Sánchez y Atila, los hunos

Cesar Moya Villasante

Pedro Sánchez para muchos repetidores de máximas mediáticas podría compararse con aquel Atila, rey de los hunos y apodado el "Azote de Dios". Muchos tuiteros repiten como loros que Sánchez podría compararse con aquel famoso personaje por su afición dictatorial, por mentir cada día, por no dialogar con casi nadie y, por fin, por unirse a los asesinos de ETA –inexistente hace más de 10 años pero presente para muchos mal intencionados–.

Todo ello produce bochorno, no solo en los que no pensamos en una derecha decimonónica sino, quiero suponer, también en algunos votantes de PP y Vox. Si algunos, como supongo, no tienen una mentalidad de niño de párvulos, porque a veces produce hasta risa, pero, aunque parece increíble, son frases e insultos que se repiten cada día en esos medios de comunicación que solo tienen el objetivo de hacer una disección del personaje con el único fin de destrozarle estética y políticamente. Solo eso. Pero siempre mirando al voto futuro: votar contra alguien en vez de votar al mejor.

Sin embargo, y siempre bajo mi modesta opinión, Sánchez ha sido el único presidente de este país, incluidos Felipe Gónzalez y Zapatero, capaz de enfrentarse a una falsa democracia para intentar crear una verdadera. El estar sometido durante más de 45 años al temor de enfrentarse al poder franquista resulta ya algo antiestético, por llamarlo de alguna forma. Pero reconozcamos que ese poder está en la España dura, quizá representada por esa Castilla “madrileña” en la que se han comprado desde siempre votos con puestos de trabajo seguros, con títulos dados muy benevolentes, con "mirar para otro lado" en la corrupción, que jamás se critica por los peperos o bien se critica a los socialistas como los más corruptos cosa que no es verdad, para distraer la atención sobre sus propias vergüenzas, cuando se dan datos falsos de lo que supuso el caso de los ERE , su gran mantra defensivo o sostén de las malas acciones propias.

La derecha se defiende con frases que no dicen nada, que solo tratan de ocultar sus miserias o las de aquel que fue su líder y aún conservan como tal, como algún diputado de Vox ya reconoce como su creador

Sánchez se lanzó a abrir zanjas de las cunetas —algo que avanzó Zapatero—, trasladó a la momia de Franco desde ese Valle representativo de tanta desgracia de este país, está realizando acciones sociales de defensa del trabajador medio, y, algo muy importante para mí, que es la creación de esa memoria que saque a la luz algo que jamás se pudo hacer, como es saber lo que pasó en la posguerra, el ataque al vencido y su persecución continua. La derecha se defiende con frases que no dicen nada, que solo tratan de ocultar sus miserias o de aquel que fue su líder y aún conservan como tal, como algún diputado de Vox ya reconoce como su creador.

Sin embargo, después de todo esto positivo, estoy convencido que Sánchez dejará de gobernar este país este año, para quizá marcharse a Europa donde tiene mucho mejor currículum que en España. Porque este país es muy difícil, pero esos votos que antes he narrado, comprados en todos los niveles de la sociedad, no ven los alcances sociales, aunque ellos sean benefactores al ser simplemente trabajadores agraciados. Ellos votan una bandera que representa el triunfo sobre el comunismo, esa gran lacra según ellos que, al menos, un día reconoció su fracaso y se descompuso en manos de Gorbachov. A partir de entonces el comunismo es otra cosa que nada tiene que ver con Lenin o Stalin. Es ridículo llamar comunista a Yolanda Díaz, a Putin o al gobierno chino. Pero el fascismo, que tampoco ahora estaría dispuesto a los hornos crematorios de Hitler, sí mantiene en España un odio que aumenta en el tiempo por esos medios citados y por una calidad política nefasta en la derecha que al mismo tiempo que es incapaz de pararlo. Se encuentra muy bien en ese modo de pensar al estar ahora apoyado por los verdaderos ultras sin cinismo de Vox, que no ocultan su odio allá por donde van. Y todo ello en un aumento mundial por el trumpismo que se impone en todos esos terrenos, hoy con la colaboración del otro fascista, Putin.

Y Sánchez perderá, para desgracia de este país, porque todo ese trabajo de los medios y los votos comprados está apoyado por una judicatura de muy poca estatura deontológica, porque son demasiadas ya las sentencias que tapan los pecados de la derecha. Cito como ejemplo esas conversaciones de Villarejo que muestran a las claras un comportamiento sospechoso al menos, y aunque ahora la Fiscalía trate de decir al juez García Castellón que ya está bien, nada pasará. Porque hoy es el día que de nuevo los jueces sin juicio se parapetan para no renovar el Tribunal Constitucional, quizá porque están tapando acciones inconfesables que nadie conoce pero que se presumen ante este parón judicial forzado por la derecha franquista, incluso después de tantos años…

Ojalá me equivoque en mi predicción pesimista porque tampoco confío en una izquierda unida contra el fascismo de nuevo cuño.

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Cesar Moya Villasante es socio de infoLibre

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