Netanyahu vuelve a aplastar el poder judicial en Israel
Su cara, enmarcada por un desenfadado corte de pelo rubio platino, es una de las principales de la oposición a Benjamín Netanyahu en Israel. Mientras los partidos políticos nada pueden frente a la coalición de extrema derecha en el poder, Gali Baharav-Miara, de 65 años, aparece como el último baluarte judicial contra las veleidades iliberales del ejecutivo. Precisamente por eso, el Gobierno votó por unanimidad, el 4 de agosto, su destitución.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, no participó en la votación, ya que se encuentra en conflicto de intereses debido al juicio por corrupción y fraude que se inició en 2020. La lealtad de los ministros hacia su jefe, más que hacia las instituciones, es evidentemente cuestionable.
El ministro de Justicia israelí, Yariv Levin, que impulsó la reforma judicial en la primavera de 2023 que dejó en la calle a cientos de miles de israelíes, instó a la fiscal general a no “intentar imponerse a un Gobierno que no confía en ella y con la que no puede trabajar eficazmente”.
Tras ser recurrida por varias ONG y el partido de la oposición Yesh Atid, del exprimer ministro Yaïr Lapid, el Tribunal Supremo bloqueó inmediatamente esa decisión. Los jueces examinarán los recursos en un plazo de treinta días; mientras tanto, el Gobierno no tiene derecho a nombrar un sustituto para Gali Baharav-Miara. Pero el ejecutivo parece haber decidido ya que no se le permitirá participar en las reuniones ministeriales ni en los consejos de seguridad.
El fiscal del Estado, Amit Aisman, calificó la destitución de “un hecho excepcional y sin precedentes” y, en su opinión, contrario a la ley. En una carta enviada a los ministros, Gali Baharav-Miara afirma que el Gobierno destituye así a la principal fiscal del juicio contra el primer ministro mediante “nuevas normas diseñadas para garantizar el resultado deseado”.
“A partir de ahora, el Gobierno podrá destituir a cualquier fiscal general […] sin ningún mecanismo de control, incluso por motivos inadecuados”, añade, sobre todo para impedir el enjuiciamiento de un miembro del Gobierno.
Gali Baharav-Miara es la primera mujer que ocupa el cargo de fiscal general en Israel. Su cargo la ha convertido en garante de la independencia del poder judicial, pero también en una salvaguarda del Estado de derecho y del interés general en Israel frente a las propuestas legislativas del Gobierno.
Batalla contra la justicia
Sin embargo, como recordaba Yaniv Roznai, experto en derecho constitucional de la Universidad Reichman de Herzliya, en una entrevista al periódico Haaretz en marzo, “de las miles de decisiones y nombramientos, ella solo ha dado la voz de alarma en unos pocos casos”.
El lunes por la noche, cientos de manifestantes se reunieron frente a la residencia del primer ministro para oponerse a esta destitución, que también ha sido duramente criticada por gran parte de la oposición.
El primer ministro Netanyahu lleva años librando una batalla incierta contra el poder judicial en Israel. Además de reforzar el poder ejecutivo —que no está separado del legislativo en el país, ya que el Gobierno proviene de la coalición mayoritaria en el Parlamento—, el veterano político israelí busca protegerse frente a su procesamiento.
Así, ha intentado debilitar el contrapoder de la justicia con una reforma que amenaza gravemente el equilibrio de los poderes institucionales en Israel. Gali Baharav-Miara es una de sus oponentes más virulentas. También ha insistido en que se cree una comisión de investigación independiente sobre las deficiencias del Estado israelí durante los ataques del 7 de octubre, algo que Netanyahu sigue rechazando. En diciembre de 2024, también se negó a aplazar su testimonio en el marco de su juicio por corrupción.
La fiscal general llevaba pues meses en el punto de mira del Gobierno. El 23 de marzo, el Consejo de Ministros votó una moción de censura contra ella, allanando el camino para su destitución, después de que se opusiera a la destitución de Ronen Bar, el jefe del Shin Bet, el servicio de inteligencia interior, anunciada por el gobierno dos días antes.
Netanyahu tiene vía libre
A finales de febrero, Ronen Bar y Gali Baharav-Miara habían iniciado una investigación contra miembros del entorno del primer ministro acusados de haber recibido cientos de miles de dólares para mejorar la imagen de Qatar, un Estado generalmente asociado a Hamás en la mente de los israelíes.
La destitución del jefe de Shin Bet fue considerada contraria a la ley por el Tribunal Supremo israelí en mayo, pero Ronen Bar ya había anunciado su dimisión.
La opinión pública israelí, que se movilizó masivamente contra la reforma judicial y luego contra la destitución del jefe del Shin Bet, parece más tímida esta vez. Todavía está conmocionada por la difusión de dos vídeos de Hamás y la Yihad Islámica en los que se ve a dos rehenes israelíes demacrados en los túneles de Gaza, cuyas vidas parecen estar en peligro.
El enclave palestino está sometido a un bloqueo total por parte de Israel desde el 2 de marzo, levantado muy parcialmente desde mediados de mayo. Pero los alimentos que entran son muy insuficientes para cubrir las necesidades vitales de los 2,2 millones de palestinos que se encuentran allí. El ejecutivo israelí está presionando para ampliar la ofensiva militar, mientras han sido asesinados más de 61.000 habitantes de Gaza desde el 7 de octubre. Las familias y la oposición en Israel reclaman un alto el fuego para recuperar a los últimos rehenes, de los cuales solo 20 siguen con vida de los 49 detenidos en Gaza.
Netanyahu, en guerra también contra la justicia de su país
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El primer ministro, rodeado de una coalición fiel mientras continúa su guerra genocida en Gaza, nombró hace unos meses a un ministro de Defensa a sus órdenes, Israel Katz, y a un jefe del Estado Mayor bastante conciliador, Eyal Zamir. El Parlamento, en pausa estival, no puede votar su destitución hasta octubre. Con el apoyo asegurado de los Estados Unidos de Donald Trump, nada parece poder frenar realmente a Benjamín Netanyahu y sus aliados supremacistas judíos en sus ambiciones de devastación en Gaza.
Traducción de Miguel López