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Impuestos

Rubalcaba plantea recaudar 40.000 millones en cinco años gravando a los ricos

Inmaculada Rodríguez-Piñero y Pedro Sánchez, este viernes en el encuentro con periodistas

"Que la gente que tiene riqueza pague más y que la gente que tiene salarios no sea como los únicos paganos de un sistema fiscal que hace aguas por todos sitios". Alfredo Pérez Rubalcaba ya enunció anoche, en El debate de La 1 de TVE, el pilar sobre el que descansa la propuesta de reforma fiscal de los socialistas, que hoy viernes el partido ha presentado a los periodistas y que mañana se someterá a discusión en Badajoz, en el tercer foro temático destinado a renovar el proyecto ideológico.

"Una propuesta en defensa de las clases medias", una "reforma fiscal en profundidad", una "enmienda a la totalidad a la política del Gobierno". En definitiva, "ampliar la base fiscal", sin "subir los impuestos a los mismos". Rótulos todos ellos que tanto Inmaculada Rodríguez-Piñero, secretaria federal de Política Económica, como Pedro Sánchez, coordinador de la Conferencia Política Ganarse el futuro, reiteraron una y otra vez esta mañana, en la puesta de largo de Bases para la reforma fiscal del PSOE. Porque la idea que quieren trasladar los socialistas es que no apuestan por un correctivo o una medida más, sino por un cambio completo de la arquitectura tributaria del país, tanto como para recaudar, según sus cálculos, 40.000 millones de euros en cinco años –lo que suponen cuatro puntos de PIB–. Ello reduciría a la mitad la distancia en presión fiscal que España mantiene con la Unión Europea. ¿Cómo? Gravando a los más ricos, reforzando la lucha contra el fraude, apretando las tuercas al sector financiero y reduciendo la maraña de deducciones fiscales de las que se aprovechan las grandes corporaciones.

El PSOE parte en su análisis esbozando las características del sistema impositivo español. A saber: una economía sumergida "notablemente superior a la de la UE-15" (19,2% del PIB en 2012 frente al 14,1%), ingresos insuficientes, recaudación muy sensible a los ciclos económicos –se dispara en épocas de bonanza y se hunde en recesión– y un sistema basado en la aportación de las rentas del trabajo. Estas, recuerdan los socialistas, soportan "el 90% de la presión fiscal", mientras que las rentas del capital suponen el 10%. Todo ello hace que la presión fiscal en España sea casi ocho puntos inferior a la media europea en 2011, según los últimos datos de Eurostat (32,4% frente al 40% de la UE-15). 

Cuenta invididual de ahorro

Hecho el diagnóstico, los socialistas extienden la receta: "Acabar con la injusticia" de un sistema que permite, por añadidura, que "los grandes patrimonios prácticamente no paguen impuestos". Avanzar hacia una fiscalidad "más justa y progresiva". Para ello, el PSOE plantea una revisión a fondo del esquema impositivo. Así, proponen integrar en una única figura tributaria la valoración del patrimonio, "de forma homogénea y sin excepciones", con la tributación de la renta. No hay nombre cerrado pero sería una especie de impuesto de la riqueza, una modalidad copiada de Holanda. Es decir, se valoraría el patrimonio global de los contribuyentes (acciones, vehículos, sicavs, depósitos... descontando la vivienda habitual), aproximándolo "a los valores de mercado". A esa valoración se le calcula una rentabilidad media (por ejemplo, del 3%). Esa renta declarada se tendría en cuenta para el acceso a los servicios y ayudas públicas. A partir de un determinado nivel de patrimonio –el PSOE parte del límite actual de mínimo exento, 700.000 euros y la vivienda habitual hasta los 300.000 euros–, esta renta sería gravada al tipo del IRPF que corresponda. 

Piñero y Sánchez pusieron un ejemplo: si una familia tiene unos bienes de dos mllones de euros invertidos en un fondo de inversión, generarían una capacidad de pago de 60.000 euros (a una rentabilidad media del 3%), que se tendría en cuenta para el acceso a las prestaciones públicas. Lo que supere en el mínimo exento establecido, se gravaría según el tipo de IRPF existente. 

"Es un cambio total de filosofía –elogiaba Piñero–. El problema hasta ahora es que las grandes fortunas se las buscaban para eludir pagar impuestos, y apenas tributaban por la vía del Impuesto de Patrimonio. Con este sistema, pagarían. Daría igual dónde esté el capital, porque habría un único impuesto". ¿No se tocarían los tipos? El PSOE no ha entrado a jugar con ese escenario. Hoy recordaba, de hecho, que su documento es sólo una propuesta, "no el BOE", que le falta bajar al detalle, y que tampoco es un programa electoral, aunque el catálogo de medidas contenidas en él sí serán "orientaciones" para el mismo. 

