Agradezco a Pedro por haber liderado la creación de los fondos europeos de recuperación desde el principio”, subrayó. Unos fondos en los que “España siempre ha estado en cabeza” porque fue “el primer país en solicitar y recibir la financiación y ahora también es el primero en solicitar el segundo tramo de financiación” (la concesión de nuevas partidas supone estas vinculada a la consecución de los objetivos fijados para los fondos iniciales, lo que implica un reconocimiento a la gestión del dinero recibido).

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Feijóo sí aprovechó la invitación a hablar ante los empresarios catalanes para marcar diferencias con la forma en la que Pablo Casado planteaba su relación con Cataluña y que tan magros resultados le dio en las elecciones. El nuevo líder del PP se presentó como un político que cree en las autonomías y que ha gobernado una “nacionalidad histórica” como Cataluña durante los últimos trece años. 

Además de distanciarse por igual del independentismo y del centralismo, aseguró que gracias a la Constitución es posible preservar al mismo tiempo “la unidad nacional y la identidad política, cultural y lingüística de los territorios”. 

Del discurso del presidente del PP han desaparecido, al menos de momento, algunos de los temas centrales de su antecesor. No hizo ni una referencia a la supuesta imposición del catalán y a la persecución del castellano y no mencionó el adoctrinamiento educativo que denunciaba en todas y cada una de sus intervenciones y que le llevó a defender un pin parental. Tampoco aludió a la modificación de las normas que rigen los medios públicos catalanes de comunicación ni a las reformas legislativas que su partido ha venido exigiendo en los últimos años para combatir desde el independentismo a la exigencia del conocimiento de las lenguas cooficiales para ejercer empleos públicos en los territorios en las que se hablan.

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