Dormiditos nos quieren
El país soñado por muchos está a punto de fenecer. Ha pasado de ser deseado a ser odiado. Implantó su cultura (Hollywood), sus musicales y teatro (Broadway), su literatura, su tecnología; incluso intentaron colarnos su gastronomía; parece que todo eso está muriendo. El trumpismo desbocado se expande cual cáncer.
Con las guerras mundiales, nuestras guerras, porque esencialmente se desarrollaban en Europa, EEUU aprovechó para potenciar su cultura y su caridad (Plan Marshall), momento de debilidad europea que les permitió erigirse en los guardianes de Occidente. Alemania, por motivos obvios, ya no es una potencia militar. Otros países, como España, hubieron de olvidarse de sus pretensiones armamentistas, aquí del “Proyecto Islero” reconvenidos educadamente por los norteamericanos. Los socialistas del '82 deben saber bastante de esto.
Todo el continente se sumió en un sueño placentero, mientras el guardián de Occidente mecía la cuna europea. Dormiditos nos querían, y nos sometimos voluntariamente al cuidado del vigilante y supuesto vigía de Occidente.
La cruda realidad ha llegado y descubrimos que el interés altruista no era tal. Las ayudas se devolvieron con creces y ahora reclaman más intereses; y si protestamos, quedamos a los pies de los caballos rusos. Aprovechan ambos para repartirse el pastel mundial. Quieren gobernar a la Unión Europea, pero sin ella.
Somos una potencia en lo económico, como mercado de consumo; somos una potencia en la defensa de los derechos humanos, lo que nos convierte en la última esperanza frente a todos esos amantes de los imperialismos; somos, en suma, la cuna de Occidente, con sus defectos y virtudes; ahora somos un estorbo para los caprichosos sátrapas.
En sus nuevas campañas nos tratan de débiles y exhortan al quintacolumnismo a que dinamite nuestro proyecto europeo; a ello se aplican con fruición los erdoganes; el Pelota en Jefe de la OTAN; los ‘quiero y no puedo’ de los nacionalistas que creen poder sobrevivir en un mundo de potencias (EEUU, Rusia y China) ignorando que solo como Unión Europea tenemos salvación.
Ni fue excesivo el pacifismo de los europeos, ni nos debe llevar al papanatismo de encerrarnos en la granja orwelliana. Los gobernantes, que aquí sí los elegimos, a veces tienen la mirada corta y se rinden al becerro de oro, al que más chilla y menos piensa, cuyo ideario se fundamenta en la ignorancia y en un matonismo repulsivo.
En nuestro país tenemos a todos aquellos que reconvienen al Gobierno; los de enfrente, su papel, ¡viva la crítica!, pero sin insultos; los que viven montados en el caballo de la gobernanza y piden reconversiones profundas, sean valientes y dimitan; y la Iglesia vuelve a las andadas: quieren elecciones. No aprenden.
Estados Unidos nos despertó; y aquí, los de siempre nos quieren hurtar la democracia. ¿Seguimos dormidos?
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Mariano de la Puente Mayenco es socio de infoLibre.