Juan Luis Cano: "El mundo está perdiendo su sentido de la colectividad y de la empatía"
Se despide Juan Luis Cano (Madrid, 1960) con un sonoro "¡aupa Atleti!" que es, en esencia, una forma de habitar en este loco mundo donde nos ha tocado convivir, unas veces con más humor y otras con menos. Periodista, humorista, escritor —su última novela, Yo fui santa (Menoscuarto, 2023), fue finalista en el 70 Premio de novela 'Ateneo - Ciudad de Valladolid—, y promotor junto a Guillermo Fesser de la Fundación Gomaespuma, que desarrolla proyectos para mejorar la vida de miles de personas en todo el mundo (el más reciente, de hecho, en Senegal).
Muchas facetas que bien podrían englobarse en un título honorífico donde cabe todo lo bueno que ha ido desarrollando a lo largo de los años, y que no es poco: defensor de todas las causas justas. "Es que el mundo está perdiendo su sentido de la colectividad y de la empatía. Se refugia en el 'mientras no me toque a mí", alerta en conversación con infoLibre. Tal es su visión de todo lo que acontece a nuestro alrededor, más o menos cerca, pero que en mayor o menor medida siempre nos afecta: "El individualismo se impone sobre lo universal. Nos estamos convirtiendo en avestruces y hay que recordar que el avestruz, cuando esconde la cabeza, deja el culo al aire".
Israel está llevando a cabo un genocidio insoportable y asqueroso contra el pueblo palestino
Esto, nos cuenta, en cuanto a la ciudadanía, mientras los "intereses geoestratégicos y comerciales son las únicas pautas que dirigen las políticas". Ese es su sentimiento al ver lo que ocurre en lugares (pero no solo) como Gaza o Ucrania. "Ambas cosas son tremendas y deberían abochornarnos. A unos por partícipes y defensores de tales atrocidades, especialmente el genocidio insoportable y asqueroso que Israel está llevando a cabo contra el pueblo palestino, y a otros por nuestro inmovilismo", denuncia.
Y todavía continúa: "Creo que el baremo con el que se están midiendo ambas tragedias es diferente, aunque convergen en un punto: la economía ¿Qué aporta económicamente al mundo Gaza? Nada ¿Qué aporta a Europa Ucrania? Gran cantidad de cereales y minerales. Unos son pobres de solemnidad, los otros no. Por supuesto, también es importante el papel geopolítico de ambos ¿Qué significa Gaza y Cisjordania para el mundo? Un problema ¿Qué significa Ucrania para Occidente? Una frontera con un potencial enemigo como es Rusia. En definitiva, lo que quiero decir es que la actitud del mundo con respecto a estos conflictos no es casual, pero otra cosa es lo que hagamos los ciudadanos, que parece que estamos anestesiados contra el horror".
Parece que los ciudadanos estamos anestesiados contra el horror
Esto ocurre en un momento, además, en el que el siglo XXI parece empeñado en calcar las derivas y los errores de las primeras décadas del XX. "Los extremistas están repitiendo fórmulas de propaganda perversa de antaño, pero vigentes en la actualidad para transmitir mensajes peligrosos y dañinos", remarca Cano, que ve en las distintas circunstancias sociolaborales y el nivel cultural de la población motivos para confiar en que no se lleguen a repetir "semejantes finales" en forma de fascismos y guerras mundiales.
"Haber descuidado pilares fundamentales del bienestar y haber dado por supuesto que los derechos y libertades conseguidos estaban garantizados, ha hecho que dejemos que estén ganando terreno los malos, quienes únicamente buscan controlar los mecanismos políticos, sociales y económicos sin otro fin que su propio beneficio, y que no reparan en utilizar para ello cualquier fórmula", apunta, para acto seguido seguir hablando bien claro: "La memoria tiene poco alcance, sobre todo cuando desde demasiados medios de comunicación, o pseudomedios, y desde muchos estamentos públicos y demasiados altavoces privados, se trabaja con ahínco por trasladar a la sociedad en su conjunto realidades falsas, con el fin de cambiar no sólo el presente, sino el pasado que estorbe a sus fines turbios".
En el lodo es donde los malos se mueven mejor y siempre salen ganando
Como periodista de largo recorrido durante varias décadas, ve por supuesto un "peligro" en esos pseudomedios. Y precisamente por su dilatada experiencia también sabe que sería posible ponerles límite "si se quisiera", pues "bastaría con hacer público de qué viven, quién les financia y poner filtros democráticos para que esas aportaciones desde las instituciones estén sometidas a un control exhaustivo". Porque, a su juicio, "los pseudomedios son el vehículo que utilizan quienes quieren manipular a la ciudadanía mediante la intoxicación". "Esos son los interesados en alejar a la gente de la política y arrastrarla al lodo, que es donde los malos se mueven mejor y siempre salen ganando. Un medio es un vehículo, el problema está en quienes los utilizan con fines innobles", argumenta.
Es por todo ello, asimismo, por lo que defiende la necesidad imperiosa de un periodismo libre, pero no solo, sino también "veraz y riguroso", ya que "libre puede ser también alguien que manipula y engaña". Lo que se necesita, dice es "un periodismo libre de presiones y que no esté maniatado por la necesidad de subsistir, libre para no depender de influencias que le marquen los parámetros en los que tiene que informar". Y sentencia: "Sí, es necesario un periodismo libre. La pregunta es: ¿Quién lo paga?"
