De ayuda a negocio: el cambio de paradigma en el apoyo militar europeo a Ucrania desdibuja su remilitarización
Polonia, Finlandia y Rumanía no enviarán tropas a suelo ucraniano. Tres de los países europeos que más alzan la voz contra Rusia y ante las aspiraciones expansionistas de su presidente, Vladimir Putin, se desmarcan de la iniciativa internacional de apoyo a Kiev anunciada por Francia y Reino Unido.
El presidente galo, Emmanuel Macron, presentó desde París una coalición de voluntarios que ofrecería aportaciones financieras y militares para contribuir a las garantías de seguridad de Ucrania. Los planes pasarían por enviar soldados a ese país una vez que finalizase la guerra con Rusia. Sin embargo, esta iniciativa choca con la realidad sobre el terreno, donde continúan los choques entre ambos ejércitos en el frente bélico y Rusia no cesa los bombardeos contra ciudades ucranianas.
Macron anunció también desde París que tras una conversación con el presidente Donald Trump los Estados Unidos aportarían “su apoyo y su voluntad como parte de las garantías de seguridad” y que “no había duda sobre ello”. Desde el otro lado del Atlántico, las expectativas se rebajaron y Trump sólo habló de protección del área en un futuro.
El conflicto que el mandatario norteamericano había prometido terminar en 24 horas durante la última campaña presidencial, sobre el que luego se autoimpuso un plazo de seis meses y que sigue sin desatascar –pese a mantener un encuentro bilateral en Alaska con Vladimir Putin, después de paralizar la asistencia militar a Ucrania y poner toda la presión diplomática sobre Volodimyr Zelenski–, frena las expectativas de que numerosos países europeos desplacen a sus militares a esa frontera oriental del continente.
Cambian los términos, crecen las dudas
Después de tres años y medio de guerra, Europa se ha convertido en el principal sostenedor del esfuerzo bélico de Ucrania frente a la invasión rusa. Los 27, Reino Unido y Noruega han entregado ya casi 90.000 millones de euros en ayuda militar a Kiev, una cantidad ligeramente superior a la ofrecida por Washington.
En la última Cumbre de la OTAN los aliados decidieron, ante las presiones de Donald Trump, aumentar las compras de equipamiento militar estadounidense para canalizarlo hacia Ucrania. En agosto, por ejemplo, Dinamarca, Países Bajos y Noruega acordaron financiar con 700 millones de euros la compra de misiles para su envío. La remilitarización de Ucrania empieza a ser un negocio empresarial y no tanto aportaciones voluntarias de los Estados. “Una proporción significativa de las armas entregadas ya no proceden más de los almacenes, sino que son compradas directamente a través de la industria de defensa”, recoge un reciente informe del Instituto Kiel.
La institución germana destaca que “Europa está ahora liderando el gasto en la producción de armas para Ucrania” y que “por primera vez desde el inicio de la Administración Trump, los Estados Unidos aprobaron una gran exportación de armas a Ucrania, pero no como ayuda militar”. El rearme de Kiev y el sostenimiento de su esfuerzo bélico ha pasado de ayuda a negocio. En este cambio de paradigma hacia una mera mentalidad empresarial que ha liderado la nueva Casa Blanca, los europeos no están dispuestos a sacrificar vidas de sus soldados.
“No vamos a enviar a finlandeses al frente de guerra en Ucrania. Finlandia participará de una manera u otra cuando sea el momento”, reaccionó el presidente de ese país, Alexander Stubb, al anuncio de Francia y Reino Unido sobre la creación de la coalición militar de voluntarios para Ucrania.
Stubb, igual que los mandatarios de Polonia o Rumanía, echaron un jarro de agua fría a las declaraciones de Emmanuel Macron en las que aseguró que 26 países habían discutido “un plan militar que incluye detalles sobre las contribuciones que cada país está dispuesto a realizar”. El presidente de España, Pedro Sánchez, participó en el encuentro por vía telemática tras problemas en el avión Falcon, y desde el Ministerio de Defensa esquivan responder si enviarían soldados a Ucrania hasta que no exista un plan de paz “real” para terminar con la guerra.
Francia y Reino Unido quieren que el futuro contingente que se despliegue sobre el terreno donde ahora combaten dos ejércitos tenga una capacidad real de disuasión para evitar nuevas agresiones de Rusia. Eso implicaría la presencia en “tierra, mar o aire”. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, también ha rechazado, por el momento, que su Gobierno contemple enviar tropas a Ucrania.
EEUU, incapaz de lograr la paz
Mientras muchos países europeos son reacios a contribuir con sus propios militares en la alianza futura para garantizar la seguridad de Ucrania, la diplomacia estadounidense es incapaz de sentar unas bases para un alto el fuego y abrir negociaciones de paz, para desesperación de Bruselas, de Kiev y de las principales capitales del continente.
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Los líderes reunidos en París mantuvieron después de su encuentro una conferencia virtual con Donald Trump en la que las autoridades comunitarias insistieron en la necesidad de ser parte en las conversaciones que el Gobierno ucraniano mantenga con su homólogo ruso. La UE acordó con los Estados Unidos aumentar la presión sobre Moscú mediante nuevas sanciones, que afectarían de nuevo a sus hidrocarburos, la industria pesada y minera o el sector financiero.
Eslovaquia y Hungría siguen comprando petróleo y gas a Rusia, financiando indirectamente su esfuerzo de guerra en Ucrania. En la reunión de París, sus gobiernos recibieron un apercibimiento de la Administración Trump al respecto y en paralelo varios socios comunitarios, entre los que está Estonia, apoyaron las negociaciones bilaterales de paz entre Washington y Moscú. Pese a la falta de resultados, el presidente estadounidense aseguró que “está teniendo un muy buen diálogo” con Putin, que el ruso confirmó como “abierto”.
Sin embargo, las visiones de los diferentes bloques sobre la futura Ucrania siguen siendo diferentes, cuando no enfrentadas. El presidente Macron insistió que en las próximas semanas se cerrarán los detalles sobre “las líneas de seguridad y el alto el fuego”, lo que permitiría “un acuerdo de paz duradero” en donde entrarían en juego los pactos multilaterales o bilaterales que facilitarían el despliegue militar de su coalición de voluntarios. Una opción que no convence a Vladimir Putin. El ruso asegura que si hay “una paz a largo plazo, entonces simplemente no es necesaria la presencia” de tropas extranjeras en Ucrania.