José Miguel Contreras: “Los independentistas decidirán entre más confrontación o entendimiento”
Tras contabilizar los votos de los residentes en el extranjero, ya tenemos resultados oficiales de las elecciones generales. El columnista y accionista de infoLibre, José Miguel Contreras, es catedrático de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos. Autor entre otros libros de Vida política y televisión, está especializado en el ámbito de la comunicación política. Colabora habitualmente en diversos medios como analista político. A su juicio, “vivimos una encrucijada trascendental de nuestra historia democrática”. “El modelo territorial español está en el centro de la decisión de hacia dónde nos dirigimos en el futuro inmediato. O vamos hacia una recentralización en abierta confrontación con territorios como Cataluña o Euskadi o vamos hacia una mayor implicación en el modelo estatal de sectores hasta ahora anclados en el nacionalismo extremo o en el secesionismo”, sostiene. Y completa: “Lo más curioso es que a ellos les toca elegir entre más confrontación o entendimiento”.
El independentismo en el foco
“El problema político y social actual en España ya no es evidentemente si hay o no que derogar el llamado sanchismo. El simplismo y la vulgarización del debate nos desvía a menudo la atención de lo realmente importante. El resultado electoral del pasado domingo debería ayudar a abrirnos los ojos. En democracia, una vez que los ciudadanos acuden a las urnas, el resultado pasa a convertirse en una especie de demiurgo que reordena todos los elementos que conforman nuestro universo político. La filosofía griega denominaba como demiurgo a la divinidad encargada de crear y armonizar el universo. El pasado domingo, la democracia se expresó y marcó cuáles son los retos a los que debemos enfrentarnos de forma inmediata. Las urnas señalaron dónde va a estar el centro de atención de nuestra realidad: en el papel que el independentismo va a jugar en este momento crucial de nuestra historia”.
Bloquear o apoyar
“Con el reparto definitivo de los escaños, las alternativas son muy reducidas. ERC y Junts sólo tienen dos opciones. No podrán, como han hecho en otras ocasiones, intentar quedarse fuera de los bloques para decidir en cada momento concreto qué hacer. Con esa fórmula, han podido utilizar su presencia en el Congreso de los Diputados para presionar en cada votación en favor de sus particulares intereses, ya sean estos políticos, judiciales o de pura propaganda. Ahora, ambas formaciones tienen que optar. No cabe inhibirse, aunque lo desearan. Por un lado, pueden apoyar al bloque progresista y votar a favor de investir a Pedro Sánchez como presidente. Por otra parte, si anuncian su abstención o su voto en contra, tendremos repetición electoral y se abrirá de nuevo la posibilidad de que llegue un Gobierno de PP y Vox. Otra cuestión diferente sería definir su papel una vez investido Pedro Sánchez como presidente”.
Poco que negociar
“Durante las próximas semanas, la atención se va a dirigir a Barcelona y a Waterloo. Los líderes de ERC han preferido de antemano apostar por una consulta entre sus bases para evitar resultar abrasados en el proceso de decisión de qué postura tomar. De alguna forma, la dirección del partido ha marcado estos últimos años una línea de pragmatismo que posibilite un espacio de diálogo permanente con el Gobierno de Pedro Sánchez. El problema mayor vendrá de forma prioritaria respecto a la posición de Junts. Habrá quien interprete que surge una oportunidad para Puigdemont y los suyos de aprovechar la coyuntura para aflorar sus reivindicaciones clásicas encabezadas por la amnistía y la independencia. Sin embargo, hay un serio problema al respecto. Ninguna de las dos solicitudes tiene posibilidad alguna de hacerse realidad. Cuanto antes lo asuman, más sencillo será el debate interno sobre qué hacer”.
Mucho que perder
“Pedro Sánchez ni desea ni puede facilitar una amnistía o la independencia de Cataluña. Es absurdo. Una reforma constitucional en esas materias no es aceptable por el PP, ni tampoco por el PSOE. Se requeriría el apoyo de ambas formaciones. Es ridículo siquiera abrir el debate. Lo que se va a poner encima de la mesa es nuestro modelo de país. El destino ha elegido a Puigdemont y a Junts como los responsables de decidirlo. Suena a disparate, pero esa es la realidad. A un líder secesionista, huido de la justicia y pendiente de enfrentarse a una seria causa penal le corresponde democráticamente decidir hacia donde quiere que se dirija España. Sólo hay dos rutas. Puede facilitar la llegada al Gobierno de la derecha y la ultraderecha que apuesta por una España uniforme, alejada del respeto a convivir con diferentes identidades. Por otro lado, puede facilitar que Cataluña siga integrada en un país que respeta y defiende la diversidad de sus territorios”.
