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La vida muerde

Javier Bozalongo

Las fieras subterráneas

Sofía Sánchez

Sonámbulos Ediciones (2024)

 

Cuando uno lee en las páginas de cultura de un periódico o una revista que un crítico ha descubierto en tal o cual libro "a una poeta de raza", hay que echarse a temblar, porque probablemente quien firma la crónica dedicará el resto de la reseña a encasillar esa voz en un espacio cerrado de la poesía en el que muchos quieren encerrarla: poesía escrita por mujeres, poesía de tal o cual generación X o Z, poesía queer y un largo etcétera para definir lo inabarcable y aparentar que la pertenencia a un determinado grupo o a una corriente estética define un libro o a su autora. La poesía es mucho más, y la buena poesía escapa de definiciones fáciles cuando se hace universal a los ojos de los lectores, cuando un verso atraviesa de arriba abajo a quien lo lee, venga de donde venga esa voz y sea cual sea su idioma, porque el de la poesía es capaz de reunirlos a todos.

Nada más y nada menos que eso es lo que consigue Sofía Sánchez con sus fieras subterráneas, que salen a la superficie de este libro para atrapar al lector entre sus fauces, mordiéndonos con fuerza y con suavidad al mismo tiempo, dejándonos como solo unos pocos libros saben hacer: con ganas de seguir leyendo.

Esta polifacética artista: poeta, dramaturga, editora, creadora de fanzines, cantante, doctoranda en Comunicación, que ha publicado varios poemarios y participado en antologías, traducida entre otros idiomas al alemán, nos ofrece en Las fieras subterráneas una gavilla de poemas divididos en cinco partes bien estructuradas y diferenciadas. La primera es literalmente un golpe encima de la mesa donde un tercero parece dirigirse a la poeta para mostrarle quién es realidad, y lo hace desde su propia palabra, interpelándose a sí misma en tercera persona, para descubrirnos al final que la Sofía del poema podemos ser cualquiera de nosotros convertidos en un reloj de Dalí, en la Maga de Cortázar o en un personaje borgiano. El sujeto poético nos habla, le habla a Sofía, para saber que existe, que existimos en sus versos.

La música ligera de la segunda parte nos trae breves canciones encabezadas por un "No recordaré…" o un "Seguimos furiosos…" a través de los que poder caminar "mientras / algo como la conciencia, la música / o el amor persista". Basta con ese equipaje para avanzar, en la poesía y en la vida.

La mujer remolino de los siguientes poemas se convierte en "la chamana de la Macarena", que es como llaman sus amigas de Sevilla a esta mexicana afincada en Andalucía, a la que le duele ser terrestre y pide a la poesía que la salve de sí misma mientras trae flores en sus hombros tatuados, las mismas que nos ofrece a continuación poemas de un suave erotismo, de camino a ese final apoteósico, como de fuegos artificiales que iluminan la noche en un espléndido último poema, La vida muerde, donde "sanar es reconciliarse con la realidad / meditar es conocer la verdadera naturaleza de la mente" y Sofía ha hecho de ambas sus mejores amigas, invitando a los lectores a acercarse y dejarse llevar por ese mismo camino que la poeta ha recorrido hasta aprender, y compartir que:

Todas las vidas

son perfectas.

Y muerden.

Todos los días

Ahora nos toca a sus lectores "morder" estos poemas y degustarlos como se merecen, mientras nos hacemos merecedores de ellos.

 

*Javier Bozalongo es poeta y editor. Sus último título publicado es 'Nombrar la herida'.

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