El Gobierno cerró el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones de verano con la aprobación de los permisos retribuidos por nacimiento. Los ministros salieron del complejo presidencial de La Moncloa con la idea de que ese es el camino de la coalición progresista: dotar de medidas sociales lo que queda de legislatura. Y con la sensación de que, después de las últimas duras semanas por el caso Cerdán, hay que dar un fuerte impulso a la actividad del Ejecutivo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha prometido en estas horas “determinación y energía” para tratar de agotar la legislatura. Y se ha marcado un objetivo muy ambicioso: presentar unos presupuestos generales en un contexto muy complicado por la fragmentación parlamentaria. Un castillo de naipes muy complicado. Pero, como recalcan fuentes del Gobierno, no se trata de un “globo sonda”.
El Gobierno insiste en que va a aprobar este proyecto de ley, pero no concreta qué pasará si no logra armar la mayoría necesaria. “No adelantemos pantallas”, señalan en el Ejecutivo. No obstante, el presidente habla en todo momento de 2027, dando a entender que seguirá adelante aunque no logre sacar las cuentas públicas, gracias especialmente a la vía de los fondos europeos de Next Generation.
En busca de votos
La receta, señalan en La Moncloa, pasa por el “diálogo” con todos los partidos que apoyaron la investidura. “El principal problema está en Podemos”, indica uno de los ministros del círculo de confianza del presidente del Gobierno, que insiste: “Es que ellos no quieren aprobar nada”. La sensación en estos momentos dentro de la coalición es que es más complicado lograr el apoyo de los de Ione Belarra que de Junts.
Los presupuestos generales del Estado son también una prueba de fuego y de alto voltaje para la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, encargada de elaborar las cuentas como titular de Hacienda. Tiene un complicado equilibrio con su papel de secretaria general del PSOE andaluz y candidata a las autonómicas del año que viene. Los pactos con ERC, Junts, EH Bildu o PNV para esa ley pueden ser utilizados por el PP de Juanma Moreno en su contra, pero también corre el riesgo de quedar tocada si no lograr sacar las cuentas.
La política española llega exhausta a las vacaciones, después de un durísimo curso lleno de choques y sin tregua entre Gobierno y oposición, pero, sobre todo, marcado por el ritmo de los tribunales. El caso Cerdán llevó al PSOE casi al abismo, pero ahora respiran mejor en Moncloa y Ferraz. Y repiten que, frente a la imagen de inestabilidad, han sacado 42 iniciativas legislativas. El Partido Popular, que creyó acariciar entre sus manos unas elecciones anticipadas, tiene ahora una bomba de relojería en su contra con la aparición del caso Montoro.
"Hay que motivar al electorado progresista"
Varios ministros reflexionan que el Gobierno, a la vuelta del verano, debe imprimir un relato “positivo” y poner en valor las buenas cifras económicas (récord de 22,2 millones de afiliados a la Seguridad Social y once comunidades con datos del paro por debajo del 9%). Y la opinión entre los miembros del Ejecutivo es que es muy necesaria esa agenda social. Como señala una ministra: “Hay que volver a motivar al electorado progresista. Pueden digerir la amnistía, pero tienen que ver que se aprueban medidas que merecen la pena y que sirven para el día a día de los ciudadanos”.
Como señala otra fuente del Consejo de Ministros, después de estos días duros, el Ejecutivo tiene que salir a defender de nuevo “con pasión” la labor frente a la coalición “involucionista” que supone, a su juicio, una unión entre el Partido Popular y Vox. “No podemos ser un Gobierno triste”, añade esta fuente.
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Las encuestas apuntan en estos momentos a una mayoría absoluta por parte de las derechas, pero desde el Gobierno recuerdan que son fotos de un momento y que son sondeos que ahora mismo están hechos durante la irrupción del caso Cerdán. Sin embargo, varios miembros del Ejecutivo sostienen que es posible mantener ese vínculo con el electorado progresista que resistió durante el 23J y que no quiere que lleguen Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal a Moncloa.
Los ministros se van de vacaciones sin saber si a la vuelta el presidente hará una remodelación del Gobierno para dar un impulso al Gobierno y con la vista puesta en liberar a María Jesús Montero para su misión en Andalucía. El cierre de curso deja a dos ganadores dentro del Ejecutivo como los mejor puntuados por los ciudadanos (y únicos que aprueban con más de un cinco en valoración en el barómetro del CIS): Pablo Bustinduy y Carlos Cuerpo.
Y camino de las vacaciones otras de las sensaciones que deja el tablero político internacional es que se ha rebajado el idilio del Gobierno español con la Comisión Europea por el acuerdo con EEUU de aranceles del 15% y la falta de acción ante la crisis de hambruna en Gaza. El Ejecutivo de coalición ha anunciado que va a enviar por vía aérea doce toneladas de ayuda humanitaria, lo que equivale a unas 5.500 raciones de comida.
El Gobierno cerró el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones de verano con la aprobación de los permisos retribuidos por nacimiento. Los ministros salieron del complejo presidencial de La Moncloa con la idea de que ese es el camino de la coalición progresista: dotar de medidas sociales lo que queda de legislatura. Y con la sensación de que, después de las últimas duras semanas por el caso Cerdán, hay que dar un fuerte impulso a la actividad del Ejecutivo.