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El relevo de Griñán

Susana Díaz toma el poder del PSOE andaluz en un congreso en el que no se prevén grandes cambios

Susana Díaz y José Antonio Griñán saludan al Comité Director tras el anuncio del congreso extraordinario del PSOE andaluz, este lunes 7 de octubre.

Susana Díaz recibirá todos los galones del poder socialista en Andalucía en poco más de un mes, en el congreso extraordinario de los próximos 23 y 24 de noviembre, en Granada. Será el último paso en el proceso de coronación de la heredera de José Antonio Griñán. En palabras de su mentor, es el "desenlace natural" de una "estrategia" de un profundo "proceso de renovación", institucional y orgánico, en la federación del PSOE con mayor peso e influencia. Paso, por otra parte, que estaba claro que se iba a producir más temprano que tarde. Lo que aún sigue en penumbra es qué equipo acompañará a la nueva secretaria general, aunque se prevé que no haya grandes cambios en el núcleo duro, que no haya "estridencias" y sí una cierta continuidad en lo fundamental. Eso sí, todas las fuentes consultadas se tientan la ropa, y ponen por delante todas las cautelas del mundo, porque Díaz es la "reina en hablar y oír a todo el mundo" y comunicar su decisión en el último momento, para evitar filtraciones. Así sucedió, de hecho, con su primer Gobierno, formado hace menos de un mes. 

Griñán, en el congreso de su reelección, en 2012, se acompañó de un equipo de colaboradores muy fieles y de ruptura con el anterior estado mayor de Manuel Chaves. Encumbró al onubense Mario Jiménez (1971), de la misma generación que Díaz (1974), como vicesecretario general. Él ha sido quien ha pilotado realmente el timón del partido en este tiempo, "coordinado" con Griñán y con la actual presidenta. Jiménez ha asumido igualmente un creciente protagonismo en Madrid, defendiendo la posición andaluza en los órganos federales y ayudando a sofocar la ansiedad interna que de cuando en cuando se ha desatado por los conflictos que han estallado en las manos a Alfredo Pérez Rubalcaba. Siempre dejando claro que Andalucía no iba a precipitar la caída del secretario general. Ayer mismo, 7 de octubre, ante el Comité Director en el que expresidente confirmó la convocatoria del cónclave extraordinario, Jiménez reivindicó el papel de su federación en la Conferencia Política del PSOE del mes próximo, como motor de los "cambios" en un partido que ha de tener "perfiles claros", según relataron fuentes oficiales a la salida de la reunión. 

En Organización, una cartera fundamental, Griñán situó al gaditano Juan Cornejo (1955), un curtido fontanero socialista y senador electo desde 2008. Y en la presidencia, un cargo más honorífico que ejecutivo, ubicó a Amparo Rubiales (1945), una mujer de largo currículum: primera mujer consejera de la Junta, primera delegada del Gobierno en Andalucía, vicepresidenta del Congreso, senadora, parlamentaria autonómica... Ellos tres, junto a la sevillana Verónica Pérez (1978), secretaria de Política Institucional –la número cuatro de la estructura regional–, han conformado el núcleo duro de Griñán en el último año

Como una "balsa de aceite"

El congreso extraordinario se prevé "tranquilo", "como una balsa de aceite", según auguraban ayer varios miembros de la actual ejecutiva andaluza. En un doble sentido: porque ahora mismo no se anticipan grandes revoluciones y porque Díaz, en su campaña para conseguir los avales necesarios para las primarias, pactó con el sector crítico a Griñán –en especial, Jaén, la segunda agrupación más importante del partido–, con lo que se hizo con el apoyo de todos los secretarios provinciales. 

¿Y qué pasará ahora? Con mucha prevención, las distintas fuentes consultadas apuntaban ayer, en Andalucía y en Ferraz, la cúpula federal, que es bastante posible que Jiménez y Cornejo continúen en la dirección. El caso de Rubiales es distinto, porque pertenece a la generación de Griñán –ella nació en octubre de 1945 y él en junio de 1946 y son amigos–, aunque también es una dirigente "muy respetada y escuchada" en el PSOE andaluz, por su largo bagaje, por su lucha por los derechos de las mujeres. Una "autoridad moral" en el PSOE-A. Y es conocido que se ha entendido "muy bien" con Díaz. 

La gestión de Jiménez y Cornejo ha sido aplaudida en el PSOE-A, incluso por el sector crítico que estaba nucleado en torno a Gaspar Zarrías, veterano número dos de Chaves. La razón es que ambos "se han tenido que bandear con los secretarios provinciales en un escenario complejo", ayudando a cicatrizar las heridas que dejó el anterior congreso y sumando apoyos para Díaz en las primarias. "Los dos han sido claves para que este proceso salga bien", les felicitaba una joven susanista. "Uno y otro eran conscientes de que había que entrar en una nueva etapa, que había que dar normalidad al partido. Han hecho tándem para que las cosas se tranquilicen", indicaba ayer un mando del antiguo grupo opositor de Jaén. Ayer lunes ni siquiera se oyeron voces a la contra en el Comité Director, y los líderes provinciales elogiaron la estrategia y el manejo de los tiempos del expresidente. "Pepe, acertaste", dijo gráficamente el jefe de los socialistas jiennenses, Francisco Reyes, informa Europa Press. 

