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La reconstrucción posdana, prueba de fuego para una contratación urgente marcada por la corrupción

Pie contra pared…

Antonio García Gómez

Y a bote pronto.

Cuando me enteré de que este año la romería del Rocío congregaría a más de un millón de fieles, romeros o festeros, supe que puede que no haya champú suficiente para tanta caspa, por mucho que nos resulte tan vistoso el espectáculo jaranero y frívolo de una fe que no incomoda.

Cuando el golpe ha ido directo a la mandíbula y el efecto puede ser demoledor, a menudo sólo cabe agarrarse al contrincante por ver si ambos se mantienen en pie, empezando por quien ha recibido el golpe inmisericorde.

Ahora parece que el peligro es que la extrema derecha entre “a gobernar”, en coalición, aunque resulte la vuelta al hogar de donde se salió, tal vez para no querer regresar. Y por eso mismo, tal vez cabría que el socialismo recién derrotado ofreciera generosidad, seguramente no merecida, a la derecha que ha tomado ventaja. Si es que de verdad se teme tanto a lo peor de nuestra memoria.

Aunque resulte muy difícil desprenderse del tufo a un país “franquista”, aún estaríamos presentando nuestros respetos, fila interminable por medio, al buen Caudillo que tanto nos quiso, desde la luz inextinguible de su despacho cuartelero. Por eso resulta tan difícil exacerbar querencias arraigadas, sobre todo si no se ha sabido retener el triste pasado y afrontar un horizonte más luminoso.

Porque somos quienes somos y quienes fueron, derrotados los unos, vencedores los otros… hasta el día de hoy

Porque la oleada del mensaje catastrofista ha calado, contra “comunistas, provioladores, prookupas, proseparatistas, proetarras, pro cualquier calaña maliciosa que haya intentado hurgar en nuestras esencias más reaccionarias, siempre a un paso de elegir el camino equivocado, a pesar del entusiasmo de la plebe, es decir del gentío, es decir del “sálvese quien pueda”, con un desiderátum inapelable: la codicia.

Frente a los cantos de sirena de los gurús y los egos, capaces de afianzar la autoderrota, caiga quien caiga empezando por los oráculos encerrados en sus hornacinas.

A la espera, en todo caso, de una reacción sin complejos: “Que sume”, que ofrezca esperanza en el género humano y en la solidaridad, sin aspavientos, sin revelaciones humillantes, porque todos habríamos de caber en el terreno de juego. No hay otro.

Porque los vicios de los salvapatrias, de un lado y de otro, ya han decantado de qué parte ha comenzado a escorarse el edificio. Salvo que se vuelva a la empatía de quienes habrán de intentar dejar de ser caspa y casta.

Porque somos quienes somos y quienes fueron, derrotados los unos, vencedores los otros… hasta el día de hoy.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.

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