Eau de cloaca

Verónica Barcina Téllez

La corrupción política es un cáncer al que conviene aplicar cirugía mayor y abierta en lugar de aplicarle parches paliativos que sólo prolongan la agonía del organismo que la padece. Asusta la expansión de la metástasis que afecta a casi todos sus órganos vitales y amenaza con devorar a la frágil Democracia. Da miedo comprobar que esta lacra se ha cronificado como parte de la transmisión dinástica de la Casa Borbón, los Austrias, los Trastámaras y muy posiblemente la lista de los reyes godos. Es temible la impunidad de que gozan sus practicantes y aterroriza ver cómo se ejercitan en ella populares y “socialistas”.

Da miedo el panorama, pero lo que realmente provoca pánico es que, ante la negación por Ábalos y Cerdán de sus presuntas conductas corruptas y la burda denuncia exculpatoria de un montaje político, policial, judicial y mediático para dañar a su expartido, alguien pueda llegar a pensar que tal posibilidad es perfectamente factible en este país. Es horroroso que tal elucubración tenga un pie en lo probable y otro en lo posible. Sucesos de magnitud similar han acaecido en la lamentable patria en su corta y reciente etapa como Democracia.

El populacho ha elevado a la categoría de ídolos a defraudadores tipo Lola Flores, Ruiz Mateos, Jesús Gil, Mario Conde, la Pantoja o, más recientes, Ronaldo, Messi, Imanol Arias e influencers de medio pelo. Avergüenza ver a sus fans desplazados a la entrada o a la salida de los juzgados para aplaudir y vitorear a esta gentuza, tanto como la presencia de dos hinchas de la selección ataviados con peluca rojigualda y vestidos de faralaes en la grada de un evento deportivo internacional o las más que ridículas despedidas de soltera.

La cloaca es la clave de bóveda que sostiene y mantiene el entramado corrupto del 78. Los servicios secretos y las Fuerzas de Seguridad del Estado han tapado los desmanes de la Casa Real, practicaron el terrorismo de Estado, han espiado a la oposición interna y externa del PP y del PSOE, han fabricado pruebas y falseado testimonios contra partidos democráticos, han llevado a cabo detenciones arbitrarias y apaleado indiscriminadamente y han sacrificado la independencia y la honestidad del servicio público por la militancia ciega. Todo ello a las órdenes del bipartidismo y con la connivencia cómplice de la cloaca judicial.

Muchas de estas ratas han sido condecoradas por los “servicios prestados” y premiadas con el aplauso público de compañeras, superiores, judicatura y medios de comunicación

En la inmensa cloaca del Estado español han anidado ratas como Billy el Niño, el comisario Conesa, Martín Villa, Amedo, Domínguez, Villarejo, Eugenio Pino, Marcelio Martín, Fuentes Gago o El Chati, alimentadas con fondos reservados por muñidores como Barrionuevo, Corcuera, Acebes, Mayor Oreja, Cosidó, Zoido, Fernández Díaz o Marlaska. Muchas de estas ratas han sido condecoradas por los “servicios prestados” y premiadas con el aplauso público de compañeras, superiores, judicatura y medios de comunicación.

En este ambiente de componendas y actuaciones al margen de la Ley, el bipartidismo ha condecorado a personas como Koldo García o Aldama con la Cruz Blanca de la Orden del Mérito con distintivo blanco de la Guardia Civil. El mérito de ambos hampones para ser merecedores del medallón es su eficaz labor en el ámbito de la investigación, el espionaje y la recopilación de datos de terceros. No son los primeros ni los únicos que medran y se mueven en las oscuras y pestilentes ciénagas de las cloacas de un Estado en serio riesgo de quedar, si no está ya por méritos propios, al margen de la Ley y el Derecho.

La pútrida patria y sus autonomías han vivido gobiernos de delincuentes con mando en plaza desde González y Aznar hasta hoy. ¿Cómo no creer que todo pueda obedecer a un perturbador montaje? En un país que desconoce el papel desempeñado por el rey antes, durante y después del 23F, todo es posible, incluso que la Ley no sea igual para todos y todas.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

Verónica Barcina Téllez

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