Librepensadores
Indulgentes e inflexibles vs inmorales e incoherentes
Hay en nuestro país unos tribunales ejemplares, en cuanto a la diligencia y férrea disciplina legal que aplican, cuando les sale de debajo de la toga. Y exactamente lo contrario, por las mismas razones que se ocultan bajo la veste con idénticas puñetas y joyería al uso del Poder Judicial.
La ciudadanía no cabe en sí del asombro que produce la versatilidad del rebenque, en suave terciopelo, que hiere o acaricia con la retribución que merecen los actos juzgados según la consideración independiente del Poder Judicial. Independencia de la razón popularmente entendida, y emancipada unilateralmente de la propia lógica secundaria a las razones de prueba que aplastarían a cualquiera de quienes destinamos cuatro décadas, de nuestros mejores años, a trabajar para mantener en pie el país que amamos y por el que sacrificamos más de ocho de las mejores horas del día, a cambio del jornal con el que pretendemos sostener el decoro que merece nuestra familia acosada por las necesidades siempre crecientes de esta sociedad decididamente consumista a la que los gobernantes no saben o no quieren poner límite contra la voluntad ciudadana.
Todas estas consideraciones y otras que llamarían a las barricadas de no mediar el dulce lenitivo de la desmemoria, irritan el centro de proceso de datos incomestibles que nuestros cerebros deben digerir aunque se haga bola y se acumule a las otras bolas que continúan dando vueltas sin conseguir ir para adelante ni para atrás martirizando el sentido común mientras el cuerpo aguante.
Hay semanas como las precedentes en que los tribunales de Justicia española, contrariando la tradicional lentitud que se les adjudica, en un arranque de diligencia, produce un conjunto de sentencias que a pesar de que intentamos eludir el implicarnos en ellas por considerarlas de las incomestibles y tener el sistema saturado de incongruencias que pasan por ser quintaesencia del método procesal, no nos queda más remedio que afrontarlas, porque nuestro hijo el pequeño quiere que con toda la omnisciencia que nos atribuye le aclaremos el último sindiós con el que nos machacan el desayuno los equilibrados chicos del Poder Judicial.
Explíquele usted a un adolescente o a un joven estudiante cómo es que las fundaciones, cuyo objetivo es vender las múltiples cualidades de la corrupta dictadura fascista surgida de un golpe de estado, protagonizado por militares felones que durante 40 años saturó las cárceles convirtiéndolas en campos de exterminio, las tapias de los cementerios en paredones de fusilamiento y que catequizó la sociedad transformándola en un seminario cuartelero de chivatos vengativos lascivos y siniestros, gozan del amparo de la libertad de expresión y la libertad política que ningún país democrático reconoce a criminales y gentuza de semejante pelaje.
Hoy nuestros hijos pueden ver promocionada en la televisión como estrella mediática a una ladrona descuidera, a la que se suministraban chucherías elaboradas en la universidad Carlos III por personal subordinado a ella cuando era la chula más chula de la Comunidad de Madrid y adornaba su inepcia con másters huecos que su personal de servicio le preparaba, por lo que han sido condenados, sin que a la descuidera, a juicio de los juzgadores, se la pueda reprochar ni siquiera la hidratación de baracalofi que exhibe en la pantalla amiga, para edificación de las futuras generaciones de aspirantes universitarios o a cargos de gobierno. No querías sopa: dos cazos.
Si cuela, cuela se dijo la lideresa vóxica y largó fotocopias full en lugar de originales de crédito con el ánimo que ustedes pueden suponer. Era demasiado torpe el engaño como para que un tribunal lo tome en serio, sentenció el juez y la absolvió. Yo les escondo la prensa a los niños y les prohíbo que vean los telediarios. Quién les explica luego...
Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre