Cinco series distópicas, cinco lugares felices
Un día queremos regodearnos en lo peor que podría pasar y al siguiente buscamos en la ficción un abrazo, un empujón para volver a creer en la humanidad. Siempre nos interesa expandir un poco más nuestra comprensión de las cosas.
Ante la abundancia de oferta reciente, al género de la distopía le ha surgido una corriente crítica que le achaca tratarse de una corriente narrativa reaccionaria. Al mostrar realidades tremendas desalienta a la reacción y lleva a la desmovilización.
Francisco Martorell Campos escribió su libro Contra la distopía en 2021 alertando acerca de la sobreabundancia de oferta en películas, libros, series y videojuegos. Partamos aquí de que se pueden alternar los futuros catastróficos con otras propuestas de ficción y no caer en una madriguera paranoica.
Black mirror
Black mirror plantea un futuro que se pega tanto al presente que su crítica es casi una sátira de la actualidad con tintes de ciencia ficción. Ha puesto en foco en la conversión de la política en espectáculo por nuestra adicción al escándalo.
Nos ha retratado como víctimas de tecnologías que hacen entre nosotros concursos de popularidad, como verdugos que se desahogan desde el anonimato en las redes, o como seres enganchados a los sucedáneos de la realidad.
Denuncia a las compañías que acumulan no solo poder económico sino nuestras emociones a través de datos con los que luego exprimirnos. O nos avisa de la entrada del capitalismo en asuntos vitales como nuestra salud o la propia muerte.
Su magnífico título, Espejo negro, anuncia que va a retratarnos a través del reflejo que una pantalla hace de nosotros. Charlie Brooker nos traslada todas sus neuras como persona propensa a preocuparse. Hace poco ha declarado a The Hollywood reporter que ver a los magnates tecnológicos en la toma de posesión de Trump le tranquiliza de alguna manera porque ya no es el único que se preocupa.
Years and years
Esta serie británica de 2019 mostraba en sus seis episodios que nos puede pasar como sociedad como a la rana de la historia en la que no se da cuenta de que la están cociendo porque la temperatura sube grado a grado.
Planteaba horrores sociales y políticos que se han ido cumpliendo poco a poco. La irrupción del populismo en Europa, la precarización del trabajo, y más recientemente el terrorismo anti inmigratorio, con campos de concentración en los que los propios racistas también podían recalar. Algo muy parecido a algunos votantes de Trump que acaban víctimas de las cacerías de policías antiinmigración sin identificar.
Apagón, El colapso, El eternauta
A la mañana siguiente, el mundo tal y como lo conocíamos había desaparecido. Bajo esta premisa son varias las series que abordan el día después. La española Apagón y la francesa El colapso parten de crisis energéticas que convierten el territorio que ocupamos en un caos sin sentido. El eternauta hace lo mismo por motivos inexplicables.
Estas son el tipo de series a las que se acusa de no proponer nada y apuntar a posibilidades apocalípticas poco probables. Pero se pueden disfrutar como un juego no realista de supervivencia y nos hacen mirar nuestro confortable entorno con ojos nuevos.
El cuento de la criada
Bruce Miller adapta la novela que la canadiense Margaret Atwood escribió en 1985. La acción transcurre en un país surgido tras una revuelta reaccionaria en Estados Unidos. Ante la baja fertilidad se ha instaurado un brutal sistema de opresión contra las mujeres para que las élites disfruten de prole.
La primera temporada de la serie ofreció una imaginería inolvidable. Bajo ella, un subtexto de múltiples lecturas especialmente oportuno ante una virulenta reacción contra el feminismo. La mujer podía volver a ser sometida perdiendo todo el territorio conquistado. A la democracia le ocurría lo mismo. Aquí también se produce un colapso, pero de derechos.
Separación
Como El cuento de la criada, al impacto de su propuesta distópica, Separación añadió una estética apabullante. Lo que allí eran rojos y verdes aquí se convierte en un blanco quirúrgico inhabitable.
En Separación la vida y el trabajo provocan tal sufrimiento y alienación que solo se pueden soportar si se compartimentan. El futuro ofrece esa oportunidad y se convierte en una trampa aún peor de la que los personajes tratan de escapar.
