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El sainete de censura y la tercera España

Estos días Vox nos ofrece otro frikiespectáculo, uno de tantos en su trayectoria excéntrica y caricata desde que es una fuerza tremendamente relevante en el Congreso, con la presentación como candidato a presidente del Gobierno, vía sainete de censura, de un señor de una pila de años al que, según se ha sabido, eligió un escritor de ultraderecha sin más experiencia política que años de trincar en Telemadrid con sus programas nada masivos a costa del contribuyente. Nos presenta Vox a una persona que se jubiló en el siglo XX para no poner al frente a su presidente, un señor que ha vivido del mismo partido que le pagaba los programitas a Dragó hasta que ha podido buscarse el dinero público él solo. Un "vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos" de manual, solo que aquí los hijos y los padres somos los que pagamos impuestos y sus chiringuitos mientras nos acusan a los demás de vivir de subvenciones y mamandurrias. Bien, pues estos son los que esta semana nos presentan su proyecto de país.

Al otro lado, el presidente del Gobierno dice, conteniendo la risa supongo, que este sainete de censura servirá para que se vea en el Parlamento los dos proyectos de país que existen. El del gobierno de coalición y el de la derecha, afirma. Y creo que llegó el momento de dejar eso a un lado: vale que el gobierno de coalición sea el mal menor, pero no hay que dejar pasar que ese escenario es falaz. Hay más Españas, aunque acaben en un gobierno de coalición. Hay otra España a la que debemos aspirar.

Hay una tercera España que no es la de la derecha ni la del presidente del Gobierno. Y tiene que saberse y hacerse notar. Existe, está ahí. Es grande y libre. Solo hay que conseguir que sea una y que sepa cabalgar las olas que vienen

El presidente del Gobierno, que creo que tiene el mejor equipo de comunicación que nunca tuvo un presidente en esta democracia nuestra, sabe en todo momento cuándo marcar distancia con el socio minoritario del gobierno de coalición y cuándo apropiárselo, a él y a sus avances. Sabe dejar a ministras a los pies de los caballos cuando hace falta, no vacila en boicotear leyes que encabece el socio, saca a pasear a la ministra de Defensa (una persona que está más cerca de Ramón Tamames que de Ione Belarra) sin censurarla jamás cuando toca... Ahí no hay coalición. Ahí España son muchas. Pero a la hora de confrontar a la ultraderecha friki, ahí somos dos. Ellos y nosotros. Indivisiblemente.

Pero no es así. Hay al menos una tercera España que ve con estupor cómo el Tito Berni es el Luis Roldán de esta época, que no se calla ante una forma de corrupción que ya creíamos olvidada, que aspira a voltear la tortilla y no a controlar el fuego, que abandera la intevención real y decidida en la economía del día a día, que pretende cambiar y no matizar. Que aspira a agitar el estado de las cosas del bipartidismo.

Saber cómo hacerlo, moverse en un ecosistema mediático y económico hostil, convertir en masivo un mensaje que solo encontrará bombazos y cables cortados es la labor de quienes están al frente de esta tercera España. Pero basta de discursos maniqueos y de vivir pendientes de que los dueños del botón rojo lo aprieten. Hay una tercera España que no es la de la derecha ni la del presidente del Gobierno. Y tiene que saberse y hacerse notar. Existe, está ahí. Es grande y libre. Solo hay que conseguir que sea una y que sepa cabalgar las olas que vienen.

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