"Sí, es necesario un periodismo libre. La pregunta es: ¿Quién lo paga?"
En este sentido, lamenta, además, que por regla general la gente "ya no esté dispuesta a hacer ese pequeño esfuerzo que significaba ir al quiosco y utilizar parte de tu tiempo a mantenerte informado". "Yo soy de una generación acostumbrada a leer la prensa, a leer artículos y editoriales y a escuchar la radio. Además, he pasado mi vida en redacciones", señala, lamentando que en el momento actual un número creciente de ciudadanos considere "mucho más fácil leer en redes los mensajes que te llegan redactados en frases cortas o titulares simples que, en muchas ocasiones, están amañados y dirigidos con carácter personalizado, por algoritmos que han sido diseñados para reforzar las propias convicciones de cada cual". "Eso significa que lo que crees cada vez lo crees con más fuerza y que te identificas más con quienes creen lo mismo que tú, desechando al resto, a quien consideras un enemigo a batir, sólo porque piensa diferente", apostilla.
Trump es narcisista, ignorante, vengativo y acomplejado
Eso es precisamente lo que hacen personajes como Donald Trump, experto en las malas artes de la manipulación y la polarización con sus "métodos y sus mensajes daniños y simples", que ha encontrado en las redes sociales un "medio peligrosísimo de difusión para llegar a una gran parte de la población con la que comparte simpleza que, en algunos casos, recibe deseosa, bien por encontrarse en una situación desesperada en la que necesita que alguien le dé algún tipo de esperanza, aunque sea a base de promesas falsas o bien, tan sólo, por tener un futuro oscuro". "También los habrá que comulguen con las ideas de ese narcisista, ignorante, vengativo y acomplejado, por pura maldad, igual que se identificaría con cualquier idiota dispuesto a contarle que va a acabar con aquello que le ha hecho infeliz o pobre o marginado o le haga sentirse superior dándole un respiro a sus complejos", reflexiona.
Por otro lado, Cano, que se metió en política durante un breve tiempo para intentar luchar contra la corrupción urbanística en Torrelodones (Madrid), opina que esta es "asquerosa siempre y venga desde donde venga y suele indignar a la ciudadanía, aunque más a unos la de los otros y a otros la de los unos". "Estamos acostumbrados a convivir con la corrupción, que pasa factura cuando se convierte en algo superlativo", lamenta, para luego plantear que "uno de los sumideros por los que se escapa más caudal económico debido a la corrupción está en los ayuntamientos y en las CCAA, pero parece ser que por ahí nadie quiere meterse para solucionar un problema evidente. Hay que controlar a todas las piezas que se necesitan para que la corrupción se produzca: políticos, empresarios, pero también a los funcionarios, sin cuya colaboración esas corruptelas no podrían llevarse a cabo", destaca.
Vivimos en un momento peligroso, en el que parece que la maldad y la ignorancia, el rencor y el odio campan a sus anchas
En cualquier caso, y aunque en algún momento de esta charla haya podido parecer lo contrario, defiende Cano, "optimista por naturaleza", que "claro que hay esperanza". Y lo argumenta: "Aun viviendo este momento tan peligroso, en el que parece que la maldad y la ignorancia, el rencor y el odio campan a sus anchas, debemos ser conscientes de que estamos, posiblemente, en la mejor época que ha vivido jamás la humanidad. Lo que no tenemos que hacer es dormirnos en los laureles y creer que la democracia y el Estado del bienestar, las libertades y la igualdad son para siempre y que no hay que defenderlas y protegerlas constantemente, porque están garantizadas. Debemos estar alerta y no bajar los brazos, debemos permanecer unidos frente a quienes quieren arrebatarnos esas conquistas".
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Y es la cultura la que, en no pocas ocasiones, le ayuda a encontrar esa esperanza. "El flamenco siempre me ha hecho feliz y lo sigue haciendo. La música en general, pero el flamenco en particular, y en este género Morente, La Niña de Los Peines, Tía Juana la del Pipa, Camarón, Carmen Linares", enumera, compartiendo con los lectores que le "enloquecen" en la guitarra, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Vicente Amigo, Gerardo Nuñez, Riqueni... y tantos otros. "Personalmente, cantar y tocar la guitarra es para mí algo terapéutico", añade.
Pero no se queda ahí, y prosigue antes de concluir: "Leer, por supuesto, también. Me hace vivir otros mundos y me enriquece una barbaridad. También escribir para mí es una necesidad. Escribo todos los días. No tengo escritores marcadamente, favoritos, pero Torrente Ballester, Miguel Delibes o García Márquez son de mis predilectos. En cine me encanta la comedia y en el cine español en concreto, creo que Berlanga es inigualable. Escucho algunos podcasts de historia y de naturaleza y medioambiente y un podcast de música que se titula Operación Futuro".
Aficiones todas ellas para las que saca más tiempo en estos meses de estío, siempre en el mar, "por arriba y por abajo", pues cada año hace un viaje de buceo. "Durante mucho tiempo mi lugar de vacaciones favorito fue Ibiza, pero desde que ha perdido el encanto que yo le encontraba suelo ir a Cádiz, a un rincón mágico que no pienso desvelar", apunta divertido, confesando que el significado del verano ha ido cambiando con el paso del tiempo y "en la actualidad significa relax, mucha lectura, buenas cenas... eso sí, siempre en el mar". Y remata a puerta vacía: "¡Aupa Atleti!"