La serie Westworld, basada en una película y una novela del mismo título de Michael Crichton, también planteaba una premisa llena de lecturas en la que se creaba un parque de atracciones con androides de los que se podía abusar sin límite a pesar de su carácter casi humano.
En El cuento de la criada y Westworld las primeras temporadas plantean sugerentes preguntas. Su éxito las lleva a alargarse más de lo necesario por la historia. Veremos si Separación, aún en desarrollo, evita la fatiga de un argumento estirado.
Los Durrell
Al otro lado del ring se encuentran refugios emocionales en los que el bienestar está garantizado. La serie inspirada en las memorias de Gerald Durrell recordando su infancia en la isla griega de Corfú, Los Durrell, ocupa un lugar sobresaliente entre estos paraísos.
Simon Nye consiguió en estos 26 episodios la mezcla perfecta entre excentricidad, familia, naturaleza y el encuentro entre las culturas británica y griega.
Una madre viuda y sus cuatro peculiares hijos recalan en una mansión maravillosa y decadente en la que cada cual busca su propio camino hacia la felicidad. Nuevos vecinos, nuevas costumbres y el benefactor paisaje lo ponen todo a favor.
Ted Lasso
El cómico Jason Sudeikis desarrolló el personaje de un entrenador de fútbol para unos anuncios de la cadena de televisión de Estados Unidos, NBC Sports. La idea de darle una vida en ficción rondó su cabeza animado por su entonces pareja, la actriz y directora Olivia Wilde.
El actor explicó a The Guardian que la polarización creciente le provocaba cada vez más malestar. “Las cosas se hicieron binarias y no creo que esa sea la manera en la que funciona el mundo”.
La primera candidatura de Trump a la presidencia y el ser padre reciente funcionaron como gatillo para crear un personaje bondadoso que enfocara el liderazgo de una manera radicalmente contracorriente. Lasso propone la utopía de los cuidados, la honestidad y la búsqueda del bien común. Como una preciosa película de Pixar para adultos.
Los felices años noventa, Seinfeld, Friends, Fraiser
La década de los noventa presentó un auge de las comedias de situación en Estados Unidos. En diciembre de 1989 la tira cómica de Los Simpsons se convirtió en serie inaugurando una década centrada en el buen humor.
Seinfeld, Friends y Fraiser hoy parecen nulas en diversidad racial, en orientaciones sexuales y en grupos sociales pero también destacaban en un nivel de escritura e interpretación alto y continuo. Seinfeld hizo del egoísmo y del análisis minucioso de las costumbres urbanas un arte. Friends permitía soñar con una edad adulta en la que la pandilla seguía siendo tan importante como en el instituto. Y Fraiser se burlaba del esnobismo desde la elegancia.
Las tres series componían un mundo inagotable para una juventud aspiracional. Apartamentos céntricos en ciudades interesantes, trabajos estables, tiempo de ocio, vida con amigos, sin hijos ni padres a cargo. Un lugar tan irreal como las distopías pero mucho más divertido.
Verano azul
La serie de Mercero se emitió por primera vez en el otoño e invierno de 1981 y 1982. Fue un éxito instantáneo. No solo porque entonces se veía todo lo que emitiera Televisión Española. Verano azul se quedo impregnada en la memoria colectiva.
Una de las series más repuestas de la producción nacional teletransporta a un verano ideal. Niños y adolescentes liberados de sus obligaciones invernales. Emancipados a ratos de sus padres, explorando a su aire con sus bicicletas.
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Mercero supo aplicar un costumbrismo honesto a su serie. Se hablaba con palabrotas, cosa insólita, y se abordaban problemas ecológicos, generacionales, la primera menstruación de una joven o la separación de unos padres. La propia melodía de la serie se ha convertido en uno de esos canturreos asociados al buen humor.
La maravillosa Sra. Maisel
En el mundo creado por Amy Sherman-Palladino y su esposo Daniel Palladino triunfa el ingenio y la amistad. La belleza, la gracia y el descaro adornan a una protagonista que busca su felicidad sin pedir perdón por ello.
Si El cuento de la criada crea un futuro de pesadilla para las mujeres, la Sra. Maisel inventa un pasado glorioso para una de ellas. Una vida llena de energía, diálogos eléctricos y más colores que una tienda de golosinas y a la que todos estamos invitados.