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Leticia Dolera: "Los casos de acoso no son hechos aislados, forman parte de un sistema"

La actriz y cineasta Leticia Dolera en la presentación de su libro 'Morder la manzana'.

Leticia Dolera (Barcelona 1981) muerde una manzana. De manera literal. Para la actriz y cineasta, la mañana ha comenzado a las ocho y media, con una entrevista en el programa Hoy por hoy para hablar de su libro Morder la manzana (de manera figurada) y la promoción se extiende hasta la hora de comer. Las frutas dispuestas sobre la mesa de manera decorativa se convierten en tentempié. Las cámaras se han ido y la autora se relaja quizás por primera vez en varias horas. O en varios días. Su estreno en el mundo de los libros viene acompañado de una expectación poco frecuente. Se debe, en parte, a que Dolera es ya un personaje público: como actriz, desde que debutó en la serie Al salir de clase allá por el 2000; como directora, desde 2015 con su ópera prima Requisitos para ser una persona normal. Pero también por el tema elegido: el feminismo, movimiento al que dedica gran parte de su tiempo, como activista, desde hace algunos años. 

La creadora insiste en que empezó con la escritura del libro mucho antes de que estallara la que considera una "cuarta ola" del feminismo. La misma que tomará la Gran Vía de Madrid, ahí tras los cristales del hotel, el próximo 8 de marzo, en el que ella se sumará a la huelga feminista dejando de lado su labor de presentadora en el festival Syfy. "Quería aportar mi granito de arena. Y además surgió en un momento en que en los medios había un poco de confusión en torno a este tema", cuenta. El libro nace con la voluntad de ser "accesible y para un público mayoritario". Para abrirle las puertas, cuenta a las lecturas que ella misma ha ido encontrando (de Kate Millet, de Simone de Beauvoir, de Ana de Miguel...), las que buscó cuando fue plenamente consciente de que el machismo no era una cosa del pasado sino un monstruo bien vivo.

Fue durante el proceso de financiación de su primer filme, cuando tuvo que escuchar frases como "¿Has escrito el guion tú sola?" o "¿Quién te va a ayudar a dirigir la película?". Armada con ese conocimiento adquirido, se atrevió a regresar a algunas escenas de su pasado para mirarlos desde la perspectiva de género. ¿Qué se escondía tras el bullying que vivió en el instituto? ¿Por qué se avergonzó aquella vez que un masajista abusó de ella? ¿Por qué todas sus amigas fingen los orgasmos? Estos episodios, más o menos dolorosos, aunque contados desde el humor, se entrelazan con capítulos puramente teóricos sobre la historia de este movimiento de emancipación en España o el test de Bechdel

 

"He intentado partir de historias personales para de lo personal ir a lo político, que es uno de los grandes lemas del feminismo radical de los años setenta y una de sus grandes verdades", cuenta. El libro se inicia con una cita de la activista Mireia Bofill: "Todo empieza cuando una mujer habla con otra mujer". Dolera plantea su propio ejemplo: una conversación entre amigas que revela experiencias alarmantemente similares y, sobre todo, una misma actitud como de resignación o de negación. "Te das cuenta de que lo que te pasa a ti", retoma, "no te pasa porque seas de una manera determinada o porque hayas malinterpretado algo que te haya pasado, sino que le pasa a todas tus compañeras mujeres. O sea, que lo que te pasa es sistémico, es político".

Dolera fue una de las profesionales del cine que, tras el estallido del caso Weinstein, se atrevió a contar su propia experiencia. Eran dos casos de abuso (tocar sus pechos o su trasero sin su consentimiento) y ambos habían ocurrido ante los ojos de un equipo de rodaje que los había visto dentro de la normalidad. Las denuncias al todopoderoso productor de Hollywood por acoso y violación revelaban, precisamente, que aquello que una actriz había creído único y vergonzoso era en realidad muy común. "Lo que me ha pasado no me ha pasado a mí sola, por casualidad. Pero fíjate cómo decimos que los casos de corrupción no son casos aislados y forman parte de un sistema, y cómo nos cuesta asumir que con los casos de acoso pasa igual", lanza. En las manifestaciones contra la violencia machista se corea el lema "No es un caso aislado, se llama patriarcado". 

En una entrevista con este periódico, Santiago Segura decía que probablemente en España no hubiera casos tan sonados como el que agita Hollywood desde el pasado verano. "Quizás en España se da más el ligoteo torpe", lanzaba. Dolera escucha esas declaraciones con perplejidad. "¿Qué significa 'ligoteo torpe'?", se pregunta. "Claro que en el cine español hay situaciones de acoso, y claro que hay compañeras que me han contado cosas que les han pasado". Ninguna profesión es ajena, dice, "a la cultura machista" o a la "cultura de la violación", que define como "aquella que minimiza los acosos, les quita importancia o lo achaca todo a un malentendido". 

Ella, dice, lucha por cambiarla desde la creación. "Lo que estoy escribiendo ahora", cuenta, "tiene tres mujeres protagonistas de más de 35 años, que creo que en sí mismo es un acto feminista". Sus personajes femeninos "rompen con lo que la sociedad ha construido para ellas" aunque estén lejos de ser perfectos, y los masculinos "hablan de sentimientos y son vulnerables" aunque estén, como la sociedad en la que viven, cargados de machismo. No es tarea fácil, teniendo en cuenta que Dolera se crió (como todos, apunta) con películas que "perpetúan los estereotipos machistas", en las que "solo los chicos van en piña y a veces hay una chica por ahí que es la guapa del grupo". Romper con parte de la memoria audiovisual no es fácil. 

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Y tampoco con el rol que se le ha reservado a la mujer dentro de la creación cinematográfica. "Cuando piensas en mitos de la historia del cine, en seguida te salen Hitchcock-Truffaut-Almodóvar", arranca. "Y si piensas en mujeres, te vienen: Marilyn Monroe-Audrey Hepburn-Rita Hayworth. Por ejemplo. Es como que en la historia del cine, como nos la han contado, el lugar de la mujer es el de ser mirada y el del hombre es el de mirar". Pero no ha sido así, o no siempre. Ella guarda como oro en paño un descubrimiento reciente. Y tiene nombre propio: Alice Guy, la primera directora de ficción y pionera del montaje cinematográfico. Da otro bocado a la manzana. "Me parece fortísimo que sepamos quién es Meliès o quiénes son los Lumière, incluso si no tienes cultura cinematográfica, pero de Alice Guy, ni idea. Ese es un referente que la historia nos ha arrebatado". Y enumera motivos para la esperanza: "Isabel Coixet, Gracia Querejeta o Icíar Bollaín, pero también Elena Trapé, Elena Martí, Mar Coll, Paula Ortiz... Hay una nueva generación de mujeres cineastas que van a ser el espejo de las cineastas del futuro". Las que ahora, quizás, lean su libro. 

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