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Ser padre (y madre, más; valga todo lo que escribo para las madres pero multiplíquenlo por diez) es doloroso. Mucho.
Y una vez más hay que poner en valor el curro de la gente que se dedica a estas cosas, los denostados, los que damos por supuestos, los posiblemente mal pagados y peor considerados.
Hay en nosotros, en los izquierdistas de a pie, una tendencia magnífica a instalarnos en el colorín progresista y espantar lo incómodo de serlo. Las renuncias individuales, por ejemplo.
Sin querer ser pesimista y asumiendo que muchas de las cosas que nos van a pasar en 2021 serán un redescubrimiento de una felicidad que nos ha negado la pandemia, es evidente que el plan que se presenta para 2021 no es para tirar cohetes.
Nunca me atreveré a decir que las cosas volverán a estar bien, pero evidentemente afrontamos los mejores momentos de la vida desde el mes de marzo.
Este verano empecé a ir a la psicóloga. He pasado por momentos personales muy complicados, todo se me juntó y llegué a una situación en la que simplemente veía que sin ayuda no iba a ser capaz de afrontar lo que se me venía.
No puedo evitar pensar en la mierda de vida que debe tener un hombre que tiene que negar lo más básico de su ser para ganarse la vida y, sobre todo, que ha construido su personalidad, su prestigio y su andamiaje moral en odiarse.
Hay que reconocer que hacer el homenaje a Maradona el otro día no nos aportaba nada. Lo hicimos para posturear, ganar cuatro likes en redes, hacernos los guays y decirle al mundo lo que se nos pasaba por la cabeza sin pensar que a las mujeres les podía molestar.
Odio quererle tanto. Me enfrenta a mis contradicciones morales, políticas y humanas. Odio sentir tanto que se ha muerto.
No quiero envejecer como Alfonso Guerra. Y, desgraciadamente, no me puedo garantizar a mí mismo que no lo haga. Otro motivo más para temer el paso del tiempo.
La norma en España es que los deportistas no hablen o que, si lo hacen, sea para mostrar su preferencia por el lado más conservador del panorama político.
He bajado el consumo compulsivo de medios en legítima defensa. Todos tenemos un compromiso con nuestra salud mental (y más con otro confinamiento sobrevolando nuestras cabezas) y con la convivencia.
Nos van a confinar, las Navidades van a ser un asco, no hay que prodigarse en bares y restaurantes en interior y sin mascarilla. Tu cuñado y tu hermana te contagian igual. No hay que quedar con mucha gente a la vez. Esta es la nueva vida.
La práctica totalidad de la humanidad no le desea la muerte a nadie, independientemente de lo que opine. Si tú te enteras de que una persona padece cáncer, no preguntas antes a quién vota para decidir si lo sientes o no.
Si eres un izquierdista pesado como yo y ves que algo que dice alguien un poco menos izquierdista que tú no te gusta exactamente, cállate. Yo ya lo voy aprendiendo.
www.infolibre.es ISSN 2445-1592