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Todo es posible, o no

José María Barrionuevo Gil

“La política es el arte de lo posible; para lograrlo hay que intentar muchas veces lo imposible”, nos dijo en sus buenos tiempos, no los nuestros, don Manuel Fraga. Antes de (que sea al menos posible) que alguien nos amoneste por algún dudoso seguidismo o porque no está bien traer a colación ahora figuras de las anteriores políticas, tenemos que aclarar que la primera parte de la cita se le suele atribuir a más de una persona, incluso tan lejana, como dicen, que nos pueda resultar Aristóteles. Lo que sí es posible y hasta probable es que hoy día se juega mucho con las palabras que terminan en “ble” y que de todos son conocidas por su significado. Sin embargo, algunas veces estas palabras suenan como un campanazo en una alta torre de una catedral, porque son contundentes, ya que se sustentan en el poderío de una verdad absoluta.

Tras el mensaje de Navidad de este año, el 2020, de S. M. el Rey, se han dicho muchísimas cosas. Lo primero que escuchamos, o solo oímos, es que P. Casado dijo que fue un discurso “impecable”. Como ya llevamos tiempo sensibilizados con este tipo de términos que a veces nos resultan demasiado encomiables, no tuvimos más remedio que recogerlo con toda la devoción que nos pueden suscitar las palabras que brotan de los labios de algunos de nuestros políticos.

“Impecable” es una de esas palabras que resumen todo un mundo y tanto que podemos pensar que pueden estar hasta galardonadas con indulgencias. Y es que así nos vemos obligados a pensar que el mensaje de S. M. no tiene o no puede tener una tendencia o inclinación al pecado, a la traición de unos preceptos. Tan es así que el discurso navideño (que por otro lado podría ser de Año Nuevo, para no afectarse de religiosidad ni fastidiar a la fiesta de Fin de Año), por ser impecable queda exento de pecado y que, sin dejar de tener resonancias rocieras, ha quedado a salvo de toda culpa.

Sin embargo, se ha obviado en esta calificación de “impecable” el tema de todos conocidos, sobre todo, por aquellos que se han distinguido por poder haber recibido una educación exquisita sobre todas las demás del pueblo, como es el tema del pecado de omisión. Fallos tenemos todos, pero en este caso el señor P. Casado no ha reparado en que S. M. ha omitido una referencia a la crispación política, que es la que envenena no solo la vida política sino también la de todos los españolitos de a pie, porque no deja de sabernos mal. Tampoco parece haber olido la chamusquina, si no del ruido de sables, sí de la silenciosa mano que escribe cartas bastante pecaminosas que parece hablarnos de fusilamientos, que reconocen (por el número de tantas posibles víctimas) que son minoría los del pelotón y que no les basta con llegar solo a las manos, porque ya están necesitando de una tecnología rápida que no les dé tiempo a pensársela dos veces. La posible irreflexión de un otro posible discurso nos hace posible el mosqueo nacional de quienes sostenemos la Patria sin necesidad de atalayar el panorama, porque con lo que se puede ver desde la calle ya nos sobra.

No siempre las palabras que nos significan posibilidad vienen y van cargadas de sentimientos negativos o despectivos, porque decir de alguien que es impresentable no tiene por qué significar que es mala persona, que actúa mal, que no se le puede ver o que causa mala visión o presencia. Puede suceder que es una persona que no puede presentarse, en verdad, ya sea por imposibilidad física o por ser paciente de riesgo, con lo que está cayendo, como puede sucederle al rey emérito. Sencillamente es que no viene ni por Navidad; o sea, que no se presenta y punto, aunque haya sido llamado por los espíritus al paraíso, al oriente, de donde nos viene la luz, pero no los taquígrafos.

En el mundo de lo posible se columpió la derecha, que se está haciendo especialista en denostar la acción del gobierno de coalición, como cuando procuraba que España fuera dejada de la mano de Dios y de la Unión Europea en cuanto a ciertas ayudas que nos pudieran favorecer en esta pandemia. Ahora la posibilidad se columpia, como siempre, “poniendo el parche antes de que salga el grano”. Se trata de demonizar al gobierno antes de que se puedan repartir las vacunas, porque estos señores condenan con suposiciones, por lo visto, para contrarrestar la posibilidad más que probable de las acciones de toda la maquinaria corrupta que está en un tris de ver la luz, porque es posible que sean pocos los que queden impecables.

La dictadura no tuvo la posibilidad de aparecer por el discurso de S. M. porque la transición tan ejemplar y modélica fue incapaz de llamar a los errores y horrores históricos por sus nombres.

La Constitución se lució, igual que el emérito, cuando nos habló de que el rey es inviolable, porque a estas alturas de nuestra historia y nuestros días a quién se le va a ocurrir violar a un rey.

José María Barrionuevo Gil es socio de infoLibre

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