Israel entierra la esperanza de un Estado palestino con su proyecto de colonización en Cisjordania
A las puertas de Jerusalén, áridos montes cubiertos de coníferas polvorientas dan paso al desierto de Judea, que se extiende hasta el mar Muerto, al este de la Cisjordania ocupada. Hace treinta años, el entonces primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, imaginó en esa zona un proyecto de colonización, bautizado como “E1” (por Este 1), que conectaría la colonia de Ma'ale Adumim, construida en 1975, con la “ciudad santa”.
Durante años, debido a la presión internacional, en particular de Estados Unidos, Israel tenía el plan en suspenso. Al dividir Cisjordania en dos con un corredor colonizado, ese proyecto acabaría con cualquier esperanza de crear un Estado palestino viable.
Pero el miércoles 20 de agosto, las autoridades israelíes han aprobado definitivamente la construcción de 3.400 viviendas en esa zona E1. En realidad, la luz verde se había dado a principios de agosto, después de que el comité encargado de la planificación dentro del ejército rechazara las últimas objeciones de los opositores al proyecto.
El corredor es estrecho, de unos 12 kilómetros cuadrados, y está prácticamente deshabitado. Pero une Belén, al sur, con Ramala, al norte. En este triángulo del corazón de Cisjordania vive aproximadamente un tercio de la población palestina de este territorio. “Hay todo tipo de puestos avanzados y colonias que han intentado y logrado fragmentar Cisjordania en muchos lugares”, explica Yonatan Mizrahi, codirector de seguimiento de colonias de la ONG contra la ocupación La Paz Ahora. “Pero en el plano político, E1 supone un cambio importante”.
“Enterrar” el Estado palestino
El 14 de agosto, Bezalel Smotrich, el ministro que supervisa la planificación en la Cisjordania ocupada, enarbolaba todo triunfante un mapa del proyecto, dominando la zona desde las colinas de Ma'ale Adumim. “Seguiremos construyendo una realidad judía. Una realidad que entierra la idea de un Estado palestino”, resumió el supremacista judío, defensor de los colonos.
Ma'ale Adumim, con 37.000 habitantes, está construida ilegalmente en territorio palestino, según el derecho internacional. Para muchos israelíes no es más que un simple suburbio de la “Gran Jerusalén”, su capital. El proyecto les parece el desarrollo natural de esta bolsa poblacional. Pero, una vez instalados, los colonos que vengan a poblar E1 crearán un hecho consumado: será imposible desalojarlos, reforzando el cinturón de colonias que rodea Jerusalén Este, ya ampliamente aislada del resto de Cisjordania ocupada.
Para Bezalel Smotrich y muchos miembros de la coalición, el objetivo es imponer la soberanía israelí en Cisjordania y “eliminar de forma permanente la idea de dividir la tierra”, y ello “para garantizar que, de aquí a septiembre, los hipócritas líderes europeos no tengan nada que reconocer”, declaró el 14 de agosto. A finales de 2022, su Partido Sionista Religioso condicionó su participación en la coalición gubernamental a la anexión de Cisjordania.
Condenas sin efecto
La llegada al poder de los aliados ultranacionalistas de Benjamín Netanyahu ha acelerado la colonización. Los atentados del 7 de octubre desviaron la atención de Cisjordania, dejando a la población israelí indiferente al destino de los palestinos, explica Yonatan Mizrahi. Pero es que “el cambio de administración en Estados Unidos ha cambiado las reglas del juego”, añade. “Durante años, los americanos habían vetado más o menos ese proyecto.”
Estados Unidos no se opone al plan E1, declaró el 18 de agosto en la radio militar israelí su embajador, el evangelista procolonización Mike Huckabee. Francia condenó “con la mayor firmeza” la decisión israelí en un comunicado publicado el 16 de agosto, afirmando estar “dispuesta […] a aumentar la presión sobre Israel con el fin de poner fin a la colonización, incluso mediante nuevas sanciones contra las personas y entidades responsables de la colonización”.
Bezalel Smotrich y su aliado supremacista Itamar Ben Gvir, ambos colonos, ya están sujetos a sanciones por parte de Gran Bretaña, Canadá, Australia, Noruega y Nueva Zelanda. La aprobación del proyecto E1 ha suscitado una ola de condenas internacionales, aunque sin efecto alguno.
Expulsiones en serie
La construcción de las primeras viviendas en E1 podría comenzar en un año como muy pronto, estima Yonatan Mizrahi. Su ONG no tiene previsto llevar el caso ante el Tribunal Supremo israelí, ya que el máximo órgano judicial del país no protege a los palestinos contra la colonización. “El sistema israelí y la opinión pública probablemente dejarán que [el proyecto] se lleve a cabo”, cree también Aviv Tatarsky, investigador israelí de la organización Ir Amim, que lucha contra la colonización en Jerusalén. “Necesitamos que la comunidad internacional actúe. A Israel no le impresionan las condenas”.
Para él, las autoridades israelíes “ya han comenzado a distribuir órdenes de demolición en las últimas dos semanas”. Unas veinte comunidades se ven amenazadas por el proyecto, directa e indirectamente, indica, lo que representa “unos miles” de palestinos amenazados con el traslado forzoso. “Las intenciones israelíes se han vuelto aún más peligrosas”, dice el investigador. “Hoy en día, no se trata solo de anexión, sino sobre todo de expulsión. E1 supone un gran peligro para la propia existencia de los palestinos en Cisjordania.”
Los colonos israelíes son intocables y van a más en Cisjordania
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Entre el 1 de enero y el 11 de agosto de 2025, Israel ha demolido o precintado 23 casas y 4 edificios, “desplazando a unas 140 personas, entre ellas 57 niños, el nivel más alto de desplazamiento en este contexto en comparación con cualquier otro período desde 2009”, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA).
A la sombra del genocidio en Gaza, Israel está acelerando la limpieza étnica en Cisjordania con gran violencia. Según la ONG israelí B'Tselem, desde el 7 de octubre han sido totalmente expulsadas de su territorio 40 comunidades, lo que supone 2.430 personas, a las que hay que añadir 159 palestinos más procedentes de localidades parcialmente vaciadas de sus habitantes.
Traducción de Miguel López