Un puesto "pactado" con el vicesecretario general

Sin embargo, los casos de Cornejo y Jiménez son distintos. La continuidad del primero se da más por segura, por su labor en Organización y porque en principio no tendría más ambiciones fuera de Andalucía. Cosa que no ocurre con el vicesecretario general, y no por falta de "sintonía", que la hay, "y mucha". De él siempre se ha escuchado en el partido que su futuro puesto está en Madrid, en la estructura federal, tras la sucesión de Rubalcaba. "Lo que sea Mario también depende de él mismo. Ambos, él y Susana tendrán que hablarlo. Dependerá de sus aspiraciones o deseos. Porque si sigue siendo número dos, no se va a ir dentro de un año a Madrid, dejando vacante un puesto tan importante. Si sigue en Andalucía, es para comprometerse. Lo de Madrid es incierto y oscuro, y si se va no tiene nada asegurado. Pero eso es hacer política, arriesgar", analizaba una influyente responsable del aparato andaluz. Jiménez fue precisamente designado senador el mes pasado, junto con Griñán y la exconsejera Mar Moreno. 

Las cuentas que maneja el PSOE-A, en línea con Ferraz, es que las primarias llegarán tras las elecciones europeas de mayo de 2014, aunque adelanta que tendrán que ser sucedidas por un congreso, para conferir el poder orgánico a quien se haga con la candidatura y evitar la bicefalia. Otras fuentes opinaban que tal vez a Díaz no le interesa tener a un vicesecretario general "con tantos poderes y tanta visibilidad" como Jiménez, en una etapa en la que ella debe asentarse como líder del partido y como presidenta de la Junta. De cualquier modo, hay coincidencia en que el futuro de Jiménez estará "pactado" con él

La otra pieza capital es Jaén. Todos los cuadros consultados dan por hecho que la ejecutiva regional volverá a tener a un dirigente jiennense, "y con mucho peso". En la dirección saliente no hay ningún representante del sector crítico, así que ahora, hecha la paz, se espera que se recomponga el equilibrio provincial. Es más, según fuentes del antiguo sector crítico, el reingreso de Jaén estaría "cerrado" y no se descarta que encarne esa vuelta la exconsejera Micaela Navarro

La pieza del congreso de Sevilla

La ficha de Jaén podría estar relacionada con la del congreso extraordinario de Sevilla, que se celebrará una semana más tarde que el regional. Este cónclave es obligado porque la actual secretaria general es Susana Díaz. Dos nombres se manejan para sustituirla: el actual presidente, Fernando Rodríguez Villalobos (1952), también presidente de la Diputación sevillana; o la secretaria de Política Institucional de la direccion andaluza, Verónica Pérez (1978), mujer de la absoluta confianza de Díaz (y de su quinta) y miembro de su equipo de campaña en las pasadas primarias. Para algunos veteranos del partido, el perfil de Pérez casaría más con la idea que taladra la presidenta de la Junta, la llegada de una nueva generación al poder. Si Pérez ocupa el liderazgo en Sevilla, su sitio en la sede regional de San Vicente podría estar reservado para Jaén, según los cálculos de fuentes oficialistas y del viejo sector crítico.

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Todas las quinielas, con todo, deben tomarse con mucha cautela. "No toca, no se sabe. Quien diga nombres no conoce cómo funciona este partido. Hablar de nombres ahora es errar, es una locura", aseguraba tajante un importante miembro del aparato. Otro secretario provincial coincidía, básicamente porque queda más de un mes para el cónclave y porque Díaz, en el mismo congreso, deberá oír qué candidatos le sugieren los líderes de los ocho territorios. A ese factor capital se suma el carácter de la presidenta de la Junta, que guardó con muchísimo celo la lista de sus consejeros, y de hecho sorprendió con el titular de Presidencia, un puntal primordial en el Ejecutivo, Manuel Jiménez Barrios

Ferraz, mientras, observa los cambios con una pretendida distancia. Ayer, el número tres, Óscar López, subrayó que el aparato de Rubalcaba digería los cambios "con total normalidad". Fuentes cercanas al secretario general añadían que no se teme una desestabilización. "Tenemos una excelente relación con ella", sintetizaban. Una joven dirigente próxima a Díaz apuntalaba esa idea: "Los tiempos aquí en Andalucía y en Madrid son distintos. Y es conocida su lealtad a la dirección del partido. Al contrario, con su liderazgo va a reforzarla". Tal y como la presidenta dijo la semana pasada en un desayuno informativo en Madrid. Griñán, además, seguirá ocupando la presidencia federal del PSOE. Será, con el de senador, su único cargo por ahora, pues ayer mismo renunció a su acta de diputado autonómico. Culminaba así todo el proceso de relevo y su salida de la política andaluza, una renovación con la que el PSOE-A estaba dando "ejemplo" al resto del partido, dijo ayer Griñán a los suyos, en un mensaje que parecía dirigido a Ferraz. 

"Lo único seguro es que ella será la secretaria general", sentenciaba con sorna un veterano del PSOE-A. Porque, como apuntaba otro cargo, hay que aplicar en el partido la regla de los cónclaves vaticanos: "Uno sabe cómo entra en un congreso pero no cómo sale". 

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