El azote del ébola

Enfermeros del Carlos III, “repudiados” por sus compañeros y familiares

Trabajadores del Hospital de La Paz-Carlos III, concentrados en señal de protesta.

El presidente del Consejo General de Enfermería, Máximo González Jurado, denunció este miércoles que los enfermeros del Complejo Hospitalario La Paz-Carlos III que atendieron a los tres pacientes con ébola que hubo en España están siendo "repudiados y rechazados" por sus propios compañeros y familiares, en algunos casos incluso por sus propios padres.

En la rueda de prensa sobre la Cumbre Mundial Enfermería ante el ébola que se celebró estos días en Madrid, aseguró que el "miedo" y el "desconocimiento" de la enfermedad está propiciando una "terrible estigmatización" hacia el personal de Enfermería que atendió a pacientes con ébola.

Durante la cumbre contó con testimonios de 12 enfermeros del Carlos III que estuvieron en contacto con pacientes con ébola, tanto con Teresa Romero como con los dos misioneros repatriados, y "todos" reconocieron estar sufriendo rechazo, tanto en el entorno laboral como en el familiar.

De este modo, contó casos de trabajadores a los que "ni sus propios padres quieren que vayan a su domicilio" y otros que son rechazados en los vestuarios del propio hospital. "Sus compañeras se alejan, no quieren acercarse", denunció.

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El presidente del Consejo General de Enfermería cree que esta situación "va a tardar un tiempo en cambiar" y confía en que no llegue a la situación vivida en otros países como en República Democrática del Congo, donde un enfermero que estuvo infectado por ébola y superó la enfermedad relató que fue apedreado por sus vecinos.

Una situación que, a su juicio, obliga a "tomar conciencia importante, no solo de los pacientes que sobreviven y van a vivir un auténtico calvario, sino también de los trabajadores sanitarios que los atienden, que están siendo repudiados y rechazados por sus propios compañeros y sus familias", según González Jurado, para los que pide atención psicológica antes y después de atender a un paciente.

"La profesión se siente mal, atacada, en primera línea de batalla pero con cartuchos de fogueo, y eso es duro", insistió.

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