VAMOS A MOJARNOS
Esta entrevista pertenece a la serie Vamos a mojarnos, en la que conversamos con rostros populares de los distintos ámbitos de la cultura. Otras entregas:
Acaba de terminar de rodar el corto Una conversación pendiente junto a Salva Reina bajo la dirección de Cecilia Gessa, sigue promocionando su aplaudida novela Badaq (Plaza & Janés, 2023) y tiene pendiente de estreno una nueva película del cineasta Guy Ritchie. Estos son solo algunos de los proyectos en marcha de Carlos Bardem (Madrid, 1963), quien al mismo tiempo es uno de los rostros del mundo de la cultura española que más persistentemente está denunciando el genocidio cometido por Israel en Gaza, además de reivindicar con igual determinación la importancia de mantener viva la memoria histórica y democrática o alertar de los desastrosos efectos del cambio climático.
Muchas ocupaciones, muchas causas, muchos compromisos, con el mundo y con uno mismo, siempre en el lado correcto de la historia. "Hemos fracasado como civilización, y prueba de ello es que a muchos parece no importarles o afectarles un genocidio, e incluso lo justifican", lamenta en conversación con infoLibre, antes de apretar el acelerador de su discurso, pasando de la rabia a cierto atisbo de esperanza: "No solo es la primera vez que asistimos a un genocidio retransmitido en vivo. Con Gaza también es la primera vez que vemos en tiempo real a una impresionante cantidad de hijos de puta justificarlo y hasta celebrarlo. La maldad está de moda. Y eso, insisto, sería imposible sin el prestigio social de la ignorancia. Solo nos queda ejercer la bondad como un arma de transformación revolucionaria. Sí, hoy en día, la verdadera rebeldía es la bondad".
Lo que tiene igualmente claro Bardem es que "la verdad del genocidio y de la atrocidad ha dejado en nada la cháchara retórica de los gobiernos". "De todas maneras, creo que no debemos caer en la trampa sionista y comprarles el marco. Lo de Ucrania es una guerra y, como todas, es terrible y un fracaso de la humanidad. Pero lo de Gaza no es una guerra, no hay dos ejércitos enfrentados. No hay nada equiparable a un ejército como el israelí, con el apoyo de los EEUU, en Gaza", aclara, recordando así la importancia de unas palabras que cada cual retuerce a su antojo para tergiversar la realidad según sus intereses. "Es un genocidio, una limpieza étnica, es el asesinato sistemático de civiles, de niños. Calificarlo de guerra es una falacia y sirve a los intereses del Gobierno israelí y de los EEUU en la zona", zanja.
Si la memoria histórica no se preserva y difunde adecuadamente, principalmente mediante la educación, lleva al olvido en un par de generaciones
Alerta el actor, asimismo, que "la historia no se repite, pero sí rima", por lo que debemos estar más atentos que nunca, en este contexto de auge de la ultraderecha global, para no repetir el camino que un siglo atrás nos llevó a las dos grandes guerras mundiales y propició el ascenso hasta el poder del nazismo: "Nada vuelve a pasar de la misma manera. Pero conocer el pasado, la historia, es desde luego imprescindible para tener referencias válidas de los escenarios nuevos actuales".
Por eso, a su juicio, se ha vuelto "esencial la lucha por el relato", que es un "eje fundamental de la guerra cultural de la derecha" para, desde el "revisionismo histórico", acometer "el falseamiento del pasado y la justificación de las atrocidades del franquismo para implantar una falsa memoria en, por ejemplo, muchos de los jóvenes de este país". "Les han vendido un pasado glorioso y feliz que nunca existió para generar los apoyos necesarios a la regresión que planean. Y si la memoria histórica no se preserva y difunde adecuadamente, principalmente mediante la educación, lleva al olvido en un par de generaciones", advierte.
Y todavía continúa: "No se le puede exigir una memoria cierta de la dictadura a quienes ni habían nacido, a menos que haya voluntad política real de fomentar una buena transmisión de ese conocimiento mediante educadores, historiadores, asociaciones memorialistas. Pero ese es otro de los temas a los que nunca se ha metido mano de verdad en nuestro país. Sin el revisionismo, el falseamiento de la historia y el prestigio social de la ignorancia, sería imposible el momento Weimar que vivimos en occidente. Y sí, miremos en la historia que vino tras la caída de la República de Weimar o el breve lapso democrático de la Segunda República Española".
En un mundo donde se ensalza la ignorancia y se desprestigia el conocimiento científico y humanista, gente como Trump, Milei, Meloni, Ayuso o Abascal encuentran el ecosistema perfecto para medrar
En esta línea, plantea que deberíamos preguntarnos cómo es posible que un "personaje" como Trump o un "desequilibrado como Milei" hayan llegado "tan alto". Esto, reconoce, no tiene una explicación sencilla ni una única razón, pero se entiende mejor cuando se comprende que en el mundo "hay mucha gente asustada, que se siente abandonada por el sistema y, por tanto, es receptiva al pensamiento mágico, a las soluciones milagrosas y está ansiosa por encontrar culpables". Es en este contexto, "en un mundo en el que desde hace años se ensalza la ignorancia y se desprestigia sistemáticamente el conocimiento científico y humanista, donde gente como Trump, Milei, Meloni, Ayuso o Abascal encuentran el ecosistema perfecto para medrar".