Los socialistas también reclaman equiparar la tributación de las rentas del capital con las del trabajo. Y revisar las "deducciones regresivas" del IRPF. ¿Qué entienden por estas? Las que se aplican a los planes de pensiones, ya que los que tienen mayor renta pueden meter más dinero en ellos y desgravarse más. Ferraz sí quiere "potenciar el ahorro", pero de otra forma. Que se ahorre en planes de pensiones, pero también, por ejemplo, para formación, para asistencia por enfermedad, desempleo... En actividades "económicas", no para gastos suntuarios. Todos esas opciones gozarían de los mismos privilegios. Esta figura, importada de Canadá, sería semejante a la cuenta vivienda: ventajas durante el tiempo en que se mantenga y, si finalmente no se consume, se devuelve a Hacienda lo deducido. 

Impuestos a los bonus extraordinarios de la banca

Sobre el Impuesto de Sociedades, por su parte, el PSOE reconoce que recae una madeja enorme de deducciones, que las grandes corporaciones saben aprovechar a través de la ingeniería financiera para escapar del pago de impuestos. En tanto se acomete una reforma integral del impuesto, los socialistas proponen fijar un gravamen mínimo para las grandes corporaciones. Sería del 15%, frente al "7% real" que pagan hoy. 

¿Y el IVA? Piñero dejó claro, de nuevo, que en la propuesta actual no se recoge cambiar los tipos, o volver a los límites anteriores a la última subida del Gobierno. Sí quieren "revisar la cesta de productos" que entran dentro de cada tramo. Desean que se vuelva al tipo reducido en cultura y a los productos higiénicos de primera necesidad. Asimismo, se suprimiría la exención de IVA hoy reconocidas a la sanidad y la educación privadas no concertadas. 

El PSOE no sube tampoco el gravamen a las sociedades de inversión de capital variable (sicav), que hoy tributan al 1%. Sí las sujetarían más al control de la Agencia Tributaria. "Son un mero cascarón. Lo importante es lo que tienen dentro, que es el patrimonio, y ese ya tributaría en ese impuesto de la riqueza que hemos diseñado". 

El documento también dedica un apartado al sector financiero. El PSOE recuerda que apoya desde hace años la tasa a las transacciones financieras. No sólo eso. El partido sugiere un impuesto a los bancos que se endeuden mucho y otro más que grave los bonus (las retribuciones variables de los directivos) y los beneficios extraordinarios de las entidades. 

Entre otras medidas, los socialistas citan la recuperación del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, la subida de la carga fiscal sobre el alcohol y el tabaco o la profundización en la fiscalidad verde.

Más independencia y medios a la Agencia Tributaria

A ello hay que sumar, añaden, el énfasis en el combate al fraude. Piden reforzar la indendependencia de la Agencia Tributaria y dotarla de más recursos. Además, una ley anual antifraude –una especie de Ley de Acompañamiento a los Presupuestos del Estado– serviría para tapar las lagunas legales descubiertas durante el ejercicio anterior. Eso, por lo que respecta al ámbito nacional. Fuera, remachan los dirigentes del PSOE, se podría revocar las licencias bancarias a las entidades que favorezcan el fraude o no colaboren con las autoridades tributarias, demandar a los Estados de la UE que obstaculicen la cooperación fiscal y, por descontado, acordar una base imponible consolidada y común del Impuesto de Sociedades, para evitar el efecto huida de capitales. Esto último, asumen en Ferraz, no es nada fácil, pero ese camino, el de la unión fiscal, es también el que defiende el Gobierno del PP. 

El PSOE corona su texto con la propuesta de una Ley de Transparencia de las Previsiones Tributarias, que fuerce a que el Gobierno no elabore su cuadro macroeconómico –y por tanto, su previsión de recaudación, de gastos, de nivel de déficit, de paro...– en absoluta soledad, sino que deba consensuarlo con analistas e instituciones económicas del país. Ello redundaría en una mayor "credibilidad" de las cifras. 

Con todas estas medidas, Ferraz calcula que entrarían a las arcas públicas 40.000 millones de euros en cinco años, y se reduciría cuatro puntos la distancia con Europa en presión fiscal. Advierten de que luego esos 40.000 millones se mantendrían, porque una de las ventajas de su arquitectura, decían Piñero y Sánchez, es dotar de "estabilidad" a la recaudación. "Se aumenta la presión fiscal para que paguen los ricos, y sin tocar las rentas del trabajo". 

Bases para la reforma fiscal del PSOE (12/04/2013)

El documento será objeto de debate mañana en Badajoz, en el foro temático sobre fiscalidad al que acudirá Rubalcaba. Pero aún deberá caminar algo más, hasta la Conferencia Política de octubre y, después, concretarse en el programa electoral. El PSOE confiere a esta reforma, en la que lleva trabajando "un año", una importancia "fundamental", pues permitiría visualizar que cabe otra "alternativa" a la del Gobierno, sin castigar más a las clases medias. Sin embargo, el texto carece de total concreción y mantiene variables sin revisar, como los tipos. Por lo demás, supone un importante giro respecto de la política tributaria aprobada y aplicada durante los Gobiernos socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero. 

¿Las iniciativas "no hacen amigos", no?, se les preguntó a Piñero y Sánchez. "Esos amigos están todos en el mismo barrio", dijeron, respondiendo con sorna y refiriéndose a los ricos. 

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