La situación en el PP
Vox, Cataluña y cambios en la cúpula del PP: Feijóo aplaza y acumula deberes pendientes
Dos meses después de las elecciones del 23J, en las que los electores privaron a la derecha de la mayoría que buscaban para controlar el Congreso y poner fin al Gobierno de Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo sigue sin recuperarse. Su equipo más próximo, los barones del partido y sobre todo él mismo no esperaban, ni por asomo, un resultado tan corto. El intento de disimularlo, reivindicando haber sido la fuerza más votada y defendiendo el supuesto derecho de su candidato a ser elegido presidente del Gobierno, culminó hace dos semanas con una investidura fallida que Génova ha utilizado para cerrar filas y renovar la fe en el liderazgo de Feijóo.
El humo de aquella ceremonia, sin embargo, ya se está disipando. A la vista empiezan a quedar, de nuevo, los mismos problemas que se pusieron de manifiesto tras el fiasco electoral. Aunque ahora están acompañados por la pasividad del presidente del partido, que con la excusa de esperar a ver si Sánchez es capaz de formar gobierno, sigue sin tomar decisiones.
En primer lugar, en relación con Vox. Feijóo se vio obligado a dar cobertura a los pactos autonómicos y municipales firmados por el PP con la extrema derecha, en parte porque necesitaba el respaldo de Santiago Abascal si quería ser presidente. Superado ese trámite, y consciente de que la generosidad de Vox al otorgar su apoyo a cambio de nada hubiese sido muy distinta en caso de tener una posibilidad real de llegar a la Moncloa, el presidente del PP ha recuperado su tesis: el mal resultado del 23J fue culpa de Vox, defendió esta semana en una entrevista en Onda Cero. Vox es lo mejor que le ha pasado a Pedro Sánchez y, si pudiese, no pactaría nunca con Abascal, añadió en la misma conversación.
Son argumentos que no comparte el ala radical del partido, de la que forman parte dirigentes como José María Aznar, Isabel Díaz Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo, partidarios de naturalizar los vínculos con Vox. Ahí es donde la política de Génova sigue moviéndose en la indefinición.
El dilema
¿Qué debe hacer el PP? ¿Navegar la legislatura, mientras dure, o ir a una nueva campaña electoral en enero, si tiene lugar, en sintonía y coordinación con la extrema derecha con el objetivo de combinar entre ambas formaciones un espectro ideológico más amplio? ¿O insistir en la estrategia, que no funcionó el 23J, de intentar atraer al PP a todo el espacio del centroderecha?
Mientras ese dilema siga sin resolverse, la convivencia con Vox se confundirá a menudo con la competencia. Es lo que ha pasado este domingo en Barcelona, durante la manifestación convocada por Societat Civil Catalana para oponerse a medidas de gracia de las que puedan beneficiarse las personas condenadas, encausadas o pendientes de sanción en relación con la fallida declaración de independencia de 2017.
Arrastrado a participar por la prensa afín y por los duros de su partido —siempre ha tenido alergia a las protestas en la calle—, Feijóo ha logrado evitar una fotografía con Abascal que fagocite su liderazgo en el campo de la derecha. Y ha conseguido aparecer arropado por diversos barones, entre ellos Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno. Especial interés ha tenido su coincidencia con Alejandro Fernández, presidente del PP catalán, al que planea sustituir en los próximos meses. Fernández lleva semanas discrepando públicamente de la estrategia de Feijóo para Cataluña, en especial de su voluntad de abrir vías de diálogo con Junts, el partido de Carles Puigdemont.
Sin embargo, la renovación de la dirección del PP catalán, en línea con la que Feijóo ya ha ordenado poner en marcha en el País Vasco, sigue sin fecha. Desde que llegó a la presidencia del partido, Feijóo ha intentado varias veces avanzar en una nueva hoja de ruta, hablando de catalanismo constitucional y tratando de evitar el debate entre el castellano y el catalán, pero no ha tenido éxito. De momento, de su proyecto para Cataluña nada se sabe y su apuesta por la cordialidad lingüística ha sido sustituida por el desprecio al uso de las lenguas cooficiales en el Congreso.
El partido, a la espera
Génova sigue creyendo más probable una investidura de Pedro Sánchez que una repetición electoral. Entretanto, los cambios dentro del partido y del grupo parlamentario tendrán que esperar. Feijóo mantiene congeladas decisiones clave, como la designación de sus portavoces en el Congreso y el Senado, y una reorganización del Comité de Dirección del partido adaptada a su nuevo rol de líder de la oposición.
El presidente del PP había diseñado la cúpula del partido y la composición de su grupo parlamentario —en el que tienen escaño un notable grupo de fieles del que forman parte Mar Sánchez, Marta Varela, Álvaro Pérez, Miguel Tellado, Pedro Puy, Rosa Quintana y Francisco Conde— convencido de que ahora estaría al frente del Gobierno. Ahora no sabe todavía qué hacer y la tardanza en tomar decisiones alimenta las especulaciones.
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En primer lugar, en torno al futuro de Cuca Gamarra. La resistencia de Feijóo a confirmarla como portavoz ha hecho creer a muchos que no ocupará ese puesto y que se quedará en la secretaría general del partido, donde apenas tiene competencias reales, en particular en el ámbito orgánico. Para sustituirla en el Congreso se barajan varios nombres –Borja Sémper, Esteban González Pons y Elías Bendodo–, más por su relevancia en el equipo actual que porque Feijóo haya dado pistas sobre sus preferencias.
Feijóo tiene que resolver también las diferencias cada vez más de dominio público entre Bendodo, actual coordinador general del partido, y Miguel Tellado, vicesecretario de Organización, dos visiones enfrentadas sobre todo en materia de estrategia electoral. El primero es un hombre de la absoluta confianza del presidente andaluz y el segundo lo es del propio líder del partido. El conflicto no tiene fácil arreglo: Feijóo ha sido históricamente leal a sus colaboradores más estrechos, pero tampoco puede resolver el conflicto dañando su relación con Moreno.
Para complicar más las cosas, está pendiente otra decisión delicada: quién se hará cargo de la coordinación entre los barones que gobiernan y que ahora mismo exhiben pactos, perfiles públicos y políticas a menudo en contradicción. Mantener un único discurso será uno de los retos que tendrá que afrontar el PP en la nueva legislatura.