Librepensadores

Indecente circo mediático

Amador Ramos Martos

“Medios de comunicación es sólo un concepto que ha venido a significar mal periodismo”. Graham Greene

Mi respetuoso, sincero y solidario cariño para los padres de Julen, víctimas todos ellos de la tragedia ocurrida en Totalán. Un acontecimiento, lamentable sin duda, pero que creo honestamente “cebado” y mal utilizado en exceso, en un minucioso y dilatado paroxismo informativo por los medios de comunicación, en su pugna por liderar las cuotas de audiencia.

El anglosajón share con su trasfondo de intereses paramediáticos, se ha convertido en una bestia negra para un periodismo que confunde los límites cada día más difuminados entre la noticia, y el morboso regodeo mediático.

El viejo periodismo, el arte de informar; cuya base es la verificación de los hechos basada en evidencias que hagan irrefutable su veracidad (exorcizando en la medida de lo posible lo verosímil) con el  recurso exclusivo a la labor, libre, rigurosa, equilibrada y objetiva de sus protagonistas; está siendo acosado cuando no adulterado, por intereses pseudoperiodísticos que han reconvertido los medios de comunicación clásicos, en industria cuando no imperios informativos.

Una actividad empresarial, en la que la información, queda determinada en ocasiones, más por motivos publicitarios, financieros y políticos que periodísticos. La verdad puede ser entonces, disfrazada (fakes news) mentirosamente amplificada (trolls) o simplemente silenciada por una  versión degradante del periodismo. Y los estados de opinión,  diseñados a la medida de no siempre claros, cuando no obscuros intereses que luchan por su cuota (share) de poder mediático en el espacio-tiempo informativo.

La aparición de modelos para evaluar el factor de impacto en la audiencia de una noticia, al margen del valor periodístico de lo publicado (que pasa a ser secundario, mal utilizado o manipulado) orquesta en ocasiones como noticia mayor, lo que es trivial, o amortigua o ignora en otras, lo realmente noticiable y trascendente. Perdido el razonable equilibrio entre la realidad y lo comunicado, todo lo comunicable, corre el riesgo de ser ninguneado o exagerado mediáticamente a la medida de los intereses del becerro de oro mediático… el share.

Creo, que debiera avergonzar a los media, el recurso imprudente en mi opinión, a un innecesario estrés informativo (caso de la tragedia de Totalán) dilatando en el tiempo e hipertrofiando en exceso los hechos relatados en ocasiones con morbosa minuciosidad. Pero sobre todo, resulta obscena, la prescindible exposición mediática de los desafortunados protagonistas de la tragedia.

Hurgar en el dolor y angustia de seres deshabitados por el sufrimiento que los sitúa al borde del desahucio emocional, recurriendo al exceso informativo por parte de los buscadores de su cuota de gloria mediática; solo admite un calificativo… ¡obsceno! Una obscenidad en la que tambiėn los que con nuestro ¿morboso? o ¿humanitario? Interés (o ambos) contribuimos a engrosar la correspondiente cuña del “share”

Un exceso, que acaba convirtiendo lo que debiera ser informado dentro de límites ajustados al hecho y de forma sensata y ética, en un festín informativo que degrada y desvirtúa el valor inicial intrínseco de lo comunicable. Devaluado por el cuándo, cómo, cuanto, por qué y por quién es comunicado. La noticia pura, deviene entonces en objeto de uso, desuso o abuso según dicte la competencia entre empresas mediatizadas por servidumbres políticas, económicas o publicitarias, cuyo fin último, deja de ser la noticia en sí misma.

Reconvertida como es, la noticia, en un valor instrumental para conseguir el objetivo inconfesable de lograr la porción mayor en la tarta informativa, se sacrifican a veces: la prudencia, seriedad, calidad y rigor informativo en aras de una mayor cuota de share. Los hechos se manosean sin pudor, bordeando éticamente, o transgrediéndolos; los límites de la intimidad, el respeto al dolor ajeno, de los que son víctimas por partida doble, de los hechos terribles acaecidos, y de su tratamiento irresponsable (indecente sería mas exacto) en los medios.

Un estado de hiperestesia informativa, creado artificialmente por los media, salvo raras excepciones (creo que ninguna en el caso de Totalán)  alrededor de acontecimientos trágicos;  surgidos con estrépito, de forma imprevista, y frente a los que la urgencia de los media en su intento de captación de la atención mediática, provocan su “controlado” descontrol informativo.

¿Quién delimita los límites cada día más permeables entre la información equilibrada, objetiva y prudente, del circo mediático que desvirtúa el fin último de un periodismo secuestrado por la compulsiva y obsesiva finalidad de liderar el share? ¿Quién calibra el valor ėtico de lo que informativamente es necesario o de interés prioritario? ¿Quién garantiza la independencia periodística para que no sea víctima de imposiciones de poderes ajenos al devaluado, pero socialmente imprescindible cuarto poder? ¿Quién decide cuánto, y que debe mantenerse en la memoria social; lo que debe ser recordado u olvidado? ¿Qué, como y cuanto de lo publicable puede ser o no contado, emitido, escrito… hecho público?

El exceso mediático, sea cual sea su soporte, corre el riesgo de contribuir al desprestigio de aquellos media que gozando (gracias a su rigor y equilibrio informativo) de prestigio, pueden devaluarlo; si acuciados por la cuota de share o agobiados por la cuenta de resultados, deciden entrar en el juego innecesario por indecente de los festines mediáticos.

Y acabo como empecé y que quede claro: mi respetuoso, sincero y solidario cariño para los padres de Julen víctimas, todos ellos, de la tragedia ocurrida en Totalán.

P.D.: Algunos párrafos del artículo son “copiados” de otro artículo (el trasfondo es coincidente) publicado en infoLibre hace cuatro años. Si algún lector lo considera un autoplagio, me plantearé seriamente la posibilidad de autodenunciarme por el mismo. Eso sí, no creo que sea constitutivo de delito (lo digo en tono de humor) ya que no obtengo beneficio ni causo perjuicio económico a nadie al hacerlo.

 

Amador Ramos Martos es socio de infoLibre

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