Dos bloques similares
“En la España actual, subsisten dos bloques de similar tamaño polarizados y enfrentados abiertamente a izquierda (44,1%) y derecha (46%). El Partido Popular no termina de consolidarse como una fuerza capaz de conseguir por sí sola una mayoría parlamentaria que le permita llegar al Gobierno. Su única opción pasa por la coalición con la ultraderecha, lo que le amplía su territorio electoral, pero sigue sin darle la mayoría necesaria para gobernar. Además, la presencia de Vox le cierra la posibilidad de conseguir pacto alguno con otras fuerzas más moderadas. La izquierda vive su propio problema. El PSOE cuenta con un apoyo electoral ligeramente inferior al del PP (33,0% contra 31,7%). Para aspirar a más necesita el apoyo de Sumar, recién constituido en torno a Yolanda Díaz (12,4% contra el 13% de Vox). Sin embargo, tampoco le dan los números para llegar a una mayoría de gobierno sin otra ayuda”.
El sistema electoral favorece al PP
“Estos días hemos asistido a un encendido debate en todos los medios de comunicación sobre a quién le corresponde el legítimo derecho a ser investido presidente del Gobierno, si a Pedro Sánchez o a Alberto Núñez Feijóo. La discusión, aunque resulte entretenida, es intrascendente si no ponemos encima de la mesa la realidad que marca la ley. La alianza PP+Vox se ha quedado en 170 diputados (137+33) a las puertas de llegar a los 176 que marcan la mayoría absoluta. Mientras, PSOE y Sumar contarán con 152 diputados (121+31). Llama la atención la diferencia de 18 escaños entre los dos bloques, pese a haber obtenido un número de votos similar. El sistema electoral ha beneficiado a la derecha frente a la izquierda, gracias a su victoria en la mayor parte de las provincias más pequeñas. Sin embargo, no ha sido suficiente. La verdad es que gobierna, según la ley, el que reúna en el parlamento el mayor número de votos entre los 350 diputados”.
Desequilibrar la balanza
“El equilibrio entre ambos bloques impide que ninguno de los dos cuente con una mayoría suficiente como para gobernar con sus propias fuerzas. La derecha ha obtenido 11,1 millones de votos. La izquierda, 10,9. Hay más de un 90% del electorado partido en dos mitades prácticamente iguales, irreconciliables ideológicamente, que representan los dos grandes modelos de entender el mundo actual, el conservador y el progresista. La clave para resolver el práctico empate está en un 7,3% del voto total, que ha obtenido representación parlamentaria, que es el que desequilibra la balanza hacia un lado u otro. El pasado domingo, siete partidos más obtuvieron escaños. Los siete son formaciones no estatales, ligadas a la defensa de intereses territoriales y con diferentes maneras de abordar ese espíritu identitario: ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG, CC y UPN. A este grupo le corresponde decidir el futuro inmediato de España”.
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“Desde el estallido del procés en Cataluña, la cuestión territorial ha cobrado una importancia trascendental en España. La derecha decidió convertir en eje de su ideario político la confrontación con el auge del nacionalismo. El PP, en pugna con Ciudadanos, por un lado, y con Vox, por el otro, fue subiendo su nivel de enfrentamiento con los partidos nacionalistas. Atrás quedaron los tiempos de los pactos de Aznar con Jordi Pujol que le permitieron al PP llegar a la Moncloa. Rajoy fue el último que pactó con el PNV para poder gobernar. También el PP fue el último partido que pactó con Artur Mas. El procés provocó un aumento de la tensión social en toda España. El antinacionalismo empezó a dar gran número de votos a la derecha en otras comunidades como Madrid, Andalucía, Castilla La Mancha o Extremadura. Por el contrario, los electores afines a la diversidad territorial se fueron separando del PP de forma irreconciliable”.
La Tercera España
“Hace unos años, publiqué en infoLibre una columna en la que intentaba explicar el papel creciente y decisivo que iban a desempeñar en el futuro estos partidos regionalistas o nacionalistas que conforman la que denominaba como Tercera España. En el nuevo parlamento ocuparán 28 escaños, representando a 1,8 millones de votantes, menos que en otras ocasiones, pero aun así con un peso decisivo. En estas elecciones, ha crecido el bipartidismo. La amenaza de la llegada de la ultraderecha al Gobierno ha movido voto útil de electores nacionalistas hacia el PSOE. Posiblemente, ese movimiento haya sido decisivo para impedir que la alianza PP+Vox alcanzara la mayoría absoluta de la cámara. Se habla de un descenso de la pulsión independentista. Creo que se trata de un voto pragmático y posibilista que puede tener una gran importancia de cara al futuro inmediato”.
La excepción catalana
“Estos siete partidos periféricos no son equiparables. UPN de forma tradicional se alía con el PP. Coalición Canaria alterna los pactos con PP y PSOE. PNV, Bildu y BNG son absolutamente incompatibles con la presencia de la ultraderecha y, por tanto, se situarán en el panorama actual siempre en apoyo del bloque progresista. Quedan por definirse, únicamente, las dos formaciones independentistas catalanas, ERC y Junts. Siempre se opondrán a cualquier posibilidad de que gobierne el bloque conservador y, mucho menos, con Vox presente. El propio Abascal ha manifestado en campaña que de llegar al Gobierno incrementarían la presión contra el independentismo catalán, a sabiendas de que eso implicaría un aumento de la tensión política y social y conduciría a una posición más represiva por parte del Gobierno central. Haciendo amigos”.