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Feijóo, 'primus inter pares'

Felipe Domingo Casas

Definitivamente, España es un pais de muchos contrastes. En estos dias en los que la  solidaridad de los españoles con el pueblo europeo ucraniano se ha hecho manifiesta, contribuyendo  con los otros pueblos europeos a acogerlos en sus territorios e incrementar el europeismo, Feijóo, en la política interior, Feijóo, todavía líder in pectore y que se dice muy europeo, ha abierto la puerta a Vox, un partido antieuropeo, para un gobierno de coalición  en Castilla y León.  "La ultraderecha logra llegar al poder en España por primera vez desde Franco". Esa es la realidad y es imposible negarla. 

Con la misma rapidez con la que el Partido Popular al completo, de sus dirigentes y afiliados, y sus apoyos mediáticos, ensalzaba al líder gallego por sus modos moderados que se traducen  en una gestión y políticas moderadas, también se han visto sorprendidos por su aval a la decisión de Mañueco de facilitar la entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León. Por eso se trazan perfiles de los más distintos sobre el personaje político. 

¿Quién es Feijóo? El título que he dado a estas líneas me sirven para clasificarlo. Es -será- el primero entre iguales. Y lo será por dos motivos: por su propia voluntad y porque no le queda más remedio. Por exigencias del guión.

Feijóo tenía muy fácil impedir la entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León: haberse puesto como ejemplo y explicar los motivos por los que Vox no tiene representación en las instituciones de Galicia. Que su voluntad y sus políticas han servido para establecer un cordón democrático a la ultraderecha  que representa Vox. Y que coincidía con la voluntad mayoritaria de los líderes europeos, en vez de explicarles por qué han permitido su entrada en ese gobierno. Jugar al ataque, no a la defensiva. Eso le hubiera dado toda la autoridad en su partido y mucho prestigio en España y en Europa. Hubiera accedido al liderazgo del PP con una autoridad indiscutible e intacta. Con su permisividad, escudándose  en que todavía no ha adquirido su aclamación en el Congreso,  se pone en evidencia su  debilidad ideológica  y el  desprestigio de su liderazgo desde el primer día.

Feijóo procede de Galicia, un  territorio medio entre los territorios españoles tanto en extensión como en población. Feijóo tiene una visión europeísta reducida. A pesar de llevar cuatro mayorías ha salido poco de su tierra, a Madrid y poco más. Por el contrario, en estos tres años, Casado pudo pulsar la opinión de Europa sobre la ultraderecha y, aun con sus errores y veleidades, queda en el aire si hubiera decidido o no el cordón democrático a Vox. A Mañueco le interesa destacar que le dejó las manos libres.

Para cualquier líder europeo, avalar  la entrada de la ultraderecha en un gobierno, le desprestigia  de inmediato y le supone la caída rápida en su liderazgo. Esta es la pesada mochila con la que carga Feijóo. En España, meter a Vox en un gobierno regional, nada menos que en mi tierra comunera, donde a Juan Bravo se le exalta cada día,  se justifica en la necesaria estabilidad política. 

España es, pues, un país de muchos contrastes: de no tener representación la ultraderecha en las instituciones hace cinco años, para admiración, extrañeza y alabanza de Europa,  a la primera ocasión se ha girado 180 grados. Lo hacemos con frecuencia. Por miedo a tener un conflicto con Marruecos, por nuestra dependencia de la importación del gas a través de los conductos del Magreb, se diversificó la importación de gas de Rusia, que creíamos más fiable y segura, y, ahora, podemos tener uno doble, con Rusia y Argelia, por la decisión del Gobierno de modificar la postura con  respecto  al Sahara occidental y al Frente Polisario.

El Partido Popular ha apostado con ahínco y entusiasmo por reforzar la unidad en torno a Feijóo, como el único valor seguro y de refugio para salvar al partido del drama que ha supuesto la caída de Casado. 

Pero Feijóo se ha visto empujado a ello por los barones. Y, en consecuencia, está obligado a dejar libertad a sus barones. También ahí radica su debilidad. Feijóo no tendrá  ya territorio en el que apoyarse. Los barones hacen de su apoyo electoral y de los gobiernos que consiguen  su fuerza  frente a la dirección nacional, aunque sea con la ultraderecha.

