España vuelve a traicionar al pueblo saharaui

Juan José Torres Núñez

España ha traicionado al pueblo saharaui varias veces, la última con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al reconocer el Sáhara Occidental como una autonomía de Marruecos, uniéndose así al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuando el 10 de diciembre de 2020 reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental, que como sabemos lo hizo a cambio de que Marruecos estableciera relaciones diplomáticas con Israel. Como ya señalé en mi artículo en este digital, “Cadena de errores sobre el Sahara Occidental”, Trump cometió un gran error al reconocer una ilegalidad inaceptable, sin respetar el Derecho Internacional, como ya Israel y EEUU nos tienen acostumbrados. Subrayé que Trump ha pasado a la historia como el verdugo del pueblo saharaui. Y claro, como era de esperar, Marruecos se convirtió ipso facto en un aliado y vasallo de EEUU en las guerras criminales de Israel en Oriente Medio, especialmente en Palestina. Pedro Sánchez pasará a la historia como el presidente que ha traicionado al pueblo saharaui, la provincia número 53 de España. Y también pasará a la historia como el presidente que se ha burlado de su Gobierno de coalición y ha ignorado a los partidos de la oposición, actuando como si tuviera mayoría absoluta.

Cuando el Gobierno de Franco propuso un referéndum de autodeterminación para el Sahara en 1974, obligado por la presión internacional, el rey de Marruecos Hassan II, padre del rey actual Mohamed VI, organizó una Marcha Verde con la ayuda inestimable de EEUU y Francia. Esta marcha se puede considerar como una invasión pacífica del Sahara Occidental. Y con el avance marroquí, el glorioso Ejército español abandonó al pueblo saharaui dando lugar a uno de los desaciertos más vergonzosos de su historia. Así lo describí en mi artículo. El 6 de octubre de 1975, cuando Franco agonizaba, los servicios de Inteligencia del Ejército español informaron que EEUU tenía planes para el Sahara. El heredero de Franco y futuro rey de España, Juan Carlos I, en funciones, visitó el Sahara y prometió ayuda al pueblo saharaui. Pero consciente del riesgo de una guerra entre España y Marruecos, pidió ayuda al secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, para mediar en el conflicto con Hasan II. Y Juan Carlos I entregó a Marruecos el Sahara Occidental, según pactos secretos, a cambio de que EEUU apoyara la Monarquía española.  Claro, con este pacto España se convirtió también ipso facto en un vasallo de EEUU, aunque ya lo era. Pedir ayuda a Kissinger fue igual que pedir a un zorro que guarde las gallinas.

Un hecho histórico se produjo el 14 de noviembre de 1975, cuando se firmó en Madrid un Acuerdo Tripartito entre España, Marruecos y Mauritania, totalmente ilegal. Pero la historia se escribió el 26 de febrero de 1976 cuando España abandonó el territorio. ¿En qué silla se sentó un representante del pueblo saharaui en este Acuerdo? Esta fue otra traición. Como era de esperar Argelia y el Frente Polisario (FP), nacido en 1973, rechazaron el Acuerdo y los firmantes obligaron a que el FP se organizara en guerrillas para luchar con toda justicia por sus derechos legítimos y por su independencia, proclamando en 1976 la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) para liberar su territorio que había sido invadido por Marruecos. Sabemos que EEUU apoyó la invasión y Marruecos, envalentonado, pagó este favor bombardeando la población saharaui con napalm y fósforo blanco. Después de estos actos criminales ya conocemos los resultados: la división del Sahara en dos zonas por un muro de 2000 km de arena, la zona invadida por Marruecos, la Zona libre controlada por el FP, una guerra criminal que obligó a muchos saharauis a abandonar su territorio, el exilio desde 1976 en el desierto, el campo de refugiados de Tinduf en Argelia, la dureza y las condiciones de una vida llena de carencias.

El año 2007, Mohamed VI presentó su propuesta en la que concedía al Sahara Occidental una autonomía bajo la soberanía de Marruecos, oponiéndose tajantemente a la celebración de un referéndum sobre la independencia del territorio, precisamente lo que había ordenado las Naciones Unidas. Sus palabras merecen volverlas a citar: “No cederemos ni un centímetro de nuestro amado país y nuestro desierto [y] no abandonaremos ni un solo grano de arena”. Pidió, pues, el dominio absoluto del Sahara Occidental. La propuesta de Pedro Sánchez completa este triángulo de traición del pueblo saharaui: Mohamed VI, Donald Trump y Pedro Sánchez. Pero como ya manifestó el embajador de la RASD en Argelia, Abd al Qadir Talib Omar, estos reconocimientos de soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sahara Occidental “contradicen el Derecho Internacional”. Las decisiones de este triángulo “son nulas, ilegítimas e injustas”. En su momento la RASD emitió un comunicado afirmando que “la decisión de Trump no cambia nada la naturaleza jurídica del Sahara”. El delegado del FP en España, Abdulah Arabi, ha declarado que se trata de una descolonización que España nunca culminó, “un acto colonialista en la última colonia de África”, según Mohamed Ali Ali Salem. 

España, como potencia colonial, olvidó la Resolución 1514 del 14 de diciembre de 1960, que proclamaba la necesidad de “poner fin rápido e incondicional al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”. Y en la Resolución 2711 del 14 de diciembre de 1970 la Asamblea General de la ONU reafirmó “el derecho inalienable del pueblo saharaui a la libre determinación”. Para el profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Málaga, Augusto Pansard, “España abandonó con su espantada [al pueblo saharaui] tras la Marcha Verde en 1976”. En 2002 las Naciones Unidas recordaron a España que legalmente “es aún considerada como la potencia administradora, pese a que renunció totalmente a sus derechos y obligaciones en febrero de 1976”. Y la profesora de Derecho Internacional, Carolina Jiménez, escribió que “España firmó un acuerdo ilegal en 1975. Tenía una serie de obligaciones como metrópolis que no cumplió”. 

En realidad, no sabemos nada de estos últimos acuerdos llenos de secretos, en donde no se ha contado con el pueblo saharaui. La chapuza de Pedro Sánchez requiere muchas explicaciones, aunque ya sea tarde. La izquierda española ahora tiene que plantearse si quiere seguir en el Gobierno de coalición, después de haber sido ninguneada, o si por el contrario quiere romper la baraja y forzar unas elecciones anticipadas para que el pueblo español valore la repercusión de esta traición.

Y mientras tanto el pueblo saharaui 

sigue en su territorio encarcelado 

comiéndose la arena del desierto 

hasta que le devuelvan lo robado.

Así terminé unos versos que le dediqué al Sahara Occidental en un libro mío de poesía de 2013, La belleza y el caos.

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats