Cuando solo manda Vox

En algún momento el PP ha debido pensar que pasaría inadvertido el gran giro en la decisión nuclear del partido que dejó grabada solemnemente en el último congreso. El 6 de julio de 2025 Alberto Núñez Feijóo se comprometió  a no gobernar jamás en coalición con Vox. Gobernar “en solitario” o nada. Lo repitieron después el propio Feijóo y el secretario general Miguel Tellado en múltiples entrevistas. En menos de seis meses el volantazo es absoluto. La portavoz Ester Muñoz se permite ironizar en la red X con una batería de emojis sonrientes seguido de “Yo no he dicho que en el PP tengamos que normalizar acuerdos con Vox. Llevan años”. 

El PP ha pasado del ‘no es no’ a defender a Vox más que a sí mismos. Aznar ya se pasó el juego justificando recientemente el franquismo. Guardiola no es la excepción, es la norma. La presidenta extremeña negó a Vox en 2023 y ahora es ella quien les pide que vuelvan. En cronología de los bandazos el primer acto fue "no puedo dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes deshumanizan a los inmigrantes”, para inmediatamente después darles dos consejerías en 2023. Dos años más tarde, convoca elecciones para quitárselos de encima, los convierte en la fuerza que más crece y despliega la alfombra roja de la Junta invitándoles a entrar antes de que lo pidan. “Si su deseo es estar en el Gobierno, tendremos que hablar”. 

El PP ha pasado del ‘no es no’ a defender a Vox más que a sí mismos

El PP puede celebrar no perder el gobierno extremeño, pero Guardiola no puede celebrar ningún triunfo más allá de estar más condicionada por su socio que antes. Más allá de eso, nada es histórico si ha ocurrido antes. En 2011, José Antonio Monago presidió la Junta de Extremadura con más porcentaje de voto que Guardiola. Consiguió un 46% de voto frente al 43% de hoy. Lo que sí es histórico y da un vuelco estructural a la política extremeña y nacional es el hundimiento del PSOE frente a un Vox que penetra en el campo, la ciudad, los feudos socialistas, en clases medias, bajas y altas. Ante eso, la respuesta del PP es defender la marca de Abascal como los teloneros de un mitin de Vox mientras les recuerdan quién tiene el mango. Frente al qué queréis de Guardiola, el presidente ultra de Cáceres Óscar Fernández responde: “Las circunstancias han cambiado, ahora las exigencias son mucho mayores, lo más importante para nosotros son nuestras iniciativas”. Es decir, las políticas. Una Guardiola que aplique su programa es más eficaz para Vox a corto plazo que un puñado de consejerías. El win win ultra. Las imposiciones son de Vox. La gestión y sus fracasos, del PP.

En pleno shock del resultado extremeño extrapolable al tablero nacional, con un PSOE que se hunde, Vox disparado y el PP en estado de congelación es impredecible cuánto puede subir la ultraderecha de aquí a las generales. En 2019 Vox no superaba de media el 10% de voto en comunidades autónomas y llegó al 15% en las generales de noviembre con 3,6 millones de votos y 52 diputados. El PP ha elegido una dinámica donde no pone ningún cordón ni línea roja a Vox —en palabras de Guardiola—. Mientras Abascal manda en los pactos, el PP no ha sido capaz de condicionar al partido ultra en nada. Ni siquiera les ha pedido abandonar el grupo de Víctor Orban en Europa por el de Meloni. En la coalición que ahora reivindica Feijóo, los defensores del estado de Derecho condenarían a España a estar en el bloque autócrata. Por no mencionar una exigencia de mínimos como la vuelta al Pacto de Estado contra la Violencia de Género, roto por Vox.

Carlos Mazón abrió la veda del 'todo vale' con Vox y a Feijóo le revolvió por lo que tuvo de boicot electoral el 23J, no por el fondo. El 'todo a Abascal' del PP tras las extremeñas no solo les llevará al empate con la ultraderecha. También alimenta a una fiera que avanza y penetra con fuerza en todas las democracias liberales con un PP como único partido conservador en Europa que ha decidido abrazarles sin límites ni miedo. Hay una dinámica espejo del PP y el PSOE que la euforia de los populares no les deja ver. La estrategia fallida del Gobierno con el miedo a Vox como único dique tendrá un efecto similar en el PP.

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