No es baladí el momento en el que Feijóo va a ascender al liderazgo del Partido Popular. Con unos liderazgos relativamente consolidados, como el de Andalucí a y Murcia y uno tan indiscutible como  el de Ayuso en Madrid, Feijóo se va a quedar desnudo, con el único asidero de la aclamación de su partido en el Congreso. 

Después de que los barones de los reinos territoriales han destronado a los califas, Casado y Egea, "los barones se conjuran para pedir unidad en torno a Nuñez Feijóo" y han acogido con entusiasmo el paso dado por Feijóo para que acepte la presidencia del Partido Popular, pero sin imposiciones. Ayuso lo ha dejado muy claro: "Madrid tiene poco aguante para las imposiciones". Ayuso es el gran contrapeso a Feijóo como para  que este pretenda imponerle determinadas políticas y unidad, si no coinciden  con la autonomía que reclama de contínuo

La unidad que todos se reclaman será cierta en sus palabras y más escasa en sus actos porque los presidentes de las Comunidades Autónomas del PP han aprendido durante estos años que funcionan mejor como reinos de taifas, aunque la mención a ese lenguaje esté prohibido en el Partido Popular, que dentro de un califato. La unidad será real  siempre que se les deje hacer. En estas formas, se mueven todos los dirigentes del Partido Popular. 

Con el miedo y el antecedente que supone la destronación inminente de Casado (cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar),  no le queda más remedio que ser y ejercer en el futuro de  "primus inter pares". Feijóo aceptará de buen grado ser el primero, entre sus iguales, y bendecir las políticas de los otros barones. Feijóo ha declarado en Valladolid: "El PP sin complejos ha vuelto",  el mismo PP que Ayuso   ha traído   a  Madrid. Ese laissez-faire que él ha ejercido en Galicia,  imitando como buen gallego la postura pasotista de Rajoy. Feijóo tiene alergia al intervencionismo.

Como Feijóo se juega su futuro a medio plazo como líder del PP,  para comenzar y oscurecer el pacto con Vox en Castilla y León, pronosticó que en el Congreso extraordinario hará una exaltación de un Partido Popular pactista y ofrecerá al Gobierno la inmediata renovación del Consejo General del Poder Judicial.

Manda Europa, manda la razón y la eficiencia económica. Y no toleran la corrupción y el nepotismo. Y en este asunto Feijóo tiene que  pasar la prueba del algodón,  la propia y la ajena. 

Feijóo, como todos los barones, ha puesto las manos en el fuego por la honorabilidad de Ayuso. Como liberales, neoliberales, no quieren reglas estrictas, no quieren control de sus actos,  de sus políticas, de sus contratos. Ni siquiera de Vox. Su ansiedad por gobiernos en solitario que tanto añoran los barones tiene esos motivos también. "El gran sueño de los poderosos está a la vista de todos: el dinero es impunidad" (Javier Cercas). Con otras palabras: "Todos los líderes le jalearán en el Congreso a cambio de cederlos poder en sus respectivas regiones y listas electorales". (Juan Rodríguez Teruel).

Por sus investigaciones, el economista Matthew Jackson ha llegado a la conclusión de que para alcanzar el poder, acceder a la información adecuada y a una buena red de contactos es fundamental. "Una de las razones por las que deberíamos estar tan preocupados por la  importancia de las conexiones en los mercados laborales  es porque implican que el empleo tiende a estar muy relacionado con los amigos y la familia".  

Unos tienen buenas conexiones y otros  pocas o ninguna."Como todas esas conexiones están segregadas entre clases económicas y clases sociales, eso termina traduciéndose en una desigualdad que no sólo dura una generación, sino que puede perpetuarse".

En estos momentos, esta es la situación a la que se enfrenta Europa y los Gobiernos mundiales con la gravísima crisis provocada por Putin. En este ámbito comenzará el liderazgo de Feijóo en el Partido Popular.

Felipe Domingo es socio de infoLibre

 

 

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