Los francotiradores Víctor Guillot
Huele a pólvora mojada en los sótanos del PSOE. Hay casquillos sobre el asfalto de la calle Ferraz. El barrio de Argüelles se parece un poco más a Srebrenica o Sarajevo. Los fascistas rezan el rosario todas las noches. Los francotiradores del partido disparan de día. Efectivamente, hay francotiradores apostados en las azoteas de Madrid. No todos son feministas. El socavón en la pista de baile es importante desde que Adriana Lastra, delegada de Gobierno en Asturias, lanzó la granada sin anilla en el último Comité Federal de junio. Cinco meses después, se han vuelto a escuchar disparos de fusil de largo alcance. Lady Macbeth ha apretado el gatillo desde la vetusta calle Santa Teresa, sede de la Federación Socialista Asturiana. Desde el Consejo de Estado, Carmen Calvo también. Bienvenidos a las guerras adrianas.
La España plurinacional nació estrechamente vinculada al feminismo como proyecto vital. No se entiende si no está dentro del marco de una democracia liberal. La España que votó en 2023 a Sánchez era plurinacional, catalana y feminista. Catalunya es hoy la España tranquila, con el apoyo de ERC y los comunes. El apoyo de Illa a Sánchez es total y la energía del procés está agotada. El Presidente recibirá a Junqueras en la Moncloa como a un partido más y el feminismo ha alcanzado cotas de poder insuficientes pero, aun así, inimaginables hasta hace menos de una década. Conviene hacer memoria. El bipartidismo que regentó este país desde el 77 hasta el 2018 se disolvió, entre otros tantos motivos, para que el feminismo se pudiera expandir, con las mujeres, desde la calle, la Corte de los Leones y la Moncloa de Sánchez.
El caso Salazar ha servido para que algunos puedan rescatar del olvido la España hegemonizada por PSOE y PP. El radar detecta movimientos y cambios de posición. Hay miedo y furia en el paisaje. La instrumentalización de las denuncias de acoso a Francisco Salazar ha situado al PSOE al borde de un abismo electoral. No existen las casualidades. Fuera y dentro del partido hay suficientes francotiradores que desean ver al presidente fuera de La Moncloa. Sea como fuere, en el último Comité Federal de junio, alguien se alarmó al ver que Paco Salazar y Rebeca Torró acumulaban todo el poder orgánico del partido. La granada estalló antes de que se abrieran las puertas de Ferraz para cerrar el cráter que había dejado Santos Cerdán. Lo demás está escrito en las crónicas. Cinco meses después, la ministra de Trabajo reclama una crisis de gobierno. Ha tenido que salir el Secretario del Partido Comunista de España a corregirla, pues teme que los remodelen también a ellos. Enrique de Santiago ha amagado con un nuevo impulso al gobierno.
Los tahúres del bipartidismo anticipan un fin de ciclo político donde el PSOE deberá abstenerse para que gobierne el PP sin Vox
La última investidura de Sánchez, con la ley de amnistía como eje de toda la legislatura y el viento de la economía soplando a su favor, logró que todos los partidos nacionalistas estuvieran dentro de la ley, incluido Junts. Esta semana, los francotiradores de Ferraz pusieron nerviosos a Gabriel Rufián, a Aitor Esteban, a Arnaldo Otegui. Todos amagan con romper. Nunca sobra un aviso a navegantes: el que rompe, paga. Alguien tendrá que asumir la factura de un gobierno presidido por Feijóo si se adelantan las elecciones.
Los francotiradores no piensan. Sólo apuntan y después disparan. En estos momentos hay dos partidos. Uno que gobierna en Moncloa y otro que se reconstruye, a duras penas, en Ferraz y que deberá tener en cuenta las denuncias legítimas y contar con las víctimas de los abusos para que nada de esto vuelva a suceder. Habrá que analizar la autopsias que emitan los próximos sondeos para saber con cuál de los dos se presenta Sánchez en 2027. El caso se perfila como el prólogo al discurso de la concertación y, en ese contexto, algunos medios ya están tomando posiciones. Entre disparo y disparo, vuelven a flotar los corchos que defienden el PSOE de la abstención. ¿Cuántos corchos flotan? Los tahúres del bipartidismo anticipan un fin de ciclo político donde el PSOE deberá abstenerse para que gobierne el PP sin Vox. Entre disparo y disparo, querido y desocupado lector, vuelve a escucharse el susurro de la concertación para evitar, dirán, que se produzca el futuro terror.
No todos los francotiradores son feministas. También hay viejos soldados en la reserva que han salido de su féretro y otros espectros ambulantes del llamado PSOE caoba. No todo es armamento ligero ni escombro. En el paisaje de la última batalla, también se han encontrado rastros de brujería para inducir a la opinión pública un anticipo electoral porque todo esto es una vergüenza y lo de Salazar inasumible.
¿No lo es? Ni cuando Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, fue detenido y condenado, ni cuando Luis Roldán, director de la Guardia Civil, fue arrestado en Tailandia, ni tampoco cuando se supo quién era la X de los Gal, en los grupos mediáticos de la progresía hubo un solo redactor que reclamase la dimisión de Felipe González. En algunos medios de comunicación audiovisuales duele más la audiencia de Javier Ruiz en RTVE que los presuntos abusos sexuales de Paco Salazar.
Han pasado muchos años desde la derrota del 96 y la realidad política pergeña, en cambio, otro escenario. Se diría que algunos medios y cuadros políticos del PSOE, de otros partidos y también empresarios catalanes están tomando nuevas posiciones ante la hipotética victoria del futuro terror, o sea, de un PP con motor Vox. Si Feijóo ganase unas elecciones anticipadas, gobernaría en solitario con el apoyo parlamentario de Abascal. No todos quieren elecciones anticipadas. Entre ellos, José María Aznar. Sabe que el éxito del factor autoritario comenzó el día que Vox rompió con los gobiernos autonómicos del PP. Ese día, su voto despegó como un cohete lanzado desde Cabo Cañaveral. Conviene señalar, no obstante, que Abascal nunca será la muleta de nadie porque nadie quiere ser muleta si lo que se pretende es reemplazar al PP en el sistema de partidos español.
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