"Yo, además, creo que no son anomalías del sistema global capitalista, sino un paso más y bastante lógico en su preservación. Cuando hay tanta gente precarizada, cada vez más, la preservación del sistema y sus principales beneficiarios exige una deriva autocrática, exige convencer a mucha gente de que el problema no son los milmillonarios, las grandes corporaciones o la energía fósil", argumenta, antes de agregar: "Estos fascistas actualizados recurren a algo muy viejo, que es darles a esas masas colectivas algo que odiar: el inmigrante, la feminista, el gay, los rojos... hasta conseguir que millones de personas voten contra sus intereses y a favor del desmantelamiento de sus propios derechos y del estado del bienestar que, con sus fallos, les protege. Y a favor, por supuesto, de bajar los impuestos a los ricos".
Otro foco de esperanza es la lucha de las mujeres, el feminismo. Creo que son el baluarte contra el fascismo. Y creo sinceramente que hay una juventud consciente que se acabará imponiendo
Es en este marco donde la política debería trabajar para ofrecer soluciones a los ciudadanos pero, en demasiadas ocasiones, lo que termina aflorando es una corrupción que provoca aún más desafección social. Y hablando concretamente de nuestro país, considera Bardem que "la corrupción per se no parece importarles demasiado a millones de votantes de la derecha", por lo que esta es "solo un ariete para derribar a un gobierno que nunca consideraron legítimo", y para lo que también se utiliza la desinformación, que es "el caballo sobre el que cabalga el nuevo fascismo".
"Siempre fue así -prosigue-. La radio y los noticiarios en el cine fueron imprescindibles para Hitler, Mussolini o Franco. Ahora lo son las nuevas herramientas tecnológicas, la viralización inmediata de bulos y la fragmentación de la autoritas informativa al dar relevancia inmediata entre nichos concretos de población a verdaderos ignorantes que viven de decirle a mucha gente lo que quiere oír". Por eso, apunta, es "imprescindible combatir el dichoso sesgo de confirmación y saber que ninguna cosa es cierta simplemente porque uno quiera creerla". "Sigue habiendo medios, como el vuestro, donde informarse. No hay democracia sin periodismo libre y riguroso", apostilla.
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Ante semejante panorama, en el que parece que estamos condenados a lidiar constantemente con el horror y el apocalipsis, busca refugio Bardem en su familia, su pareja, la risa de sus sobrinos o sus amigos. Por supuesto, también en la cultura y en el arte, a lo que se entrega a través de su doble faceta de actor y escritor, por ejemplo disfrutando de novelas clásicas, "largas, los rusos y los franceses, latinoamericanas". Novelas que "requieren tiempo", aclara, así como libros sobre autores, como el de Steiner sobre Tolstoi y Dostoievski. Como licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid, disfruta también de obras como la reciente biografía de Franco escrita por el historiador (y columnista de infoLibre) Julián Casanova.
En cine y series es "muy ecléctico", y señala The Studio como la última que ha visto y le ha "divertido mucho", mientras que en el apartado musical se posiciona principalmente rockero, aunque también aficionado a la "música brasileña". "Últimamente me ha dado por la chanson francesa", admite, lanzando para terminar un mensaje de esperanza a pesar de estos tiempos inciertos y desconcertantes que estamos atravesando sin saber muy bien el destino hacia el que nos dirigimos.
"A veces, en estos tiempos, es muy fácil ceder ante el desánimo: Gaza, el calentamiento global, el auge de los neofascismos… Pero siempre hay brotes verdes si sabes dónde mirar. Por ejemplo, el cambio mayoritario en la opinión pública mundial respecto al genocidio en Gaza. La única manera de detener a Israel es una presión efectiva de nuestros gobiernos y estos no harán nada si no ven una respuesta mayoritaria en sus ciudadanías. Entonces mandarán los cálculos electorales, la preservación del poder, y será posible que hagan algo. Para mí, otro foco de esperanza es la lucha de las mujeres, el feminismo. Creo que son el baluarte contra el fascismo. Y creo sinceramente que hay una juventud consciente que se acabará imponiendo", concluye.
Acaba de terminar de rodar el corto Una conversación pendiente junto a Salva Reina bajo la dirección de Cecilia Gessa, sigue promocionando su aplaudida novela Badaq (Plaza & Janés, 2023) y tiene pendiente de estreno una nueva película del cineasta Guy Ritchie. Estos son solo algunos de los proyectos en marcha de Carlos Bardem (Madrid, 1963), quien al mismo tiempo es uno de los rostros del mundo de la cultura española que más persistentemente está denunciando el genocidio cometido por Israel en Gaza, además de reivindicar con igual determinación la importancia de mantener viva la memoria histórica y democrática o alertar de los desastrosos efectos del cambio climático.
Esta entrevista pertenece a la serie Vamos a mojarnos, en la que conversamos con rostros populares de los distintos ámbitos de la cultura. Otras entregas: